Francia: sector público y privado, juntos para vender París
La empresa privada, la administración municipal y las administraciones del Estado trabajan en el mismo objetivo estratégico: convertir la ciudad en una gigantesca «maquinaria» de producción de riqueza turística
juan pedro quiñonero
París se convirtió hace años en un gigantesco decorado consagrado a la venta de su historia, su cultura, sus monumentos y su geografía urbana, con el fin de atraer y seducir turistas dispuestos a gastar cantidades crecientes de dinero en compras, gastronomía, noches de hotel, ... transportes y «recuerdos» que van de lo peregrino y barato a lo ultra caro.
La empresa privada, la administración municipal y las administraciones del Estado trabajan con libertad e independencia en el mismo objetivo estratégico: convertir la ciudad en una gigantesca «maquinaria» de producción de riqueza turística.
El Estado, a través de sus grandes museos e instituciones, tiene una programación cultural y publicitaria estrechamente ligadas, con objetivos turísticos terminantes: ofrecer mucho espectáculo cosmopolita, capaz de seducir al turismo de masas y el turismo de calidad. El Louvre, el Centro Pompidou, el Museo de Orsay y el resto de los museos nacionales montan espectáculos/exposiciones turísticamente excepcionales, sin desdoro de la calidad.
Los muros de los grandes monumentos se convirtieron hace años en vallas publicitarias, una fuente excepcional de recursos. La alcaldía de París, por su parte, cuida de manera excepcional las más diversas ofertas turísticas, del transporte a las exposiciones, de la gastronomía al patrimonio urbano, artístico y cultural. La ciudad se oferta a sí misma de manera espectacular. Los autobuses parisinos se convirtieron hace años en vallas publicitarias móviles, al servicio del «glamour» de la ciudad.
Saint-Honoré y Avenida Montaigne son guetos comerciales para turistas ricos. El Marais funciona como circuito turístico donde la historia, el comercio, las tendencias y la novedad están al alcance de la mano y de casi todos los bolsillos. Los Campos Elíseos son un complejo de rutas turísticas paralelas. En la oferta de la gran avenida cohabitan públicos, intereses y sensibilidades paralelas: del turismo árabe rico al turismo de hamburguesa, del turismo «solo para hombres adinerados» al turismo para señoras pudientes. En Montmartre, el público convencional o piadoso tiene a sus pasos un barrio «canalla», Pigalle. En Saint-Germain-des-Pres, las ofertas son igualmente paralelas: «seniors» cosmopo- litas culturalmente sensibles pueden cohabitar con jóvenes que buscan una vida nocturna convencional.
París tiene muchos otros rostros. Pero todos tienen la misma matriz: convertir la ciudad en un escenario turístico cosmopolita. Los grandes almacenes conciben escaparates animados con personajes que son turistas japoneses, atendidos por parisinas de buen ver. Ante la iglesia de Saint-Sulpice, donde fueron bautizados el marqués de Sade y Baudelaire, se montan regularmente mercadillos donde se vende y se compra ropa usada o joyas de valor, donde Catherine Denueve puede cruzarse con el corresponsal de ABC. Un milagro, una fiesta que no cesa, decía Hemingway en un texto canónico.
Francia: sector público y privado, juntos para vender París
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete