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Loquillo: «En Cataluña quieren que votemos para acabar con la democracia. Lo mismo que pedían las S.A. nazis»

El cantante, que publica un disco en directo, «El Creyente», habla sin pelos en la lengua sobre el soberanismo, Mas y el referéndum

Loquillo: «En Cataluña quieren que votemos para acabar con la democracia. Lo mismo que pedían las S.A. nazis» ÓSCAR DEL POZO

ignacio serrano

Nos sentamos con uno de los personajes de lengua menos peluda del panorama musical español con motivo del lanzamiento de «El Creyente», un nuevo disco en directo grabado en Granada en el que «El Loco» vuelve al rock puro y duro acompañado de «la mejor banda de rock español de largo, a la que todos quieren imitar»: Jaime Stinus, Igor Paskual, Josu García, Laurent Castagnet, Santi Comet y Alfonso Alcalá.

-¿Homenaje a una de las ciudades más musiqueras?

-Es más sencillo. No quería hacerlo ni en Madrid ni Barcelona, y la última vez que estuvimos en Granada, alguien del público me pidió que grabáramos un disco en directo allí. Simplemente le dije: «Vale». Y he cumplido mi palabra. Fue un gran esfuerzo logístico, también para ofrecer un precio razonable por las entradas, ya que la gente no es imbécil y no quiere pagar una fortuna por ver un concierto. Sí, vuelvo al rock después de un disco en directo grabado en un teatro, en el que musicaba poemas. Este nuevo álbum es una manera de decirle a la gente que el teatro es para unas cosas, y las salas de conciertos y los pabellones para otras. El rock no es para el teatro. Al teatro se va para otro tipo de espectáculos, no lo banalicemos. Eso de poner una alfombrita, desnaturalizar unas canciones y decir que estás haciendo algo nuevo, es propio de gente que desconoce absolutamente la liturgia del teatro.

-Hablando de precios, ¿qué le parece el de las entradas de los Rolling Stones?

-Una vergüenza. Lo peor del asunto es que hay gente que compra esa entrada y luego se queja de los precios de los artistas españoles. Es una falta de respeto a tu propia cultura. Y eso duele.

-Entremos al trapo. ¿Qué le parecen los últimos acontecimientos en torno al independentismo catalán ?

«Cuando me preguntan por Cataluña recomiendo el libro "Historia de un alemán"»-Mas se ha pasado de frenada y ya no sabe salir del meollo en el que se ha metido. Ha dado a los catalanes unas expectativas imposibles de materializar. Si quiere un referéndum de ese calibre tiene que ceñirse a la Ley, y eso exige el cambio en la Constitución. Lo que no es la Ley es «por mis cojones». Mas no puede dar esa imagen porque es el representante del Estado español en Cataluña. Lo que se está diciendo es: «Votemos para acabar con la democracia», ni más ni menos. Lo mismo que pedían las S.A. nazis. Cuando me preguntan lo que está pasando en Cataluña, recomiendo un libro: «Historia de un alemán». Es muy fuerte todo esto. El dinero que falta para sanidad, para empleo, para educación, se destina a asambleas y entidades cercanas al independentismo. Se amordaza a la prensa, los disidentes son excluidos, aparecen listas negras de periodistas y artistas…

-¿Como quienes?

-Antonio Orozco, Sergio Dalma, no existen para la prensa catalana. Love of Lesbian igual. Reventaron el festival Sonorama y no se mencionó en ningún medio catalán. A Estopa poco faltó para que les echaran de Cataluña por decir que no eran independentistas y ser medio extremeños. Yo soy catalán y de Barcelona, soy de los suyos, así que conmigo tienen un problema. Hay que decir las cosas claras, porque cuando empieza a haber incluso agresiones a políticos…

-¿Lo ha visto?

«El puñetazo a Pere Navarro es un salto cualitativo y da miedo»-Sí, sí, Pere Navarro se llevó un puñetazo a la entrada de una iglesia este domingo. Es un salto cualitativo que da un poco de miedo ya. Está claro que no es para tomárselo a broma, que es algo muy peligroso. Cuando todo esto pasa, decía, hay que empezar a reflexionar de verdad, con responsabilidad, porque si no puede ocurrir un verdadero desastre.

-En ese sentido tiene usted un pensamiento bastante independiente, valga lo paradójico del sentido de la palabra en este contexto...

«Pertenezco a la tercera Cataluña, la del sentido común»-Sí porque no pienso ayudar al enfrentamiento. Ni apoyaré jamás el independentismo, ni seré el heraldo del españolismo en Cataluña. En todo caso pertenezco a una tercera Cataluña, la del sentido común. Tarde o temprano, las personas como yo seremos necesarias para reconstruir los puentes que se están rompiendo ahora mismo. Yo he recibido ofertas de ambos lados, y no los quiero ni ver. Por otro lado, me diferencio con rotundidad del discurso de los llamados artistas comprometidos, que dicen eso tan divertido de (pone tono mitinero): «La clase política es una mierda, tenemos que acabar con ellos». Ok, de acuerdo, terminamos con la clase política. Abolimos la democracia. Vale, y ahora ¿quién es el Führer? El discurso de estos personajes me parece incluso más peligroso. No sé quién me da más miedo. Chorizos hay en todos los lados, entre los músicos también. No hay que ser tan populista, hay que ser más inteligente.

-Usted dice que en el escenario es usted mismo, que el personaje sale cuando se baja de él.

-Son mis giros para dejar en evidencia a algunos de mis compañeros de profesión. Hay que dejar en ridículo al otro, decir «yo soy mejor que tú». Porque forma parte de la liturgia del rock. Si no, no sería divertido. Por ejemplo, lo que comentaba antes de los conciertos en teatros… Cuando yo empecé a hacerlos en el ’95, muchos de mis compañeros me pusieron a parir, y ahora son esos mismos artistas los que hacen conciertos en teatros. Siempre me he adelantado. Lo mismo ocurre con lo de los nombres. Esto es Loquillo, y punto. Porque a partir de los 40 años seguir llamándose «nosequién y los nosecuántos» es ridículo. Ya no toca. Mis colegas de profesión siempre llegan tarde. Y yo siempre he ido por delante. Mientras mucha gente de mi generación seguía malgastando su vida en barras de bar, yo ya estaba en otro sitio. Ahora a muchos les da por ponerse trajes, como llevo yo años haciendo. Todos quieren tener un director musical, como llevo yo años teniendo. ¿Por qué se fijan todos en mí? De verdad, estoy esperando a que se les ocurra algo por sí mismos. Exceptuando a Bunbury, no veo a nadie. Otra cosa que me pone enfermo de algunos colegas de oficio: no entiendo cómo se puede tardar cinco años en grabar un disco. Muchos siguen en esto porque les salió bien cuando eran jóvenes, y siguen tirando del carro. Pero llegó un momento en el que dejó de gustarles lo que hacían. Al que no le guste esto, que se marche. Es que no se puede llegar a una entrevista y decir «no se me ocurren canciones, estoy bloqueado». Te voy a subir a un andamio para que veas lo que estar bloqueado, mamón. Es que para darles una hostia.

-Me recuerda usted un poco a Iggy Pop, en cuanto al tema de tener una banda de rock, de la que a veces se distancia para hacer proyectos radicalmente diferentes, muchas veces relacionados con la poesía. Pero él si se sigue llamando “Iggy y los….”.

«Cuando me fui de trogloditas ya era un proyecto agotado»-Jajaja, sí, es verdad. Su disco de canción francesa es brutal. Es que claro, mi caso es totalmente lo contrario a lo que suele pasar. El cantante no se suele ir. Cuando me fui de Trogloditas fue porque el proyecto estaba agotado, y veía que iba a acabar mis días arrastrándome, cantando en aquelarres ochentenos. Lo vi claro, y salí corriendo. Por patas. La agonía se alargó porque nos llamaron para tocar con los Rolling y los Who. Si no, el último disco hubiera sido «Hermanos de Sangre».

-A pesar de esto, cuando mira atrás ¿ve la carrera que siempre soñó tener?

-Me hubiera gustado que lo que me está pasando ahora me hubiese pasado hace cinco años. Perdí unos años por una locura transitoria, que fue pensar que yo podía dirigir una compañía de discos. Me creí un bulo, me metí en Picap y Zanfonia, y aunque saqué dos discos, fue un tiempo perdido. En aquel momento hubo una gestión nefasta, no estaba con el equipo adecuado, y me dije que a partir de entonces lo mío lo gestionaba yo, y nadie más. Cuando llegó Jaime Stinus, pasamos de ser un equipo que estaba a punto de bajar a segunda, a ser un equipo que jugaba en la Champions. En aquel momento estaba como los Boston Celtics ahora. Un gran nombre que no está donde debería.

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