ENTREVISTA María José Català Consellera de Educación y Cultura
«Las batallas en torno al valenciano solo conducen a debilitarnos como pueblo»
Como responsable de política lingüística de la Generalitat se niega a callarse ante la instrumentalización de la lengua, «aunque eso me genere críticas de uno y otro lado»
Acaba de cerrar un acuerdo «histórico» que racionaliza el mapa de titulaciones de las universidades públicas y ya prepara un curso escolar cargado de novedades que, asegura, estará caracterizado por la «normalidad».
—¿Qué le parece que haya gente, también en su propio partido, capaz de sostener que se hablaba valenciano en el siglo VII antes de Cristo?
—Yo soy valenciano hablante. En mi casa nunca hemos discutido por el valenciano, así que no puedo entender que un instrumento de unión como la lengua pueda ser utilizado como un elemento de discusión. Lo importante no es cómo se hable el valenciano, sino que se hable. Ese tipo de debates solo conducen a debilitarnos. Como responsable de política lingüística, y asumiendo las críticas de uno y otro lado, no me puedo callar porque no veo coherente que se entre en una batalla lingüística sin sentido.
—De modo que la iniciativa del grupo popular en las Cortes no ha sido la más afortunada.
—La parte expositiva es discutible, pero la parte dispositiva pide algo sensato: que se revise la definición del valenciano por parte de la Real Academia Española. Y en eso estamos.
—¿Se identifica con el ministro Wert y su contestada reforma educativa?
—La reforma era necesaria y los ataques sufridos por el ministro, excesivos. Es la sociedad la que pide esa reforma, y Wert la ha sacado adelante rompiendo inercias, lo que le ha generado unas críticas muy injustas. Ha sido valiente, sincero y responsable.
—La reforma ha sido contestada incluso por consejeros del PP.
—Ha habido mucho debate en torno a ella desde que fue esbozada, y yo creo que ha sido mejorada con las propuestas que se plantearon al Ministerio, las nuestras incluidas. Es el momento de que se le dé una oportunidad a una ley educativa reflexionada por el PP.
—El consenso nunca debe sobrar.
—La educación y la sanidad son los dos ámbitos de gestión que deben permanecer siempre preservados de los intereses políticos. Pero para un PP en el Gobierno es complicado encontrar acuerdos. En este caso, los socialistas no han salvado ni un artículo de la reforma; con esa actitud, llegar a algún tipo de consenso es difícil.
—¿Hay conciencia de la importancia de la educación?
—La sociedad lo tiene más que claro. Otra cosa es el sentido de la responsabilidad en la gestión de la educación. La izquierda no ha perseguido la mejora del sistema, sino dotarlo de determinados rasgos ideológicos, nacionalistas en algunos casos.
—¿Le parece ponderado exigir una nota de 6,5 a un estudiante que opte a una beca universitaria?
—Para mí es una nota razonable si lo que se pretende es inculcar la cultura del esfuerzo, pero su aplicación es poco viable en el actual contexto económico. Por eso se ha reconsiderado.
—¿Cómo ha conseguido sacar adelante el nuevo mapa de titulaciones universitarias?
—Creo que tanto la Conselleria como sobre todo los rectores de las universidades públicas valencianas han actuado con mucha responsabilidad para poner coherencia a una estructura que era manifiestamente mejorable, sobre todo en cuanto a su conexión con el mercado de trabajo y a la exigencia de hacer un uso racional de los recursos de todos destinados al ámbito universitario. Esta es una iniciativa que parte del propio presidente Fabra, y en mi opinión supone un hito en la historia reciente de la enseñanza superior en la Comunidad.
—¿Le han exigido algún tipo de contrapartida para hacer posible el acuerdo?
—No. Los rectores nos han expuesto sus necesidades económicas y nosotros les hicimos ver que tenemos la obligación de acreditar ante los ciudadanos que cada euro que recibe la Universidad está bien empleado. La Generalitat está cumpliendo en este sentido.
—¿Será el próximo curso tan conflictivo como el que acaba de terminar?
—El curso pasado estuvo marcado por las protestas contra los recortes, en torno a los que ha habido mucha demagogia. Hubo un momento en que la Conselleria parecía el único actor en el sector educativo interesado en llevar normalidad al día a día en las aulas. Con el distrito único, con 90.000 alumnos acogidos al plan plurilingüe, con la incorporación del sistema de Formación Profesional dual, con la misma línea de reconocer el mérito y la excelencia y con los contratos-programa plenamente asentados considero que el curso 2013-2014 se caracterizará por la normalidad.
—¿Destinar dinero, como ha hecho la Diputación de Valencia, a abrir los comedores en verano es hacer caridad en el peor de los sentidos?
—En absoluto. Cualquier iniciativa de este tipo en un momento como el actual debe ser bienvenida. La Generalitat dedica 70 millones de euros a becas de comedor. Becamos a los 180.000 niños que acuden a un comedor escolar en la Comunidad. Más allá de eso, la implicación de otras Administraciones en la tarea de ayudar a las familias me parece muy positiva. Otra cosa es lo que se hace en Andalucía: abrir comedores en verano detrayendo el coste de hacerlo de las ayudas reservadas a entidades no lucrativas que, como el Banco de Alimentos, realizan una labor social impagable.

