ARTE
La bienal de Pontevedra mira al Caribe
La realidad de Centroamérica y el Caribe se analiza sin sentimentalismos y en un viaje de ida y vuelta en la trigésimo primera edición de la Bienal de Pontevedra
javier díaz-guardiola
Los proyectos irrealizables en los que nos embarcamos con fe ciega y optimismo son lo que podríamos definir como «utopías». Uno de los topónimos más bellos para referirse a Centroamérica y el Caribe es el de «Tropicos», de forma que «tropical» es todo aquello a ... lo que esto haga referencia. De esta manera, se puede deducir que lo «utrópico», lema de la XXXI bienal de Pontevedra , dirigida en esta ocasión por el crítico Santiago Olmo , sería algo así como la esperanza en la capacidad creativa y transformadora de esta región de Latinoamérica. Cabe señalar, no obstante, que con las mismas letras de todos estos conceptos podemos esbozar otro término, el de «tópico» –paisaje, color, calor, mestizaje...–, muy recurrente en toda mirada dirigida a un continiente con el que España tiene muchos menos lazos afectivos de los que debería
Esta no es una bienal de grandes nombres, aunque los hay, sino de muestras de tesis bien trabadas
Se puede precisar que este riesgo ha sido muy bien esquivado en esta cita artística, que lleva varias ediciones teniendo como leit motiv una región del planeta , y que quizás nunca como hasta ahora, también por la incidencia de la crisis, se plantea las posibilidades de un modelo, el bienalístico, cada vez más en entredicho. Y lo hace vinculando la reflexión al contexto de forma firme y apostando por la dimensión didáctica y el legado que la cita pueda aportar.
Santiago Olmo tiene claro que esta no es una bienal de «grandes nombres» –aunque los hay– sino que un conjunto de muestras y proyectos bien articulados y en diferentes sedes (no sólo en Pontevedra, sino también en Santiago, Vigo y Vilagarcía de Arousa) dan una lectura plural y mucho más exhaustiva de la materia abordada.
Sin fisuras
En este sentido, la contextualización del proyecto es capital y no admite fisuras. La bienal se aprovecha de una baza importante que es la relación que Galicia y Latinoamérica establecieron durante el siglo XX debido a la emigración y que ha sido siempre un camino en las dos direcciones. Como decíamos, poco resquicio hay para los sentimentalismos (aunque no podían faltar los reportajes fotográficos de clásicos como Manuel Ferrol o José Suárez, con el contrapunto desde Sudamérica en la espléndida muestra Migraciones , comisariada por Rosina Cazali).
El otro de los fuertes de la cita es su vocación divulgativa . De ahí la vinculación con la Facultad de Bellas Artes de la ciudad (institución con la que, hasta la fecha, poco o nada se había contado en la organización de la bienal, y que recoge proyectos fundamentales como el de Nuria Güell, que ofrece los resultados de su intercambio en Cuba de su conexión a Internet, a la que solo tienen acceso los extranjeros, por información vital para sobrevivir en la Isla), el proyecto didáctico Tras-misiones (en el que participan colectivos de primer orden como Alg-a, Cátedra de Conducta o TEOR/éTica) o el centrado en la performance titulado Archiv-acción , para el que la gallega Carme Nogueira ha diseñado un dispositivo de vídeo que facilita su recepción. Y hasta cabe mencionar las audioguías que marcan el recorrido por el Museo de Pontevedra, ya que son un proyecto autónomo del colectivo sonoro Escoitar (que también ha puesto en marcha una emisora de radio de la bienal).
Un paseo casi cronológico
Aunque podríamos considerar como base de operaciones al Museo de Pontevedra, el relato que propone Utrópicos llega a ser casi cronológico y arranca en el Museo Histórico de la Diputación de la ciudad. Su participación sabe a poco, pero en sus salas se funde con ironía la prehistoria gallega con las intervenciones puntuales de Nadín Ospina y Olmo Blanco. De vuelta al Museo , la planta baja establece ese viaje de ida y vuelta entre Galicia y el Trópico en los años 40 (Wilfredo Lam junto a Laxeiro; Maruja Mallo y Luis González Palma; Granel, Leiro, Bedia, Santiago Mayo, un brutal Castelao...) y crea el colchón ideológico para la mencionada Migraciones (Betsabé Romero, Ronald Morán, Adan Vallecillo....) y El aguacero, la siesta, el cañaveral, el tabaco , verso del cubano Virgilio Piñera para contextualizar la relación del Caribe con su economía, sus contextos políticos, sus discursos post-coloniales y sus excesos (poderosos Donna Conlon, Jean FranÇois Boclé, Jhifis Quintero, Joscelyn Gardner, Reiner Leiva...). Por el museo se dispersan otras instalaciones que amplían el discurso y firmadas por Soledad Sevilla, Priscilla Monge, Limber Vilorio , Jorge Perianes ...
El riesgo a caer en el tópico ha sido bien esquivado en una cita que se plantea la crisis del modelo
Sin salir de Pontevedra, La Fundación RAC alberga una poderosa exposición de Tania Brugera . Vilagarcía es la base de las intervenciones públicas de Federico Herrero (que interviene la fachada de los almacenes del puerto), Olmo Blanco (que dibuja una alfombra de acceso a la playa), Chemi Rosado (que ha creado una escultura monumental que sirve de pista de skate )... En Santiago, el CGAC recupera la figura local del cineasta Chano Piñero y Vigo, desde el MARCO , se rinde al videoarte y al cine actual proveniente de Centroamérica.
El único borrón de este entramado , la paradójica relación de las instituciones públicas implicadas dependientes de la Diputación. Ellas han forzado en algunos casos los contenidos de las citas y su exhibición. Algunas ni siquiera lucen distintivo de participación. Maniobras que torpedean, no sabemos con qué finalidad, el éxito completo de la bienal.
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