El joven Bernhard y el santo Rimbaud
Un ensayo de juventud revela la admiración del dramaturgo por el genio simbolista
El joven Thomas Bernhard tenía 23 años, la edad en que Rimbaud había abandonado definitivamente la literatura, y con motivo del centenario del francés, en 1954, se sumerge en una identificación literaria y religiosa con la experiencia vital de quien califica como “un ... santo” literario.
Es un texto del austríaco, del que no se tenía noticia y que ha recuperado el semanario Die Zeit . El atormentado dramaturgo reflexiona sobre el carácter precoz y vivencial de quien, a su edad, había escrito sus “Iluminaciones” y apenas ya escribiría más. En él “está todo lo que le falta a los contemporáneos: belleza y reverencia, en el sentido más profundo de la palabra".
Bernhard (1931-1989) acaba de publicar “Hambre grande, inconcebible” y, sin saber que él mismo nunca recibiría el Nobel, asume que los auténticos poetas sólo recaban reconocimiento tras haber muerto en desamparo, y trae a colación a Trakl y a Hölderlin junto al autor de “Una temporada en el infierno”. De nuevo en edades paralelas, publicará al año siguiente Bernhard su poemario “Así en la Tierra como en el Infierno”.
El maldito mundo cultural
El ensayo que ve la luz lo leyó el austríaco por el centenario del poeta simbolista, en Salzburgo, donde vivía con sus abuelos a causa de su inestable familia. El que sería prolífico autor de “La partida de caza” o el “Malogrado”
maldice ya, como hará toda su vida, el mundillo cultural burocratizado y a la sombra del poder
La vida del francés habría sido "tan violenta, tan abismal y sin embargo tan religiosa como la vida de un santo", escribe no sin religiosidad quien luego desgarraría en sus obras la tradición cristiana. Admira el “carácter religioso” de la experiencia de “mirar a la cara al mundo como hizo Rimbaud, profundamente y en el centro”. Bernhard disputa las burlas sobre la Iglesia, por más que “se pueda llamar malos a los malos curas”, pero “también se debe alabar el brillo y la bondad de Dios como lo hizo Rimbaud desde el principio hasta el final con una violencia elemental”. Pero al contrario de quien, asqueado de la literatura y su salvaje existencia con Verlaine, abandonó tan pronto la pluma, Bernhard iba a ser un autor muy prolífico , si bien aquejado también de salud, pasado e inadaptación social.
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