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Una «Capilla Sixtina» de 3.500 años

Una «Capilla Sixtina» de 3.500 años

POR SUSANA GAVIÑA

MADRID. «¡Alá u-Akbar!» (¡Dios es el más grande!) es lo que exclamó rais Ali Farouk cuando entró, junto a José Manuel Galán, a la cámara mortuoria de Djehuty. Ante sus ojos se revelaba una imagen que nunca nadie «hubiera imaginado en sueños encontrar: una Capilla Sixtina del 1500 a.C», confesaba ayer Galán, director de la campaña arqueológica hispano-egipcia que lleva por nombre Proyecto Djehuty y que desde hace ocho años se desarrolla en la necrópolis de Dra Abu el-Naga, en la orilla occidental de Luxor (antigua Tebas), con el apoyo económico de la Fundación Caja Madrid.

Ante sus ojos se abría una cámara mortuoria de tres metros por tres metros, con una altura de metro y medio, decorada completamente -techos y paredes- con los textos del Libro de los Muertos. «Habitualmente se hacían enterrar con él pero transcrito en papiro», matizó ayer Galán durante la presentación a los medios de comunicación. El Libro de los Muertos era un salvoconducto para el difunto para superar los obstáculos en su viaje hacia el más allá y para alcanzar la vida eterna.

Escriba de Hatshepsut

Después de atravesar el patio del edificio funerario, se vislumbran varios pasadizos que desembocan en una entrada que, tras bajar ocho metros y medio, da paso a una ante-cámara mortuoria, descubierta el pasado año por el equipo de Galán. En un rincón de ella, se percataron de la existencia de un acceso a otro pozo. Tres metros de descenso y ante ellos se abre una sala nueva y más pequeña: esta sí es la cámara mortuoria de Djehuty, escriba real, supervisor del Tesoro y de los trabajos de los artesanos del rey bajo las órdenes de Hatshepsut, una de las pocas mujeres que ejerció -durante 22 años- de faraón en torno al año 1480 a.C.

Al dirigir la luz hacia la nueva estancia, Galán y Farouk quedaron perplejos ante lo que encontraron: las paredes y el techo estaban decorados con policromía. «Esto es algo que sólo se había visto en otras cuatro cámaras mortuorias algo posteriores -señala el investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)-. Ésta tal vez es la primera de la dinastía XVIII que retoma una tradición de las pirámides para hacer el viaje al más allá de una manera más segura». En ella, el ataúd del difunto está literalmente envuelto por el Libro de los Muertos.

Pendientes de oro

Protegidos con cascos y mascarillas, un equipo de expertos -en topografía, geología, arqueobotánica, paleontología, en epigrafía...- ha ido desentrañando y apuntalando durante los últimos años los secretos de esta tumba-capilla. Ahora deberán centrar sus esfuerzos en la restauración de esta sala en la que además de los textos del Libro de los Muertos, pintados en negro y rojo («con este color subrayaban las partes esenciales o la entrada de los capítulos»), se pueden ver imágenes del dios Sol Ra en la barca que lleva a Djehuty hacia la vida eterna, o la diosa Nut, diosa del cielo, que aparece en el capítulo 125 del libro, conocido como La confesión negativa.

«También se pueden ver dibujos como un cocodrilo, una golondrina o una flor de loto, formas que tomará el difunto para superar los obstáculos para alcanzar la vida eterna», explica Galán.

Además de esta decoración, en esta campaña el equipo del egiptólogo ha encontrado varios pendientes de oro. «Los hombres importantes tomaron la costumbre de usarlos como hacían los nubios, algo que adoptaron después los faraones».

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