San Felíu de Guixols, alma de la Costa Brava
La playa de San Pol, las mansiones burguesas y el contraste entre el azul del mar y el rojo de los promontorios adornan el conocido corazón turístico de Gerona
sergi doria
Si la Historia fuera una partida de cartas, San Felíu de Guixols llevaría el póquer ganador: industria, paisaje, gastronomía y cultura. Así lo confirmaba hace medio siglo, uno de sus hijos más lúcidos: Agustí Calvet, "Gaziel", en su memorable "San Felíu de la Costa Brava": ... A esta "villa ochocentista" de burgueses del corcho y pescadores le tocó la lotería. Hablamos de San Felíu, pero... ¿qué significa "Guixols"? Según la etimología proviene del latín: "iecsalis" o "guissalis", que significa cuerda o cordel.
Al igual que otras poblaciones ampurdanesas, como el Palafrugell de Josep Pla, la San Felíu decimonónica eclosionó gracias al corcho de Extremadura y Andalucía que se manufacturaba en sus fábricas para abastecer la producción de champán francés; la demanda trajo el ferrocarril y un dinámico puerto mercante. La enriquecida burguesía quería habitaciones con vistas y construyó mansiones en el paseo del mar; porque la otra lotería de San Felíu es el paisaje: una bahía con panorámicas envidiables desde la ermita de San Elm o la carretera de Tosa de Mar. El periodista Ferran Agulló subió en 1910 hasta la ermita: la emoción de los promontorios marrones rojizos que contrastaban con el intenso azul le impulsó a bautizar toda aquella belleza: Costa Brava. Quienes conocen el Cantábrico o el Atlántico observarán que lo de Brava es un tanto excesivo, pero la toponimia ganó fortuna y abarca la costa de Tordera a Francia. Agulló difundía la Costa Brava y en la céntrica Rambla Vidal el olor a tinta de la imprenta de Octavio Viader se mezclaba con el vaho de la corteza de corcho requemada, hervida y humedecida. En las tabernas, los pescadores entonaban habaneras, leían el periódico local y comían el tradicional "peixopalo"... Bacalao, corcho y corcheas. Un corcho que podía dar mucho más que tapones... Viader lo intuyó así: en el Tercer Centenario cervantino imprimió un Quijote con hojas de ese material. El primer ejemplar, con letras de panes de oro, fue para Alfonso XIII.
La auténtica playa de San Felíu está más al norte y se llama San Pol. En ese bello enclave, Josep Ensesa lanzó el turismo moderno con la urbanización de S’Agaró y el Hostal de la Gavina de estandarte "high life" cosmopolita. Con el "boom" turístico años sesenta todo iba, tal vez, demasiado bien y la burguesía local se durmió en los laureles. No es extraño que a los naturales del lugar se les llame "ganxons", lo confortable te engancha; o que se atribuya a Rusiñol aquello de que San Felíu "es una jaula de oro llena de mochuelos", otra alusión al ensimismamiento de la prosperidad.
Con la industria corchera en el museo, San Felíu se sitúa en los mapas del turismo cultural: el monasterio románico que dio vida a la ciudad e inspiró el festival de la Porta Ferrada alberga el Espacio de la baronesa Thyssen, nacido del mecenazgo de Carmen Cervera y embrión del futuro museo Thyssen. En el siglo XXI, San Felíu quiere volver a ser el alma de la Costa Brava.
San Felíu de Guixols, alma de la Costa Brava
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