Este patio es una de las primeras y menos conocidas joyas del Renacimiento en España
El patio del embajador Vich, reconstruido en 2006 en el Museo de Bellas Artes de Valencia, formaba parte de un edificio singular del siglo XVI que fue demolido en el XIX
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Iniciar sesiónEl Museo de Bellas Artes de Valencia ha sido este año un lugar imprescindible para celebrar el Año Sorolla, con una nueva sala permanente y una exposición temporal con los fondos de la Colección Masaveu. En 2022, antes de este gran reclamo, ... pasaron por las distintas salas del edificio 165.948 personas, un 67,5% más que el año anterior. Y en el primer semestre de 2023 ya se han contabilizado 120.234. Muchas de esas visitas, sobre todo las de turistas de fuera de Valencia, tal vez desconocían que allí -como nexo de unión entre los dos edificios del museo- está desde 2006 el Patio del Embajador Vich, una de las primeras y menos conocidas obras de la arquitectura renacentista en España.
El protagonista de esta historia es Jerónimo Vich y Valterra, barón de Llaurí (1459-1535), que fue desde 1507 el embajador de Fernando el Católico y Carlos V ante la Santa Sede, en los pontificados de Julio II y Leon X. En aquellos años participó activamente en la política internacional. Luego, en 1521, regresó a Valencia con importantes pinturas, entre ellas varias de Sebastiano del Piombo, amigo de Miguel Angel y uno de los nombres de referencia del Renacimiento italiano. Unos años después (no hay documentos que precisen la fecha) comenzó a levantar su nueva residencia en el lugar que ocupaba la casona familiar. «Se hizo construir un palacio urbano como los que había frecuentado en Roma», señala Pablo González Tornel, director del Museo de Bellas Artes de Valencia.
El resultado recibió múltiples elogios. Sobre todo, el patio. «Era lógico que la arquitectura del Renacimiento entrara a España por Valencia», continúa González Tornel. En el aspecto pictórico, en efecto, ya había llegado a través de los Borja (Borgia en Italia), poderosa familia de Papas y santos de origen aragonés (de la localidad de Borja) pero muy vinculada a Valencia, ciudad a la que enviaron a los pintores Paolo de San Leocadio y Francesco Pagano.
Sobre la construcción del palacio y el diseño original también hay muchas teorías. ¿Acaso intervino la mano de Antonio da Sangallo, arquitecto del Renacimiento italiano?, se preguntan algunos. Seguramente, nunca se sabrá. González Tornel recuerda que en aquellos años el arquitecto como autor intelectual no era una figura reconocida (lo fue a partir del la construcción del monasterio de San Lorenzo de El Escorial). «Pero lo cierto es que este patio es muy importante y relevantepara la historia del arte. Podemos ver la primera serliana (recurso que divide un hueco en tres partes, con un arco entre dos dinteles) en España, contemporánea de la que construyó Carlos V en La Alhambra de Granada».
El palacio urbano del embajador Vich tuvo, tras su muerte, usos sorprendentes. Fue una imprenta, por ejemplo. Y, poco a poco, se fue deteriorando hasta que fue vendido y demolido en 1859. A ese drama sobrevivieron muchos de los mármoles del patio, que en su momento se había traído de Génova, la mayor parte de los cuales (se dice que el 80 por ciento del conjunto) se guardaron en el convento gótico del Carmen, hoy sede del Centro del Carmen de Cultura Contemporánea.
Entre 2005 y 2006 el patio fue reconstruido, con ese azul celeste inconfundible que muestran las imágenes, en el Museo de Bellas Artes, donde ahora cualquiera puede verlo y disfrutarlo, y comprobar su importancia, clave del Renacimiento en España junto al del castillo de Vélez Blanco (se construyó entre 1506 y 1515 por orden de Pedro Fajardo y Chacón, se vendió a principios del siglo XX y se instaló posteriormente en Nueva York) y el del castillo de La Calahorra (1509-1515).
Para el Museo de Bellas Artes, el 'patio Vich' «es el perno de unión entre los dos edificios fundamentales que lo componen», señala González Tornel. Por una parte, el llamado Portaceli, el edificio de San Pío V, rehabilitado a finales del siglo XX sobre el proyecto de los arquitectos Manuel Portaceli y Álvaro Gómez-Ferrer, que alberga la colección más antigua, medieval y barroca, del museo. Y por otra, el edificio del arquitecto Juan Bautista Pérez Castiel, del siglo XVII, que curiosamente alberga la parte más moderna de la colección, de los siglos XIX y XX, con la nueva sala Sorolla. «El patio es el paso natural de una parte a otra. Y se ha recuperado la primera planta para una colección de esculturas que hasta ahora no se exponía».
Pistas
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Dónde. Museo de Bellas Artes de Valencia. C/ San Pío V, 9.
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Horario. De 10.00 a 20.00 horas, todos los días excepto el lunes.
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Precio. Entrada gratuita.
En el 'patio Vich', que ha adquirido un nuevo protagonismo como nexo de unión y zona de paso hacia las nuevas salas abiertas este año, se exponen hasta el próximo 10 de diciembre una decena de esculturas que forman parte de la programación de la 6ª edición de la Bienal de Valencia Ciutat Vella Oberta.
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