De la nueva sala Sorolla a un menú de 14 platos: así recuerda Valencia al pintor de la España blanca

Sorolla está desde principios de año en los titulares de los periódicos y en la programación de los museos, pero la fiesta aún no ha terminado. Hace unos días se presentaron dos iniciativas que hablan del interés en prolongarla. La diseñadora Alba García mostró tres de los veintitrés trajes que forman parte del proyecto 'Sorolla: moda y sostenibilidad', que podrán verse en el Edificio del Reloj, del 30 de octubre al 11 de noviembre. La segunda corre a cargo del grupo Seguridad Social, y de su líder, José Manuel Casañ, quien afirmó que el 90 por ciento de sus canciones las ha compuesto entre la Malvarrosa y la Devesa, con la luz de Valencia/Sorolla.

En un día en busca del gran pintor hay que reservar al menos un par de horas para visitar el Museo de Bellas Artes, dirigido por Pablo González Tornel, también comisionado del Año Sorolla. Allí conviven dos exposiciones. La primera, permanente, está en una nueva sala Sorolla, inaugurada el pasado mes julio, y reúne cuarenta y seis obras poco habituales. No hay playas ni niños jugueteando, pero sí retratos y algunos de sus primeros trabajos. El cambio de sala vino forzado por la llegada de un cuadro mayúsculo, 'Yo soy el pan de la vida', una escena de temática religiosa poco habitual en su producción y uno de los lienzos de mayor tamaño en su trayectoria (417 x 528,2 cm), imposible de acomodar en el anterior espacio.

La segunda exposición -temporal, hasta el 15 de octubre- reúne todos los cuadros (también 46, curiosamente) de la colección Masaveu, entre los que sobresale 'La familia de don Rafael Errázuriz Urmeneta' (1905), el retrato de grupo más complejo pintado por Sorolla, un prodigio de sombras y luces.

Dice González Tornel que la España blanca (Sorolla y sus amigos Benlliure y Blasco Ibáñez) debió ser más feliz que la España negra (Zuloaga, Unamuno). No hay un termómetro de felicidad, pero lo cierto es que los primeros ganaron mucho dinero, y disfrutaron la luz, el mar y lo que ahora llamaríamos buena vida. Sorolla falleció en Cercedilla, en la sierra de Madrid, pero le enterraron en Valencia con honores de capitán general y con 450.000 personas en la calle, según afirma el cocinero Jorge de Andrés.

De Andrés, apasionado por la figura de Sorolla, ejecuta cada día en su restaurante Vertical uno de los espectáculos culturales y gastronómicos más apasionantes que pueden verse en España. Desmenuza paso a paso la vida y obra del pintor, mientras los comensales degustan catorce platos inspirados en los catorce paneles de la obra cumbre del artista valenciano, 'Visión de España', un encargo de Archer Milton Huntington y la Hispanic Society de Nueva York que le llevó más de siete años y que ocupa una de las salas de esa institución. El menú Sorolla solo se sirve si está el cocinero De Andrés, lo que da idea de su implicación.

El día valenciano puede continuar con 'Sorolla, una nueva dimensión', una exposición que permanecerá abierta hasta final de diciembre en La Marina de Valencia. Se trata de un acercamiento inmersivo a través de la tecnología (gafas de realidad virtual y proyecciones en paredes de gran tamaño) a la obra y vida del artista, especialmente divertido para ir en familia.

El 5 de octubre se inaugurará en la Fundación Bancaja 'Sorolla a través de la luz', una exposición que ya pasó por el Palacio Real de Madrid con gran éxito: la vieron más de 160.000 personas. Y aún puede que haya una sorpresa final. En el acto de presentación de los diseños de Alba García y la última canción de Seguridad Social, la alcaldesa de la ciudad, María José Catalá, prometió «una nueva exposición sobre la figura de Joaquín Sorolla en la Casa Museo Benlliure». Próximamente, dijo.