El magnífico monasterio con vistas a los Picos de Europa que hay que visitar este año

Dice la leyenda que Santo Toribio vino desde Tierra Santa con la misión de evangelizar Cantabria y que, cuando contemplaba estas tierras desde el monte de la Viorna, lanzó su báculo y donde cayó erigió un templo, antecedente del edificio actual. El monasterio fue declarado Bien de Interés Cultural en 1953 y Patrimonio Mundial de la Unesco en 2015.

Su fundación se remonta al siglo VI cuando Toribio de Palencia, un monje anterior al santo del mismo nombre, se entregó allí a la oración. Poco después empezaron a llegar los peregrinos para venerar la reliquia que Santo Toribio de Astorga (hay controversia sobre si el de Palencia y el de Astorga eran la misma persona o no) había traído de Tierra Santa: el trozo más grande que según la tradición se conserva de la Cruz de Cristo. Hay quien incluso dice que este 'lignum crucis' corresponde al brazo izquierdo del madero de ciprés en el que murió Jesús. Sea como fuere, a estos peregrinos se les conoce como 'crucenos' o 'cruceros'.

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Liébana es con Jerusalén, Roma, Caravaca de la Cruz (Murcia) y Santiago de Compostela los únicos destinos jubilares del catolicismo. El edificio actual es de mediados del siglo XIII, de estilo gótico cisterciense. En su fachada exterior hay dos portadas, la entrada habitual y la Puerta del Perdón, que solo se abre al comienzo de cada año jubilar. Esta última, tiene forma abocinada (cónica), con tres arquivoltas sustentadas por columnas. La hoja de madera tiene quince efigies modernas en bronce en las que aparecen otros tantos santos lebaniegos: Toribio, Beato, Tholobeo, Hetéreo, Justo, Lucrecio, Sisenando, Opazo, Sinobi, Caradoro, Opila, Euxóstomo, Prodendio y Nonnita.

Muy cerca, a unos 20 km, se encuentra el teleférico de Fuente Dé que es -junto con el monasterio de Santo Toribio y Potes- uno de los tres atractivos turísticos más conocidos de Liébana. Desde hace cuarenta años, este funicular sube a los turistas hasta los llanos de Áliva (1.825 metros de altitud), salvando en poco más de tres minutos un desnivel de 753 metros en los Picos de Europa. Dicen que cuando los marinos volvían de América por el Cantábrico, lo primero que veían eran unas altas montañas a las que llamaron Picos de Europa.

Todo Liébana está salpicado por pequeños pueblos con mucho encanto, como Mogrovejo. Sus casas de piedra y teja roja típicas de Liébana se alzan a los pies de una torre medieval de finales del XIII y parecen el escenario de un cuento. Y así fue cuando en 2016 se convirtió en una aldea de los Alpes suizos, escenario de la película 'Heidi, reina de la montaña', basada en el cuento de Johanna Spyri que años antes se convirtió en una popular serie de dibujos animados. Una de esas casas alberga el Museo de la Escuela Rural en el que se recrea un aula tal y como era a principios del siglo XX.

Otro es Piasca, pueblo con menos de cien habitantes que posee una de las piezas más importantes del románico cántabro, la iglesia de Santa María, declarada Monumento Nacional en 1930. Su excepcional pórtico muestra el prodigioso trabajo del maestro Covateiro y su discípulo Juan de Piasca, que dirigían en el siglo XII un taller cantero itinerante. Y Lebeña, a orillas del río Deva, que posee una iglesia mozárabe del siglo X, el mejor ejemplo de este arte mestizo de Cantabria, algunos creen que de toda España.

Liébana, región cántabra que linda con Asturias, León y Palencia, tiene una marcada personalidad, un microclima más templado, seco y soleado que el de sus vecinos, y una baja densidad de población que no llega a los diez habitantes por kilómetro cuadrado. Características que con el tiempo fueron virtudes cardinales para el desarrollo del turismo.

Potes, capital de Liébana, a menos de tres kilómetros, del Monasterio de Santo Toribio es un pueblo bonito, Capital del Turismo Rural en 2020 y Bien de Interés Cultural desde 1983. Los romanos la llamaron Pontes, por sus puentes sobre el río Quiviesa, y todavía lo cruzan tres de ellos, el Nuevo, el de San Cayetano y el de la Cárcel, antes de confluir en su hermano mayor que viene desde los Picos de Europa, el río Deva.

Conocida también como la Villa de las Torres, tiene un Barrio Colgante asomado a la hoz del Quiviesa. La Torre del Infantado es el edificio más representativo. Sólida construcción cuadrangular del s. XIV, se levanta junto al río en un enclave históricamente estratégico y hoy alberga una gran colección de facsímiles medievales.