Así es el nuevo Ferrari clásico de Fernando Alonso valorado en medio millón de euros
El piloto asturiano ha sido visto al volante de un Ferrari 512 TR por las calles de Montecarlo. Te mostramos cómo es este icono del Cavallino Rampante que también tuvo en su poder otro grande del deporte, Michael Jordan
Los coches de lujo que Fernando Alonso ha tenido en su garaje
Fernando Alonso no deja indiferente a los curiosos, móvil en mano, graban y fotografían los mejores coches que circulan a diario por la calles de Montecarlo. En apenas unos meses, gracias a estos reporteros aficionados, hemos descubierto nuevas joyas que tiene el piloto español en ... su garaje. La última es realmente especial: un Ferrari 512 TR de principio de los años 90. Ni más ni menos que el sustituto del icónico Ferrari Testarossa.
Casualidad o no, Fernando Alonso ha sacado a pasear una joya clásica de Ferrari la misma semana que el Cavallino Rampante ha anunciado que recupera la denominación Testarossa para un nuevo modelo: el 849 Testarossa, que supone la reinvención de un icono de los deportivos de finales del siglo pasado.
El asturiano, quizá —quién sabe— alentado por las voces críticas con la denominación elegida por Ferrari para su nuevo hypercar, que no mantiene ni hace un guiño al detalle estético más carismático del Testarossa original, sus aberturas laterales, ha sido visto por Mónaco conduciendo una unidad en color rojo Ferrari del 512 TR, el mismo coche, pero en color negro, que tuvo en su garaje Michael Jordan entre 1992 y 1995, un coche, por cierto, que se hizo viral cuando fue reencontrado tras permanecer muchos años en paradero desconocido.
No sabíamos, y eso que te habíamos contado detalles del garaje de Fernando Alonso en el pasado —su última adquisición había sido el Ford GT Holman Moody Heritage Edition—, que el asturiano poseía, como Jordan, una unidad del 512 TR. De hecho, cuando se deshizo de su Ferrari Enzo por cinco millones de euros pensamos que, quizá, el deportista español se desligaba así personalmente del Cavallino Rampante, firma para cuya escudería de Fórmula 1 pilotó hace ya muchos años.
Pero no estábamos en lo cierto con esta conjetura. Alonso vuelve a demostrar su amor por Ferrari con este coche que es historia viva de la fábrica de Maranello, ya que se trata del modelo, junto al Testarossa original y el F512 M, que forma lo que la marca fundada por Enzo Ferrari denomina «el triunvirato del Testarossa». No es vano, esta es la denominación más popular de cuántas ha elegido Ferrari a lo largo de su historia para bautizar sus creaciones, al menos de su historia moderna.
Así es el Ferrari 512 TR
El 512 TR, que mantiene las siglas de la denominación original, es el sucesor del Ferrari Testarossa, con el guarda innumerables similitudes a nivel estético, incluidas las citadas aberturas laterales, sello del Testarossa, o los datos emergentes (que se pueden ocultar), que ya no estuvieron presentes por cambios de seguridad en la normativa, según explica Ferrari, en el F512 M, modelo posterior al 512 TR.
Uno de los cambios más significativos del 512 RT con respecto al Testarossa fue su potencia, que se amplió hasta los 428 CV. Por esta razón, el Ferrari 512 TR homologaba un paso de 0 a 100 km/h en 4,8 s y una velocidad punta de 313,8 km/h.
Ferrari explica así los cambios mecanismos más importantes que afectaron a este modelo que tiene Fernando Alonso en su garaje: «Los ingenieros de Ferrari consideraron oportuno montar el grupo propulsor —motor bóxer de 12 cilindros— 30 mm más bajo para mejorar el centro de gravedad y optimizar el momento polar de inercia. También se mejoró la rigidez estructural del TR y se aumentaron las dimensiones de las llantas (obsérvese su distintivo diseño de cinco radios) y los neumáticos para ofrecer una experiencia dinámica más nítida en general», señala.
A nivel estético, el interior fue rediseñado con cambios en el volante y los asientos con el objetivo de mejorar el confort y la ergonomía del conductor y el copiloto del biplaza, mientras que los cambios fueron sutiles en el exterior.
Se aprecia «una nariz (morro) retocada y una cubierta del motor parcialmente negra, pero esta estética inconfundible de los años ochenta no perdió frescura con el avance de la nueva década», reconoce el Cavallino Rampante. Sobre el morro, Ferrari recuerda su semejanza con el del Ferrari 348 de 1989, «caracterizado por la forma de la rejilla con el Cavallino Rampante cromado y limitada en los lados con los intermitentes y las luces de posición».
Destaca también en lo estético el rediseño de la parte trasera del coche. Por ejemplo, se rediseñó el faldón, «con unas curvas más esculpidas y una forma diferente para el hueco de la placa de matrícula», indica Ferrari. Y también es distinta en el 512 TR la rejilla del capó motor: «El capó motor del Testarossa destacaba por un panel central elevado del color de la carrocería, con unas láminas negras satinadas por detrás y en los laterales. Con la llegada del 512 TR, la sección elevada y las láminas con un nuevo perfil a cada lado estaban pintadas en negro satinado, mientras que las láminas de la parte trasera eran del color de la carrocería. Una placa con la inscripción 512 TR adornaba el labio posterior de la cubierta del motor, con la inscripción Ferrari en la cara trasera superior y la denominación Testarossa colocada sobre la parte de arriba de la mencionada sección central en negro satinado», recuerda el Cavallino Rampante.
Las llantas son protagonistas del otro gran cambio estético en el 512 TR con respecto al Testarossa. Sobre ellas, ligeramente más grandes que en su predecesor, Ferrari explica que «las nuevas llantas de aleación eran una elegante interpretación del tradicional diseño con cinco radios tipo 'estrella' de Ferrari, y se caracterizaban por la suave curva de dichos radios».
La carrocería del 512 TR, cuyo nombre se debe a la cilindrada del motor expresada en litros («5») y los cilindros del mismo («12»), mantenía una distancia entre ejes igual que el Testarossa, 2.550 mm. El coche se produjo en serie en dos versiones: con el volante a la izquierda y a la derecha, en función del país de destino de cada unidad.
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En la actualidad, una unidad del 512 TR como la de Fernando Alonso oscila en el mercado de segunda mano por un precio que va desde los 200.000 euros hasta casi el medio millón en función de su estado de conservación, kilometraje e historia. No es ni mucho menos un Ferrari clásico costoso: solo hay que compararlo con el más caro jamás subastado, un GTO 250 del año 62 que se vendió en 2023 por 48 millones de euros.
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