La primera española atacada por la úlcera de Buruli, la 'bacteria devoradora' de carne humana
Al principio los médicos leoneses se vieron desconcertados con el caso de Patricia Casas hasta que llegaron a un diagnóstico que le supuso pasar por un largo calvario de cuatro años
Resistencia a los antibióticos: Los proyectos que ya trabajan para frenar una próxima epidemia
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Iniciar sesiónLa científica Patricia Casas estuvo trabajando en Perú ocho meses, en 2013, y a su regreso notó como poco a poco le brotaba una úlcera en su brazo, parecida a la quemadura de un cigarro. La llaga se fue extendiendo del codo a la axila, ... y terminó midiendo 12 centímetros de diámetro. Los médicos al principio estaban desconcertados porque no habían visto nada parecido, llegaron a pensar que tenía Leishmania, una enfermedad producida por la picadura de un mosquito. Fue tratada en un hospital de León. Y el diagnóstico de los médicos, al final, fue una enfermedad bacteriana llamada úlcera de Buruli. Esta bióloga pasó un calvario, recibiendo antibióticos durante dos años que le causaron daños en el hígado y sordera, y recién a los cuatro años recibió el alta definitiva que terminó con Débora, así es como llamaba amigablemente a esta bacteria. El caso de Casas es único en España y ahora se ha dado a conocer a través de su entrevista en el programa 'Horizonte'.
La úlcera de Buruli es considerada por la OMS una enfermedad desatendida, que se extendió por primera vez como una epidemia en el condado de Buruli, en Uganda. Actualmente está presente en más de 33 países desde 2002, especialmente en aquellos con climas tropicales y subtropicales. Aunque también se han dado casos en Australia y Japón.
Según la OMS es una infección incapacitante causada por la bacteria Mycobacterum ulcerans. El germen que la cusa pertenece a la misma familia que los agentes de la tuberculosis y la lepra. Todavía es una incógnita el mecanismo por el que la enfermedad pasa del medio al ser humano. Afecta a menudo a la piel y, a veces, al hueso, y puede causar desfiguraciones permanentes y discapacidad de larga duración. No se conoce el mecanismo de transmisión de la enfermedad ni hay forma de prevenirla.
Síntomas
La úlcera de Buruli comienza como una hinchazón indolora (nódulo), un endurecimiento de una zona más amplia o una inflamación difusa e indolora de las piernas, los brazos o la cara. La enfermedad puede manifestarse sin que provoque dolor o fiebre. Sin tratamiento, e incluso a veces con él, estos nódulos pueden convertirse en úlceras al cabo de cuatro semanas. Y en ocasiones se ve afectado el hueso lo que conduce a deformidades.
La enfermedad ha sido clasificada en tres categorías en función de la gravedad del cuadro clínico. Y las lesiones surgen muchas veces en las extremidades. Las pápulas que se dan al principio pueden ser confundidas con la picadura de un insecto o con forúnculos, tuberculosis ganglionar, o afecciones fúngicas subcutáneas, entre otras. La celulitis también puede parecerse al edema causado por la infección por M. ulcerans, pero en el caso de la primera hay dolor y fiebre.
Tratamiento
En Australia se combina con buenos resultados rifampicina y moxifloxacina, pero no hay ensayos que respalden su eficacia definitiva. Además, para acelerar la curación y reducir el tiempo de hospitalización se usan intervenciones como el tratamiento de las lesiones y la cirugía, por ejemplo mediante injertos de piel. Puede requerir de fisioterapia para prevenir la discapacidad o llevar a cabo la rehabilitación.
Control
Tal como informa la OMS en la actualidad no hay medidas de prevención primaria contra la úlcera de Buruli, cuyo mecanismo de transmisión se desconoce. La vacunación con BCG solo confiere una protección limitada.
La OMS tiene un plan para acabar con estas enfermedades desatendidas, para 2030, Ya que la lista es larga, desde dengue, rabia a otras desconocidas o ignoradas, como ascariasis, cisticercosis, esquistosomiasis, oncocercosis. Y es que la detección precoz y el tratamiento antibiótico es clave para su control, unido al saber hacer de los sanitarios a la hora de detectar casos.
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Especialmente porque estas enfermedades olvidadas afectan a una sexta parte de la población mundial, causan más de 534 mil muertes al año y una pérdida de unos 57 millones de años de vida productiva. Con lo que saber actuar, y aumentar las investigaciones en este campo es fundamental.
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