El Papa se reúne en Lisboa con víctimas de abusos cometidos por religiosos

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Paola Ugaz

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Fue durante el rezo de vísperas en el imponente Monasterio de los Jerónimos, epicentro de esa fe portuguesa que llevó a los navegantes a zarpar al océano, en una ceremonia a la que se participaron todos los obispos del país, y cientos de sacerdotes, religiosas, religiosos y seminaristas.

El Papa aseguró que los casos de abuso exigen «una purificación humilde y constante, partiendo del grito de dolor de las víctimas, que siempre deben ser acogidas y escuchadas».

Precisamente, a última hora del día Francisco se reunió en la nunciatura con 13 personas que, según el Vaticano, eran 'victimas de abusos cometidos por el clero, acompañadas por algunos representantes de instituciones de la Iglesia que se encargan de la protección de menores'.

Fue un encuentro largo, de más de una hora, a pesar del cansancio de Francisco en su primer día de viaje. El portavoz del Vaticano lo definió un encuentro de 'intesa escucha'.

Las víctimas habían solicitado tanto este encuentro como una declaración contundente del Papa durante uno de los actos de la Jornada Mundial de la Juventud.

Las palabras del Papa a los obispos eran también un elegante toque de atención a la Iglesia portuguesa para que no se duerma en los laureles. Francisco apreció que la conferencia episcopal encargó a una comisión independiente que aclarara la extensión de los casos de abuso en la Iglesia católica lusa en los últimos 70 años. Como resultado, en febrero se publicó un informe que recogía que al menos 4.815 menores fueron abusados por miembros de la Iglesia en este país, entre 1950 y 2022. La clave ahora es no limitarse a este resultado, tomar medidas concretas para ayudar a las víctimas que lo soliciten, y determinar cómo impedir que casos como estos no se repitan en el futuro.

También durante el vuelo rumbo a Lisboa, durante los saludos con los periodistas, una de las corresponsales preguntó sobre la investigación vaticana al movimiento católico peruano Sodalicio de Vida Cristiana, que ha emprendido represalias contra periodistas que denuncian casos de corrupción en sus filas, y a cuyo fundador la Santa Sede expulsó por abusos. «Vamos adelante», respondió escuetamente el Papa, que aún no ha recibido el informe final.

«Es muy triste cuando una persona que ha entregado su vida a Dios se convierte en funcionario, en mero administrador», ha alertado esta tarde en su homilía ante representantes de la Iglesia portuguesa.

Les ha dicho que la clave es no quedarse esperando a la gente de brazos cruzados y que «lleven la cercanía de Dios a los lugares y a las situaciones donde las personas viven, luchan, esperan, a veces teniendo entre las manos fracasos y frustraciones». «Estamos llamados a dialogar con todos, a hacer comprensible el Evangelio, aun cuando para hacerlo podamos correr el riesgo de alguna tormenta», les ha explicado.

Como 'road map' ha solicitado que imiten la «audacia de los jóvenes,  que abrazan el sueño de Dios y encuentran caminos para una participación alegre, generosa y transformadora para la Iglesia y la humanidad».

Francisco se ha despedido entre bromas encomendándoles a «San Antonio de Lisboa, a quien se han robado los de Padua», pues en Italia se le conoce como San Antonio de Padua. Una broma que en la capital lusa ha levantado risas y aplausos.