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Sodalicio: la secta de Perú investigada por abusos sexuales que impone obediencia y castidad

La corresponsal de ABC logra que el Papa envíe a Jordi Bertomeu y a Charles Scicluna a revisar las denuncias

El calvario de Patricia Aguilar al ser captada por una secta

La cúpula del Sodalicio ABC
Paola Ugaz

Paola Ugaz

Corresponsal en Lima

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En la capilla ubicada dentro de la Nunciatura Apostólica, se encuentra la imagen de Toribio de Mogrovejo, segundo arzobispo de Lima y organizador de la Iglesia católica en el país andino. De rodillas y frente a la imagen de Toribio, rezan Jordi Bertomeu y Charles Scicluna por el éxito de la misión, quizás la más compleja de todas. Enviados por el Papa vienen a averiguar qué es el Sodalicio en el país, su gran poder político y económico, los abusos contra sus miembros de los que son acusados desde el año 2000 y la sistemáticas represalias contra todo aquel que denuncie sus malas prácticas.

El Sodalicio de Vida Cristiana fue fundado en Perú por Luis Fernando Figari en 1971. Es una comunidad perteneciente a la Iglesia católica compuesta por sacerdotes y laicos consagrados que juran cumplir los votos de pobreza, castidad y obediencia y cuyo objetivo era ser un contrapeso ideológico a la apuesta de religiosos de izquierda en Iberoamérica que crearon la Teología de la Liberación cuyo uno de sus miembros más prominentes es el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez.

Para Figari, los miembros del Sodalicio deben ser «mitad monjes, mitad soldados», es decir, deberían estar listos para una futura guerra imaginaria entre el bien y el mal y seguir la máxima que sotiene que «el que obedece nunca se equivoca».

Los miembros del Sodalicio provenían de los colegios más exclusivos de Lima con el fin de tener relación con los empresarios y políticos de Perú donde se buscaba sobretodo que sean blancos y de ojos claros. En los años 70, hubo una dictadura de izquierdas dirigida por el general Juan A. Velasco Alvarado (1969-75) y se desarrolló una reforma agraria que repartió las tierras del norte del país a los campesinos. Este hecho enfadó a los que se sintieron esquilmados y fue un buen momento para el crecimiento del Sodalicio en las clases medias y altas de Perú.

El exsodálite y artista que pidió ser identificado con las siglas M. Q. reconoce a ABC que fue captado por el Sodalicio cuando estaba en el colegio Santa María. «Se presentaron como amigos y no como religiosos, porque fumaban y decían palabrotas. También jugábamos al fútbol con ellos y luego de los partidos donde no se bebía alcohol, cantábamos 'Cara al sol' de José Antonio Primo de Rivera y lemas contra la rata del general Velasco».

«A día de hoy tengo la espalda destrozada por todo el esfuerzo físico que realicé en las casas del Sodalicio, pero en ese momento no me di cuenta, aceptábamos con naturalidad las ordenes de los jefes de comunidad», cuenta M. Q.

Apoyo del Papa Juan Pablo II

En 1986, Josef Ratzinger acudió a a Lima como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. En esa visita, representó un mensaje directo del Papa Juan Pablo II de apoyo al Sodalicio en Perú, porque Ratzinger -futuro Papa Benedicto XVI- fue arropado por los sodálites en detrimento de los religiosos que representaban lo que se conoce como la apuesta por los pobres en este continente. También se buscaba dar así una lección al sacerdote y teólogo Gustavo Gutiérrez.

De modo sorpresivo para una joven congregación, recibió la aprobación del Vaticano el 8 de julio de 1997, el día del cumpleaños de Luis Fernando Figari, quien se comparaba con san Francisco de Asis o Juan Ciudad Duarte. «Pienso que se trata de un carisma, y como tal una merced gratuita que Dios da y que la persona que la recibe, respondiendo desde su libertad, se ve convertida por puro don en el fundador o impulsor de un movimiento eclesial, de una sociedad de vida apostólica o de una congregación», dijo Figari en una entrevista a inicios del 2000.

El prestigio ante el Vaticano de Figari y el Sodalicio se reflejó en el cargo que le otorgó el Papa Benedicto XVI: consultor del Pontificio Consejo para los Laicos y como tal participaba en los sínodos de los obispos y fue uno de los invitados especiales en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano realizada en el Santuario de Aparecida, en Brasil, en el 2007.

Escardó: el primer denunciante

El primer denunciante del Sodalicio fue el comunicador José Enrique Escardó, quien en el año 2000 publicó en la revista 'Gente', los abusos que vivió como miembro de la organización. Fue captado cuando era menor de edad y estudiaba en un exclusivo colegio de Lima. En ese entonces, la organización hizo un rápido control de daños y buscó denigrarlo ante la opinión pública y hostigarlo ante futuros empleadores.

En 2015, salió publicado el libro 'Mitad monjes, mitad soldados' de Pedro Salinas y Paola Ugaz, en donde se reveló que el número uno, Luis Fernando Figari; el número dos, German Doig, y el número tres, Virgilio Levaggi, habían sido denunciados por abuso sexual; además, se publicaron más de 30 testimonios de abusos físicos y psicológicos.

Tras la publicación del libro el Sodalicio organizó una comisión que presidió la ex primera ministra, Rosario Fernández, y se reveló revelaron que hubo esclavitud moderna y hostigamiento laboral a sus miembros; información que fue confirmada también por el excongresista Alberto de Belaúnde quien presidió una comisión investigadora en la que mostró el daño que ha causado el Sodalicio a sus miembros.

En 2017, el Vaticano prohibió a Figari dar entrevistas y regresar a Perú. Entonces empezaron a llegar denuncias contra el arzobispo de Piura y Tumbes, José Antonio Eguren, quien en 2019 denunció por difamación a los periodistas Pedro Salinas y Paola Ugaz y los obligó a viajar a Piura con el fin de mostrarles su notorio poder en los tribunales.

La misión Scicluna-Bertomeu

La misión Scicluna-Bertomeu abrió fuegos en Lima el pasado martes 25 de julio y cerró su trabajo de escucha activa el sábado 29. Durante esa etapa entrevistaron a exmiembros que denunciaban abusos sexuales, físicos y psicológicos; también campesinos denunciaron el robo de sus tierras en Piura; abogados, periodistas y autoridades religiosas también hicieron declaraciones.

Jordi Bertomeu y Charles Scicluna rezan por la misión ABC

Por vez primera desfilaron ante el nuncio apostólico, la cúpula actual del Sodalicio: el sacerdote Jaime Baertl; el arzobispo de Piura y Tumbes, José Antonio Eguren y los laicos consagrados, José Ambrozic, Juan Carlos Len Álvarez y Carlos Neuenswander.

La visita que más impresionó a la pareja de investigadores fue la que realizaron los miembros de la comunidad campesina de Catacaos en Piura, quienes denunciaron que les robaron sus tierras a vista y paciencia del Arzobispo de Piura, José Antonio Eguren. Su abogado, Carlos Rodríguez, dijo a ABC que «relataron cómo en 2011 mataron a su compañero Guadalupe Zapata Sosa, por defender sus tierras».

Poder económico

El poder económico del Sodalicio en Perú ha hecho que según las investigaciones se aprovechen del Concordato, tratado firmado entre Perú y el Vaticano, y que le sirvió de paraguas para tener ocho cementerios, inmobiliarias, mineras, colegios y universidades que hacen que su patrimonio ascienda a más de mil millones de dólares.

El jefe de facto del Sodalicio, el sacerdote Jaime Baertl tiene cuatro empresas 'off shores': San Ignacio de Loyola; Providential, Santa Rosa de Lima y Alma minerals. Todas buscan sacar dinero del país y llevarlos a paraísos fiscales que los protejan de la intervención de la Iglesia católica y de las autoridades peruanas.

El trabajo de los religiosos Scicluna y Bertomeu tiene precisamente como objetivo mostrar la impunidad en la que se ha desarrollado el Sodalicio en el Perú, cuyo crecimiento económico se llegó a extender a los todos los continentes y poner de manifiesto que tras las denuncias en su contra sus miembros se han reducido a menos de 150.

Ayer domingo, el sacerdote catalán Jordi Bertomeu concelebró la misa dominical junto al arzobispo, Carlos Castillo, en la catedral de Lima y envió un mensaje de apoyo a las víctimas del Sodalicio. En su homilía, Castilla señaló: «Dios nos bendiga y nos dé la capacidad, hermanos y hermanas, de discernir todo lo que hay que hacer para resolver los problemas de nuestro país y también los problemas de la Iglesia».

El informe que elaborarán Bertomeu y Scicluna y del que depende el futuro del Sodalicio se conocerá antes de fines de año y se espera que así, todas las víctimas de una organización que tiene medio siglo encuentren justicia a cargo de esta misión llevada a cabo por la Iglesia católica.

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