Miles de historias, miles de razones para ver al Papa
Al grito de «¡Viva el Papa!» y «¡Benedicto, Benedicto!», los fieles congregados en el Obradoiro solo han silenciado su euforia cuando el Príncipe le ha dado la bienvenida a Santiago
Desde que los miles de fieles congregados en la Plaza del Obradoiro han comprobado a través de la pantalla gigante habilitada en el recinto que el Papa “ya está aquí” (como gritaron al unísono) ha habido dos momentos en los que se ha helado, literalmente, ... la sangre. El primero, cuando Joseph Ratzinger se ha dibujado puntual en la escalerilla del avión que le ha traído desde el Vaticano y las campanas de la majestuosa Catedral xacobea han echado a temblar. Repiqueteaban en pleno fervor popular. Al grito de “Viva el Papa” y “Benedicto, Benedicto”, los fieles solo han silenciado su euforia cuando el Príncipe de Asturias le ha dado la bienvenida a Santiago en castellano y gallego y en nombre de los Reyes y de su esposa, Doña Letizia.
Tras ese momento, los nervios y la expectación han ido “in crescendo” en la Plaza. Nos topamos con Teresa y las monjitas de Camariñas (en La Coruña) inquietas porque a pesar de la “inmensa alegría” que les embarga, no ven del todo lleno el recinto. Pronto, Gerardo y la legión de voluntarios que imponen orden en las sillas en las que se acomodan los cristianos reunidos en la capital gallega indican que “va a entrar más gente”. Se completa el cuórum.
La Plaza, presidida por un escenario blanquiviolenta donde se ha instalado el Altar Mayor para la misa vespertina, está imponente, más bonita que nunca. Repleta de gentes como Pilar Cobas y su consuegra Agripina Rial, que aguardan impacientes ante la visita de un Papa al que siguen de cerca, como hicieron con Juan Pablo II en 1982 y 1989 aquí en Galicia, o al propio Ratzinger en el V Encuentro Mundial de las Familias, en Valencia (2006).
Miguel, seminarista acompañado por quince compañeros de Oviedo, reconoce que quizás este Papa no es tan carismático como el anterior, pero tiene otros valores “menos valorados tal vez, como que es un excelente teólogo”. De su intelectualidad da buena prueba en los dos discursos pronunciados hasta el momento en su estancia en Galicia el Santo Padre, cuando se ha reafirmado como “peregrino de la fe” y ha enarbolado las raíces cristianas de Europa. La Iglesia está al servicio de la “libertad y la dignidad humanas”, ha dicho en su segunda intervención, pasadas las 13.30 horas en el interior de la Catedral, y la congregación lo escuchaba sin pestañear.
Obradoiro vibra con el saludo papal
Antes de estas palabras, que Benedicto XVI ha interpretado en lengua castellana y gallega, el Obradoiro se había caído literalmente por la suma de la ovación, el estruendo, los cánticos y todo el mundo en pie, encima de las sillas, al ver que la comitiva encabezada por monseñor Julián Barrio, arzobispo de Santiago, asomaba por el frontón principal del templo xacobeo.
Ha estado apenas un minuto y medio, y ha sido suficiente para que aflorasen las peticiones de paz, salud, tranquilidad y bienestar por parte del párroco Manuel, al frente de 108 jóvenes neocatecúmenos que vienen de Santa Catalina Labouré (en Carabanchel, Madrid) y de Dafne, venida igualmente de la capital española pero nacida en Perú.
Dafne tapa bajo una manta y arropa junto a su pecho a su pequeño. Está enfermo, dice, “sin cura”, y rompe a llorar. “Le pido por él y su salud, y prometo que si experimenta cualquier mejoría, volveré a estar con el Papa en la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid”. Tendrán lugar en agosto de 2011. Pero su bebé recién nacido quizás no esté allí para contarlo, teme. Como otra chica que sin querer dar su nombre confiesa que le quedan tres meses de vida. Es lo que le han dicho sus médicos físicos. El del alma lo tiene enfrente, cara a cara. Y ahí le dejamos.
Testimonios desgarradores que a unos motivan con más fuerza a llegar hasta este lugar y contener la emoción, si pueden. Dafne no lo logra, pero la fe mueve montañas. Dicen eso y esta Plaza es ejemplo vivo de la frase.
Miguel y Jaime, los seminaristas ovetenses, nos han comentado que la crisis de valores en la Iglesia se combate de frente con actos como éste, que resaltan “que la Iglesia no es solo la institución, hay una realidad que no se conoce y que es mucho más” y que se advierte en estos escenarios.
Los valores de la juventud muy presentes
Desde luego, ésta es una oportunidad espiritual única. Muchos tienen la mirada puesta en la juventud que, no es por nada, pero atiborra la Plaza compostelana, la caldea con cánticos, panderetas y guitarra, la anima. La mayoría de ellos han optado por la bandera nacional española y otros por los colores blanquiamarillos del Vaticano, los menos llevan anudados al cuello los pañuelos de sus diócesis...
Vestimentas al margen, la nota curiosa para ellos la pone descubrir al fondo del recinto el despliegue de seguridad que implica la llegada de Don Felipe y Doña Letizia junto a todo el séquito real . Bajan, saludan al alcalde santiagués Xosé Sánchez Bugallo y al resto de autoridades como Alfonso Rueda, consejero de Presidencia de la Xunta, y cuando voltean la cabeza para saludar a los miles de fieles, estos responden con un sonoro “viva” y un tremendo aplauso. No faltan los “guapa”, los “hurra a los Príncipes” y los “Felipe, Felipe” entre las muestras de afecto y respeto a los Herederos de la Casa Real.
Políticos en medio del griterío
Minutos antes, a pie, había llegado la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, por un costado de la plaza, como queriendo pasar inadvertida, aunque no ha sido posible. Un grupo de jóvenes, precisamente los de la parroquia de Carabanchel bajo, irrumpe en llamadas de “ministra”. Entre ellos, cuchichean: “¿Ministra de qué?” Y el segundo párroco que les escolta, Juan Carlos, les corrige: “Es la presidenta del Parlamento vasco”.
La similitud con Arantza Quiroga puede ser factible, pero inseguro pregunta a la periodista si sabe quién es la política que atiende a un medio de comunicación y entra directamente al Hostal de los Reyes Católicos, donde en breve tendrá lugar el encuentro privado de Mariano Rajoy con el Santo Padre. Manuel Fraga, conducido en silla de ruedas, también se ha adivinado entre la multitud.
Otro griterío interrumpe solemnemente la calma del Obradoiro y retumba desde la Plaza de Platerías. Benedicto XVI aparece en la pantalla recibiendo la insignia que le acredita como “peregrino” y cumple el ritual de los Años Xacobeo de acceder al templo por la Puerta Santa. En la céntrica plaza compostelana, se asume que “toca comer” y coger fuerzas. La próxima cita con el Pontífice será en apenas dos horas.
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