Una inyección de bótox para adelgazar de 1.200 euros que puede costar la vida

Las páginas están traducidas al alemán, el inglés, al francés o al castellano donde porque sus potenciales clientes están en Europa. Tienen en común que son muy visuales, todo se explica con un lenguaje cercano y dibujos divulgativos. También coinciden en promocionar solo los beneficios, con algún efecto colateral menor, como las náuseas, el dolor de cabeza y cierto malestar abdominal. Pero, sobre todo, la mayoría destaca los precios competitivos de sus procedimientos con los que Turquía se ha convertido en uno de los principales destinos de Europa en turismo sanitario.

Intentar adelgazar con una inyección intragástrica de bótox puede costar entre 1.200 y 1.900 euros, según la clínica de Turquía a la que se acuda. Incluso hay comparativas con el precio de centros de otros países como Italia o Francia, donde el tratamiento no baja de los 9.000 euros o los 10.000 en Estados Unidos.

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Nuria Ramírez de Castro

La muerte de una joven de 17 años que se sometió a una reducción de estómago en Estambul ha puesto el foco en los riesgos del turismo sanitario. No es un caso aislado, las listas de espera de la sanidad pública y los altos precios de la privada empujan a muchos españoles a operarse en el extranjero

Sin embargo, no cuentan que la inyección de toxina botulínica o bótox intragástrico no se encuentra entre los procedimientos médicos que avalan las sociedades científicas internacionales. Lo recordaba esta semana la SECO, la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad y de las Enfermedades Metabólicas, tras identificarse en Europa un brote de botulismo en pacientes que habían acudido a Turquía para adelgazar. El último recuento cifra en 67 casos las personas afectadas en Suiza, Alemania, Austria y Turquía. No ha habido ningún fallecido, pero el botulismo es una condición grave que puede ser letal si no se trata a tiempo. Muchos de los afectados han requerido ingreso hospitalario y algunos en unidades de cuidados intensivos.

Hasta la fecha, no se ha identificado a ningún paciente español, aunque es frecuente el tratamiento de enfermos españoles que acuden a Turquía en busca de intervenciones estéticas a mejor precio, también para adelgazar.

Todos los casos del último brote están relacionados con un hospital en Estambul y una clínica en la ciudad turca de Izmir. La investigación aún está en marcha y no se sabe si los afectados con botulismo tuvieron problemas por la técnica en sí o por utilizar una toxina botulínica poco segura. Algunos medios turcos han apuntado esta semana al uso de bótox adquirido en el mercado negro en Bulgaria. Lo que sí se sabe es que los tratamientos incautados en esos centros se habían utilizado de una manera distinta a la finalidad indicada para el tratamiento, según el Centro Europeo para el Control de Enfermedades (ECDC).

«Aún no sabemos muy bien lo que ha ocurrido, aunque sorprenden las dosis utilizadas: 1.500 unidades de toxina botulínica, tal y como detalla el ECDC, es una dosis muy elevada para este tipo de intervención», explica Andrés Sánchez Pernaute, presidente de la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad.

La inyección de bótox en el estómago no cuenta con aval internacional, aunque «no está prohibida», recuerda Sánchez Pernaute. No se recomienda por ineficaz, porque «no ha demostrado una pérdida de peso significativa y mantenida en el tiempo». «Las técnicas no avaladas solo pueden ser realizadas en centros con experiencia y en ensayos clínicos controlados», insistía la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad en el mismo comunicado.

La toxina botulínica que se inyecta es la misma que se utiliza para tratamientos estéticos y evitar la aparición de arrugas. Así como otras muchas intervenciones médicas, como el estrabismo, las migrañas o la espasticidad, entre otras. También se usa para tratar otros trastornos del aparato digestivo, como la achalasia, un trastorno que dificulta el paso de alimentos y líquidos desde el esófago, o para la estenosis (estrechamiento) del píloro.

«No es un tratamiento aceptable en cirugía bariátrica, lo cual no significa que sea una técnica prohibida», apunta Andrés Sánchez Pernaute, presidente de la SECO.

El brote de botulismo no es el primer contratiempo de las clínicas turcas con intervenciones para adelgazar. A las consultas de los cirujanos españoles llegan pacientes con complicaciones derivadas de las intervenciones en Turquía. «Lo paradójico es que te dicen que volverían a viajar para operarse a pesar de las complicaciones porque, al menos, consiguen adelgazar. Hay muchos pacientes desesperados en España por culpa de las listas de espera. En esa situación es fácil que escuchen a cualquier charlatán, con tal de resolver sus problemas», dice.

La demora media de cirugía bariátrica oscila entre los dos y cuatro años en la sanidad pública.