El sueño truncado de adelgazar en Turquía
La muerte de una joven de 17 años que se sometió a una reducción de estómago en Estambul ha puesto el foco en los riesgos del turismo sanitario. No es un caso aislado, las listas de espera de la sanidad pública y los altos precios de la privada empujan a muchos españoles a operarse en el extranjero
Mónica siempre había sido gordita. Comía mal. Le perdían las pizzas, los kebabs y la comida de McDonalds. Nunca le había importado mucho ganar peso hasta que se puso en 118 kilos. Y en La Línea, la ciudad de Cádiz donde vive, todos parecían ... conocer a alguien que se había operado en Turquía para adelgazar . Una amiga, la amiga de otra amiga, un familiar..., le contaban lo contentos que estaban con los resultados. Se lo pensó poco. Viajó con su primo que también necesitaba perder peso y se pusieron en manos de la que le dijeron era una de las mejores clínicas de Estambul. Un año después ni siquiera se acuerda del nombre del centro ni del médico que le operó. Sí recuerda que todo estaba muy bien organizado. Al llegar al aeropuerto les recogió un chófer para trasladarles a un hotel de cinco estrellas, contaron con un traductor en la clínica para no tener problemas con el idioma y, como le prometieron, en unos días ya estaba de vuelta en su casa y empezaba a adelgazar en cascada.
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Pero seis meses después de aquella cirugía era la sombra de lo que había sido. Perdió más de 60 kilos y casi la vida . Su primo se recuperó bien, en cambio ella medio año después no podía apenas probar bocado. «Todo lo que comía o bebía lo vomitaba, tenía diarreas continuas y muchos dolores». En España tuvo que pasar tres veces más por el quirófano para que el cirujano Carlos Ballesta , uno de los pioneros en España en cirugía bariátrica laparoscópica, pudiera reparar los errores de la primera intervención. Tenía una complicación llamada síndrome de asa aferente debida a la obstrucción del intestino y una malnutrición severa que, entre otros problemas, estaba provocándole una pérdida de visión.
Mónica tuvo suerte. A primeros de marzo, una joven sevillana de 17 años se quedó en la mesa de operaciones al desangrarse por la rotura del bazo. La chica había viajado con su familia de Utrera (Sevilla) dejándose llevar también por el ‘boca a boca’ de amigos y conocidos. Su hermana también se operó ese mismo día, aunque con mejor suerte. Como en el caso de Mónica y su primo, de dos solo uno salió bien.
No son casos aislados. Turquía ya no es solo el lugar de peregrinación de calvos en busca de un injerto de pelo económico. El país euroasiático se ha convertido en uno de los destinos de turismo sanitario más populares para miles de españoles que desean mejorar su imagen a buen precio. Se hacen operaciones de aumento de pecho, de nalgas, liposucciones, rinoplastias..., y el último ‘boom’ es la cirugía bariátrica .
Desde 3.500 euros
Basta con hacer una búsqueda rápida en internet para que salten decenas de anuncios en castellano de clínicas con ofertas para diferentes técnicas de cirugía bariátrica. Los precios varían en función de la complejidad y, según rezan los anuncios, están siempre ejecutadas por cirujanos expertos. Desde la manga gástrica –la cirugía para adelgazar más ofertada a partir de 3.500 euros que consiste en extraer el 80% del estómago –, al bypass gástrico por 4.500 euros, donde se conecta el intestino delgado a la parte superior del estómago para absorber menos grasas y azúcares.
Los precios en Turquía son la tercera parte de lo que costaría hacerlo en una clínica privada en España e incluyen la estancia en hoteles de lujo, servicio de traducción y traslados con chófer. El ‘low cost’ se ha convertido en el mejor reclamo, aunque no siempre haya un final feliz al terminar el proceso.
«Cada dos semanas llega a mi consulta un paciente con complicaciones derivadas de una operación en Turquía y algunas son situaciones desastrosas»
La muerte de la joven sevillana puede ser excepcional, pero las consecuencias que viven otros pacientes tras operarse en el extranjero no salen a la luz pública y son cada vez más frecuentes, indica el cirujano Carlos Ballesta. Él es uno de los especialistas en cirugía metabólica que se atreven a reoperar casos fallidos. «Cada dos semanas llega a mi consulta un paciente con complicaciones derivadas de una operación en Turquía y algunas son situaciones desastrosas. Todos podemos tener una complicación en un quirófano. En las mejores manos el riesgo existe, pero la superespecialización y la experiencia te ayudan a saber reaccionar cuando surgen imprevistos. No se puede banalizar la cirugía bariátrica. Los pacientes obesos necesitan equipos superespecializados, un buen hospital donde se pueda responder a imprevistos y un seguimiento a largo plazo donde también participan endocrinos y nutricionistas. Las personas con obesidad son enfermos muy complejos , con muchos problemas añadidos: diabetes, hígado graso, hipertensión, problemas cardiovasculares, renales... Suelo decir que son como edificios con aluminosis, muy delicados».
Tan importante como la cirugía es el estudio previo del enfermo, la indicación de la mejor técnica y el seguimiento que se le hace a largo plazo, insiste Carlos Ballesta. A Mónica, el estudio previo se redujo a una prueba de Covid un día antes de la cirugía y a un análisis de sangre , además de una charla con su cirujano horas antes de pasar por el quirófano. Cuenta que le recomendó una manga gástrica más un minibypass, «un tipo de intervención que al llegar a España me enteré que no existía». Ella estuvo una noche en el hospital y terminó su recuperación en el hotel cinco días más. «Pero hay pacientes a los que les permiten meterse en un avión a los tres-cuatro días de la cirugía, algo que yo nunca recomendaría», reconoce Carlos Ballesta.
Si fuera de España existen menos garantías y la cirugía bariátrica se ofrece en la Sanidad pública, ¿por qué se van los pacientes españoles? Al presidente de la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad, Andrés Sánchez Pernaute, le brota con rapidez la respuesta: por las listas de espera, dependiendo de cada comunidad oscila entre los dos y los cuatro años de demora.
No son cirugías estéticas
La pandemia ha sido la puntilla también para las personas con obesidad. La cirugía bariátrica fue una de las primeras intervenciones en suspenderse cuando el Covid empezó a hacer estragos en España. «En mi hospital, recibimos órdenes no escritas de no operar ninguna obesidad», recuerda Sánchez Pernaute, quien pide hacer una reflexión sobre la forma en la que se trata esta enfermedad. «Puede ser tan urgente operar una obesidad mórbida con una diabetes descompensada que a un paciente oncológico. No son cirugías estéticas, operamos la obesidad porque es una enfermedad con un desenlace mortal . Hacemos el 1 por ciento de los casos que se deberían operar. Tenemos un problema sanitario grave y debemos aspirar a tratarlo en la sanidad pública con la misma naturalidad que una hernia inguinal», reclama.
«La cirugía bariátrica fue la primera que se dejó de hacer por el Covid. Hay demoras de entre dos y cuatro años. Operar a un obeso mórbido puede ser tan urgente como un paciente oncológico»
La sanidad pública está colapsada y a las aseguradoras de la privada también les cuesta mucho cubrir este coste, cuenta Sánchez Pernaute, también jefe de cirugía del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. «A los pacientes solo les queda acudir a la sanidad cien por cien privada en España o buscar una alternativa fuera del país". Además de Turquía, otro de los destinos más económicos son Egipto y Lituania , donde tampoco se rigen por los estándares y obligaciones europeas.
Esos estándares de calidad son los que obligan a utilizar un material quirúrgico muy costoso que debe ser desechable porque son herramientas con muchos recovecos y articulaciones y su desinfección es prácticamente imposible. Esto encarece mucho las operaciones. Aunque cada hospital y cirujano tiene sus márgenes. Dice Carlos Ballesta que desde las diferentes clínicas privadas de España se está haciendo un esfuerzo para adaptar los precios y evitar la fuga de enfermos. «Estamos hablando de una horquilla de hasta un 30% para disminuir el precio , pero es imposible ir más allá: hay que pagar a los clínicos, comprar el material adecuado…».
El consejo del presidente de los cirujanos a sus pacientes en lista de espera es buscar un destino en el que el precio no sea el único baremo. Donde les garanticen una técnica adecuada y puedan hacer un seguimiento a largo plazo de su estado de salud. «Portugal, dice, es una buena opción por su proximidad y calidad. Pero la sanidad pública debería poder atender a sus pacientes».
«Los pacientes están vendidos»
No solo se viaja a Turquía para hacer cirugía bariátrica. En la sanidad pública balear se han disparado las alarmas tras atender dos urgencias de pacientes operados en Turquía en los últimos 15 días. Allí, un hombre y una mujer residentes en Mallorca se habían sometido a una abdominoplastia, una operación estética para corregir la piel y grasa colgante que queda después de perder mucho peso. «Esta técnica consiste en hacer una incisión por encima del pubis, quitar la piel y grasa sobrante y dar un tirón a la piel», resume de forma gráfica Jaume Estrada, jefe de cirugía plástica y reparadora del hospital palmesano Son Espases, que atendió a estas personas cuando acudieron a Urgencias por una complicación en el postoperatorio.
«Estas dos personas sangraban; debajo de la piel tenían un coágulo que había que vaciar o abrir», detalla Estrada, que hace un llamamiento a la población para que se lo piense dos veces antes de operarse en el extranjero ante la imposibilidad de hacer un control postoperatorio con su cirujano una vez que regresan España.
El experto no cuestiona que en Turquía se haga buena cirugía plástica, pero recuerda que existe la posibilidad de que surjan problemas en el postoperatorio y que sea necesaria volver a operar. «Si pasa algo, están vendidos». Además, plantea el dilema que se presenta para los médicos españoles y para la sanidad pública, que atienden estos casos por una cuestión «ética y legal». En cualquier caso, advierte de que la sanidad pública sólo trata la complicación pero no se hace cargo de cuestiones estéticas derivadas.
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