La AP-7, la vía de máximo riesgo para la expansión de la peste porcina africana

La autopista conectada con Europa y la alta densidad de jabalíes hacían prever el brote. No es la única infección que porta el animal. Tuberculosis, brucelosis, fiebre hemorrágica de Crimea-Congo o hepatitis E... la superpoblación de suidos eleva los riesgos sanitarios en toda España

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La carretera al infierno del porcino español se llama AP-7. La autopista que conecta con Francia atraviesa la zona con la mayor superpoblación de jabalíes silvestres de España, Cataluña. Es el combustible de base para la aparición de la peste porcina africana ... . La mecha es el trasiego de camiones procedentes de todos los puntos de Europa, donde trece países lidian con brotes de la enfermedad. Era cuestión de tiempo que se encendiera la chispa. «La AP-7 es una zona de mucho riesgo y la enfermedad ha aparecido a 200 metros, de hecho», cuenta Joaquín Vicente, investigador del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos, (IREC).

España se ha convertido en un «paraíso» para los jabalíes silvestres, dice Vicente. El aumento de la superficie forestal le ha facilitado refugio, mientras que el cambio de usos del suelo ha impulsado cultivos que le proporcionan alimento, como el maizal. A eso se añaden inviernos cada vez más suaves, que reducen la mortalidad de las camadas, y la caída del número de cazadores, que son la principal forma de regular a la especie ya que su depredador natural, el lobo, tampoco es suficiente. «Tal como gestionamos la especie, la caza no da abasto», explica el investigador. El resultado es un cóctel perfecto para el crecimiento de jabalíes, que se han duplicado en poco más de una década hasta los más de dos millones de ejemplares estimados en la actualidad.

Las cifras no son inocuas. Sin miedo a nada, estos animales destrozan cultivos, causan accidentes, merman la fauna autóctona y atemorizan a los ciudadanos en entornos periurbanos, donde acuden en busca de comida. Además, han elevado el riesgo de aparición y expansión de patógenos en España. «Las densidades de jabalí prácticamente en el 95% del territorio nacional están por encima de lo deseable. Es lo que llamamos en biología y en sanidad animal los 'umbrales críticos admisibles'. Es un problema de ecología, pero también a nivel sanitario, porque afecta a la transmisión de enfermedades», dice José Ángel Barasona, investigador posdoctoral del programa Ramón y Cajal en el Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria (Visavet).

Ya en 2021 el Ministerio de Agricultura puso en marcha un plan de gestión del jabalí frente al riesgo de peste porcina africana e identificó en Cataluña la mayoría de zonas de máximo peligro de brote. De los seis puntos negros ubicados en la comunidad, récord nacional, cinco se sitúan a lo largo de la AP-7. Los requisitos estaban ahí: alta densidad de jabalíes silvestres, carreteras de posible tránsito internacional y múltiples áreas de descanso. Además, tras la liberación del peaje de la AP-7, el tráfico rodado ha ido en aumento y en la actualidad la autopista soporta más de 20.000 camiones al día en el tramo catalán.

Zonas de descanso

La hoy llamada 'teoría del bocata', que apunta a un embutido, un bocadillo o un producto contaminado que haya llegado por carretera como el origen del brote en Collserola (Barcelona), ya se identificaba entonces. «En base a la experiencia de los países afectados en la UE, (el riesgo) parece relacionarse significativamente con la eliminación de productos de origen porcino contaminados por parte de los conductores de estos medios de transporte al medio, que actuarían de fuente de infección para los jabalíes silvestres que tuvieran acceso a ellos, siendo esta eliminación de restos de productos contaminados en particular más probable en las áreas de descanso», apuntaba el ministerio en su informe.

A favor del brote, eso sí, juega el hecho de que en esta zona el ecosistema está muy fragmentado, con mucha infraestructura: vías, vallados… «Permite encapsular, aislar el problema, que es una de las principales fases de control de los brotes», dice el experto de IREC.

Un hospedador de enfermedades

La peste porcina africana es la amenaza más grave por sus consecuencias económicas, pero no la única que representan estos cerdos salvajes. «Podemos hablar de tuberculosis, de la enfermedad de Aujeszky (conocida como la seudorrabia), de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo... constantemente van apareciendo infecciones en las que es mucho más fácil que este animal mantenga altas prevalencias», dice Barasona. España, de hecho, ya convive con todas ellas circulando en la naturaleza, principalmente en jabalíes pero también en otros ungulados como ciervos y corzos, de los que también hay sobrepoblación.

La seudorrabia, por ejemplo, tiene prevalencias de entre el 20 y el 40% en cerdos salvajes y la tuberculosis es endémica en la Península. Según reconoce el último informe del Programa Nacional de Vigilancia en Fauna Silvestre, los jabalíes ya tienen un papel importante en la transmisión de la tuberculosis al ganado doméstico y la brucelosis se encuentra extendida por todo el territorio nacional. También la triquina, un parásito endémico, está presente en los suidos y a pesar del fuerte control sanitario, todos los años salta algún caso a los ciudadanos; a la vez que la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo presente en ungulados está dando problemas crecientes con contagios a seres humanos, a los que llegan por la picadura de garrapatas que antes han podido estar hospedadas en estos animales.

«La hepatitis E es un problema creciente. En los próximos años será una de las principales preocupaciones sobre el jabalí»

Joaquín Vicente

Investigador del IREC

Vicente pone el foco en la hepatitis E, otra zoonosis (es decir, que puede transmitirse al ser humano) que ya se ve en la fauna silvestre. «Es un problema creciente», dice. «En los próximos años será una de las principales preocupaciones sobre el jabalí», augura. Por su parte, la peste porcina clásica parece controlada en Europa a día de hoy, «pero la sombra de una posible emergencia está ahí». El jabalí es incluso susceptible a la gripe aviar, del que podría contagiarse al carroñear aves infectadas. «Es una especie que lo tiene todo», reconoce Vicente.

Un salto a larga distancia

Lo que llama la atención a los expertos es que la peste porcina africana haya llegado a España antes que a países como Francia. «Lo que ha ocurrido en Cataluña parece un salto a larga distancia, un brote puntual», dice Barasona. Lo esperable habría sido que la enfermedad entrase en Francia a través de Italia. «El norte de Italia está absolutamente desbordado. El problema está en la zona cercana a los Alpes Marítimos, que además es una zona con una orografía complicada, con unas elevadas densidades de jabalí y donde realmente las autoridades italianas no están pudiendo llegar a una extensión tan enorme como la que tienen infectada», comenta el investigador.

Desde que la peste porcina africana llegó al continente europeo en 2007, la enfermedad se ha ido expandiendo hacia el oeste. Pero la propagación 'natural' de la enfermedad, es decir, si solo dependiera del suido, se limitaría a unos 15 o 20 kilómetros a la redonda del animal. Por eso la propagación principal es por mano del ser humano. Si se hacen las cosas bien, será difícil que se expanda por toda España. «No es creíble que hoy esté en Cataluña y luego en Extremadura», dice Vicente.

Optimismo

Las rápidas medidas adoptadas para atajar el brote han sido bien vistas por los expertos. «Si seguimos con las medidas tan contundentes y tan rápidas como las que se están poniendo ahora mismo sobre la mesa, con un poco de suerte, en mi opinión, el brote posiblemente se pueda pueda controlar», dice el investigador posdoctoral del programa Ramón y Cajal. Ya ha ocurrido en Suecia, que logró erradicar un brote en 2023 y hoy vuelve a ser un país libre de peste porcina africana; o en Bélgica, que incluso recurrió al ejército francés.

«Si seguimos con medidas tan contundentes y tan rápidas, el brote posiblemente se pueda pueda controlar»

José Ángel Barasona

Investigador posdoctoral del programa Ramón y Cajal

Si se confirma que la cepa detectada en España tiene una letalidad superior al 90%, como sospechan las autoridades, podría jugar a favor del control de la plaga. En este caso, los tiempos de incubación son cortos y en un plazo de entre ocho y quince días, el animal estaría muerto. Tampoco habría animales asintomáticos que se desplacen y contagien a otras poblaciones. «Y muerto el perro, se acabó la rabia», resume Vicente. Lo importante es evitar que la mano del hombre disperse el virus, como en neumáticos o zapatos contaminados.

Ambos expertos coinciden, eso sí, en que el escenario actual es inédito. «Hace 30 años, cuando se luchaba contra la peste porcina africana, las abundancias de jabalí eran siete veces menores de las que tenemos ahora», cuenta Barasona. «Estamos en una Europa radicalmente opuesta a la que se encontró el virus en los años 60 y lo que cambia el paradigma por completo es la sobrepoblación que tenemos de jabalí». Porque, aunque se hagan «las cosas muy bien» en cerdos domésticos, como se hacen en Europa, todavía falta experiencia en prevención y control de casos con este reservorio de enfermedades en el que se ha convertido la plaga de cerdos silvestres.

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