Alerta alimentaria: así funciona la agencia que vigila que no nos intoxiquemos

La Aesan, dependiente de Consumo, es la responsable de hacer frente a la alerta actual por botulismo

En sus laboratorios se analizan periódicamente desde juguetes hasta tejidos para garantizar su seguridad

Ascienden a 7 los casos de botulismo por consumir tortillas envasadas

Un operario realiza trabajos en Andaltec, laboratorio de la Red de Laboratorios de Seguridad Alimentaria ANDALTEC

En agosto de 2019, con buena parte de España de vacaciones, un brote de listeriosis asociada a carne mechada provocó una de las mayores crisis sanitarias a las que el país se había enfrentado en los últimos años, meses antes de que llegara la ... pandemia de Covid-19. Hubo cuatro muertes, además de los abortos que sufrieron seis mujeres tras haber consumido el alimento. Fue la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) la que se encargó, junto al Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas afectadas, especialmente Andalucía, de controlar la situación y de que los productos afectados desaparecieran del mercado.

Ahora, ante la aparición de al menos siete casos de botulismo —cinco están confirmados y otros dos se consideran probables— es el mismo organismo el que ha centralizado las acciones para alertar a los ciudadanos, paralizar la producción de los alimentos sospechosos -en este caso se trata de tortillas de patata envasadas a la venta en varias cadenas de supermercados- y retirarlos del mercado.

El objetivo de la Aesan es que no lleguen al mercado productos que no sean seguros para los consumidores. Para ello, cuenta con laboratorios propios en los que se analizan periódicamente bienes como juguetes, tejidos o incluso sillitas de coche de bebés, entre otros, y se aseguran de que solo puedan venderse si cumplen con todas las garantías.

En el caso de los alimentos, cuando se detecta uno que no es seguro para el consumo se comparte la información entre organismos, tanto nacionales como internaciones, a través de la Red de Alerta Alimentaria. Sin embargo, como ocurre en algunas ocasiones, esto no siempre se puede controlar, por lo que hay veces -afortunadamente pocas- en las que ciertos productos al alcance de todos pueden no ser seguros para el consumo. A la Aesan, la información le puede llegar por varias vías, explican fuentes de la agencia, como un control en frontera en el que se haya detectado un producto no seguro, por parte de la misma empresa que lo produce, por reclamaciones de consumidores, por medios de comunicación o por controles oficiales en países extracomunitarios, entre otros.

Aparte de con la empresa de los productos afectados, la Aesan mantiene contacto continuo con Sanidad y las comunidades

En el caso de las intoxicaciones alimentarias, y especialmente sobre el que ha provocado estos días casos de botulismo, el aviso llegó por parte de Salud Pública de las comunidades autónomas a la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica. Esta última dio la voz de alarma a la Aesan, encargada a partir de ese momento de investigar de dónde surge el brote, contactar con la empresa cuyos productos parecen ser la causa de la enfermedad y coordinar toda la actividad tanto con las autonomías como con el Ministerio de Sanidad, así como con otros organismos europeos si así lo requiere la alerta. «El Ministerio de Sanidad se encarga de los aspectos relacionados con los casos de las personas afectadas y la Aesan de los relacionados con los productos alimenticios afectados. Se trabaja de manera coordinada», confirma el organismo.

Advertencias de consumo

Otra de las tareas importantes de la Aesan es la de avisar a los ciudadanos para que, de tener el producto en cuestión, no lo consuman. Así, a través de esa cooperación con la empresa y con las comunidades, la agencia es responsable de averiguar dónde se han podido adquirir los productos afectados y así impedir que más personas los ingieran.

Al contrario de lo que se podría pensar, no tiene que haber un mínimo de casos para que se declare una alerta alimentaria por el consumo de un producto. Incluso puede haberla aunque no se tenga constancia de que la ingesta del alimento haya provocado alguna enfermedad o intoxicación. «Se considera que hay una alerta alimentaria cuando se detecta un producto alimentario no seguro, independientemente de si hay o no afectados», explican fuentes de la Aesan. Es decir, aunque no hubiera habido ningún afectado por botulismo, si la agencia hubiera detectado -a través de cualquiera de las vías anteriormente expuestas- un peligro para la salud en un producto determinado, por ejemplo en las tortillas de patata, se habría declarado la alerta, iniciado igual una investigación y, probablemente, retirado del mercado temporalmente.

Cuando se detecta alguna alerta, aunque las competencias del control oficial son de las comunidades autónomas, la Aesan se implica también en la investigación. El organismo cuenta además con dos laboratorios propios: el Centro Nacional de Alimentación, que está en Majadahonda (Madrid) y el Laboratorio Europeo de Biotoxinas Marinas (en Vigo). «Ambos laboratorios son de referencia y su labor principal es la de coordinar y supervisar a los laboratorios de control oficial en España, en el caso del Centro Nacional de Alimentación», apunta las mismas fuentes. En relación a los Laboratorios Nacionales de Referencia de los Estados Miembros de la UE, es el de Biotoxinas el encargado de coordinarlos.

El Centro Nacional de Alimentación, dependiente de la Aesan, analiza los alimentos vinculados al botulismo

Esos laboratorios de control, prosiguen, pertenecen en su mayoría a las comunidades, por lo que son quienes tienen la competencia para realizar los análisis periódicos de los alimentos que se pueden encontrar en los supermercados españoles. Estos deben cumplir los criterios que se establecen en el Plan Nacional de Control de la Cadena Alimentaria (PNCOCA), que establece todos los sistemas de control oficial que se deben dar en la cadena alimentaria, desde la producción primaria hasta los puntos de venta al consumidor final.

La principal diferencia con los laboratorios propios de la Aesan es que estos últimos no analizan normalmente alimentos, salvo en casos excepcionales como el de botulismo actual. «Hacen otro tipo de analíticas, como la participación en brotes alimentarios y alertas sanitarias», asegura la Aesan. De hecho, en el caso concreto del botulismo, el Centro Nacional de Alimentación es el único oficial que realiza los análisis para establecer la relación de los alimentos sospechosos con los brotes, dice el organismo.

El peligro del calor

La Aesan advierte también sobre el peligro que las altas temperaturas pueden suponer para un consumo de alimentos seguro. «En la red de alertas no se aprecia una estacionalidad clara en la tramitación de expedientes por alimentos no seguros, al margen de que sí podría haber un aumento de las toxiinfecciones alimentarias teniendo en cuenta que las altas temperaturas favorecen la proliferación de los gérmenes en los alimentos si no hay una correcta conservación de los mismos».

En este sentido, entre sus labores figura también la de la divulgación para que la población sepa cómo se deben manipular los alimentos en cada momento. «Queremos recordar a los consumidores la importancia, mayor en esta época del año por el calor, de conservar los productos alimenticios a las temperaturas de conservación indicadas en el etiquetado y seguir las instrucciones de uso indicadas por los fabricantes, ya que garantizan la seguridad de los productos para los que se establece una fecha de caducidad», advierte la agencia. «El caso de las tortillas de patata envasadas es especialmente importante, ya que puede tenerse la falsa sensación de que son como las conservas, que tienen estabilidad térmica, y mantenerlas sin refrigeración a la temperatura ambiente actual puede derivar en problemas de salud tras su consumo», avisó la Aesan en el primer comunicado que realizó por esta alerta.

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