CANAL SALUD
Intolerancia a la lactosa, una auténtica pandemia silenciosa
Hasta un 70% de la población mundial adulta tiene déficit primario de lactasa,una insuficiencia adquirida desde la infancia
Judit Cortés
Sevilla
Diarreas, dolores y distensión abdominal, incluso algunos síntomas más allá del área intestinal como cefaleas, dolores musculares, úlceras bucales… cada vez son más frecuentes las personas que acuden a consulta por estos síntomas, y si bien pueden confundirse con otras enfermedades, el Dr. Núñez, médico ... especialista del aparato digestivo de Viamed, advierte que «la intolerancia a la lactosa es una de las enfermedades más prevalentes en nuestras consultas, y cada vez aumentará más su incidencia».
Y es que, seis de cada diez adultos que acuden a su consulta no producen correctamente la lactasa, la enzima que produce nuestro intestino y que es la encargada de asumir la lactosa producida de la leche y demás derivados lácteos.
El experto explica que esta producción insuficiente de lactasa puede aparecer en tres situaciones distintas: por un lado, existe el déficit primario congénito de lactasa, en el que de una forma heredada existe la ausencia absoluta de lactasa desde los primeros días de vida.
Por otro lado, existe el déficit secundario de lactasa, que ocurre cuando a consecuencia de una enfermedad intestinal se pierde temporalmente la capacidad de producir lactasa. Sin embargo, la causa más frecuente es el déficit primario adquirido de lactasa, en el que la lactasa se expresa correctamente desde el nacimiento, pero a partir de la infancia se produce una disminución de la actividad de la lactasa.
«Este último motivo es muy frecuente, ya que se presenta en uno de cada tres adultos. En estos casos, la pérdida de la capacidad de producir lactasa intestinal justifica la aparición de síntomas de intolerancia con la toma de leche o lácteos», comenta el experto de Viamed.
Según añade Núñez, «es llamativo que muchos de estos adultos padecen la enfermedad sin saberlo, y aguantan años sin un tratamiento adecuado», además asegura que «es preocupante especialmente porque esta patología es responsable de una gran cantidad de desórdenes en el aparato digestivo, con un impacto global muy importante en la calidad de vida de nuestros pacientes».
¿Qué síntomas produce la intolerancia a lactosa?
En condiciones normales, al tomar lactosa ésta es degradada por la lactasa intestinal lo que permite su correcta absorción en el intestino. Si, por cualquier motivo, la producción de lactasa intestinal es insuficiente, al tomar lactosa esta no se digiere correctamente y se fermenta en el colon provocando los síntomas de intolerancia, que dependen, básicamente, de la cantidad de lactosa que se tome y de la actividad de lactasa intestinal que exista. Si se ingiere más lactosa de la que puede digerir el intestino se desencadenarán los síntomas.
Las personas que no toleran la lactosa refieren diarrea, dolor abdominal, distensión abdominal, flatulencia, borborigmos, etc…, y estos síntomas pueden solaparse con gran cantidad de trastornos funcionales en la esfera digestiva, ahí radica su importancia en el diagnóstico.
En algunos individuos puede producirse una serie de síntomas llamados sistémicos (van más allá del área intestinal) por la producción de metabolitos tóxicos como acetaldehido, etanol, péptidos, etc.: Cefalea, fatiga dolor muscular y articular, problemas cutáneos, sequedad en las mucosas, reacciones alérgicas, entre otros.
Cualquiera de estos síntomas debe hacer pensar en esta patología, por lo que se debe consultar con un médico de aparato digestivo u otro profesional médico para su correcto diagnóstico, tratamiento y seguimiento.
En otras muchas ocasiones, la intolerancia a la lactosa se solapa con otras enfermedades, por lo que se hace muy difícil su diagnóstico, y es que «en medicina puede tenerse paraguas y gabardina al mismo tiempo», reitera el especialista de Viamed.
La importancia de una detección precoz
La lactasa es una de las enzimas intestinales más delicadas y vulnerables. Si seguimos tomando lactosa, se agrandará la lesión en la mucosa intestinal y se producirá un círculo vicioso: lesión de la mucosa/mala digestión de lactosa, que será cada vez más difícil de solucionar.
El Dr. Núñez alerta en especial a los colectivos más jóvenes, ya que «es desde la infancia cuando pueden manifestarse los síntomas y hacer un tratamiento a tiempo, puede evitar mayores problemas en la edad adulta».
¿Cómo se diagnostica la intolerancia a lactosa?
La intolerancia a la lactosa puede sospecharse mediante el reconocimiento de los síntomas y su relación con la toma de leche o derivados. En ocasiones los síntomas son atípicos, como náuseas o cefalea. Por ello, es recomendable confirmar la sospecha sintomática mediante las pruebas de absorción de la lactosa. Existen numerosas pruebas para medir la capacidad absortiva de la lactosa, siendo las más comunes el test de la gaxilosa en orina, la prueba de la tolerancia a la lactosa, el análisis de biopsias de duodeno, aunque la más difundida es el test del aliento de hidrógeno.
La prueba del test del aliento de hidrógeno consiste en la medida del hidrógeno exhalado en el aliento después de tomar una cantidad preestablecida de leche o lactosa. Si la excreción de hidrógeno en aliento aumenta, traduce una mala digestión de la lactosa.
«Muchos de los pacientes presentan síntomas desde hace años, y, es cuando deciden estudiarse, cuando puede llegarse al diagnóstico, con una mejoría en su calidad de vida sustancial, por lo que siempre recomendamos que si aparecen síntomas desdeuna edad temprana, lo mejor es descartar este tipo de enfermedad», advierte el experto de Viamed.
Soy intolerante, ¿y ahora qué?
Si me han diagnosticado malabsorción de lactosa se debe retirar la lactosa de la dieta, siempre con un seguimiento por parte de nuestro médico.
Se debe ajustar la ingesta de leche y derivados hasta alcanzar el control de los síntomas. La finalidad del tratamiento es disminuir la llegada de lactosa no digerida al colon, y su duración será permanente en las formas primarias, y temporal en las formas secundarias a alguna enfermedad intestinal.
El tratamiento de la intolerancia a la lactosa consiste en la reducción de la ingesta de lactosa hasta cantidades que no provoquen síntomas. Esta medida puede complementarse con otras como la toma de lactasa exógena o la toma de lácteos modificados sin lactosa. No suele ser necesaria la exclusión completa de la lactosa puesto que la mayoría de pacientes con malabsorción de lactosa pueden tolerar hasta 10 gr de lactosa en una toma.
En la dieta baja en lactosa hay que contemplar el consumo oculto de lactosa, por ejemplo por la toma de medicamentos.
Uno de cada cinco medicamentos contienen lactosa en su excipiente por lo que las personas polimedicadas podrían tener problemas de tolerancia.
Suplementos de lactasa
También puedes encontrar en la farmacia suplementos de lactasa en forma de pastilla/cápsula/gotas que te permitirán consumir productos lácteos. Se recomienda su uso esporádico si comes fuera de casa y no estás seguro de que los platos contengan o no lactosa, cuando acudes a una cena de negocios, una celebración, etc.
Estas pastillas aportan a nuestro organismo la lactasa que necesitamos para desdoblar la lactosa de una comida en concreto. Deberás de tomarlas cada vez que hagas una comida. Su efecto es momentáneo. Su principal inconveniente radica en dar con la dosificación adecuada, ya que siempre dependerá de varios factores.
En cualquier caso, siempre debe consultarse con un médico, quien debe ser el responsable principal del paciente. «Los cambios en los hábitos dietéticos y las nuevas dietas 'saludables' han generado un aumento de la incidencia de esta patología, al retirar la lactosa de nuestras costumbres de alimentación desde edades muy tempranas», afirma el Dr. Núñez.
Ingesta de suplementos
La falta de leche en la dieta puede producir falta de importantes minerales (calcio, fósforo, potasio, magnesio, cinc y hierro), vitaminas liposolubles (A, D, E, K) y hidrosolubles (B1, B2, B6, B9, B12 y C). Las complicaciones más comunes pueden ser la pérdida de peso y malnutrición. Por tanto, resulta esencial consumir otros productos ricos en estas sustancias que por suerte encontramos con facilidad.
Fuentes alternativas de minerales:
· Calcio: pescado, espinacas, almendras.
· Fósforo: nueces, sardinas, huevos.
· Potasio: plátanos, pollo, aguacate.
· Magnesio: frutos secos, alubias.
Fuentes alternativas de vitaminas:
· A: zanahoria, legumbres.
· D: organismo por el sol, hígado bacalao.
· E: aceites vegetales, frutos secos.
· K: tomates, apio, moras.
¿Puedo tomar un medicamento que contenga lactosa?
La lactosa se incorpora como excipiente en el 40% de los medicamentos autorizados en la actualidad (fuente Aemps). Esto, puede resultar un problema para algunos pacientes con niveles de tolerancia muy bajos, y dificulta al médico la prescripción de un medicamento adecuado en estos casos, y esto dependerá del grado de intolerancia a la lactosa y de la cantidad de la misma ingerida con la medicación, entre otros.
En general, «la ingesta de lactosa con la medicación no es un factor determinante en el seguimiento ni empeoramiento de los síntomas del paciente, salvo en intolerancias muy severas», señala Núñez.
¿Si dejo de consumir lactosa seré mas intolerante?
Esta es una pregunta que se nos repite frecuentemente, y no hay un acuerdo científico al respecto, aseguran desde Viamed.
Hay estudios que afirman que consumir lactosa o no consumir lactosa influye en los niveles producción de lactasa en nuestro intestino. Es decir, si tomas lactosa se produce más lactasa y si reduces la toma de lactosa se produce menos lactasa.
Otros estudios afirman que la cantidad de lactasa que tenemos en nuestro intestino (en las diferentes etapas de nuestra vida) está definida genéticamente. Según estos estudios consumir o no lactosa no hará que produzcamos más o menos lactasa en nuestro intestino.
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