De la misa la media

La vulnerabilidad de la liturgia

iglesia hispalense

En diez minutos exactos, el sacerdote ofreció una muy cuidada homilía sobre la vulnerabilidad de Dios encarnado en un bebé hijo de padres pobres

Misa en el exconvento de la Paz (Sevilla centro)

  • Templo: exconvento de la Paz

  • Fecha: 23 de diciembre

  • Hora: 20 horas

  • Preside: Marco Antonio Vázquez SDB

  • Asistencia: 53 personas

  • Exorno: belén y flores de Pascua

  • Música: ninguna

Al inicio, se prendió la última vela de la corona de Adviento, que no iba a arder ni veinticuatro horas porque a partir de la hora nona (media tarde), empezaría a celebrarse la víspera de Navidad. Pero ese sábado previo, la hermandad de la Mortaja ... había invitado a la Escolanía María Auxiliadora de los salesianos justo al acabar la misa que iba a oficiar el ecónomo de la inspectoría (provincia) con sede en Sevilla.

La iglesia no estaba llena y no había más música que la que entonaba, a capella, el oficiante. Después sí, se llenó hasta los topes el templo y sonó a música celestial el 'Puer natus est nobis' de Cristóbal de Morales. Pero estábamos en misa a los pies del impresionante conjunto escultórico de la Piedad.

En diez minutos exactos, el sacerdote ofreció una muy cuidada homilía sobre la vulnerabilidad de Dios encarnado en un bebé hijo de padres pobres. Abrió con una digresión (llegó a dar el dato de que el 70% de la información que consumimos es falsa o manipulada) quizá excesiva sobre la necesidad de seguridad y la percepción de incertidumbre que hubieran firmado Heisenberg o Gödel, declarados teístas, por cierto.

Pero cuando aterrizó en el crecimiento insostenible de la brecha de la pobreza y la elección de un «lugar insignificante y perdido en medio de una familia pobre» para el Niño Jesús, se vio la altura que tomaba su prédica. «Todo es vulnerabilidad (noche, cansancio, recién nacido débil) en Belén, no hay nada que nos hable de potencia y, sin embargo, ese es el camino que ha elegido Dios Todopoderoso para mostrarnos el camino de la felicidad».

«Cada vez notamos que la fe tiene menos vigencia y se orilla, aunque la espiritualidad (que es otra cosa) va creciendo. La experiencia de la fe es una carga de profundidad que haría tambalearse nuestro mundo, pero nos repugna incluso hablar de vulnerabilidad. Y, sin embargo, esta me ayuda a crecer cuando la acojo en mi vida. La Navidad es la fiesta de la vulnerabilidad», dijo.

«Navidad es familia, paz, vuelta al hogar, pero primero es vulnerabilidad, vivida con amor porque me sé amado por Dios», resumió en su tramo final la homilía. A lo mejor, más propia de un retiro o una meditación de ejercicios espirituales que de una homilía del cuarto domingo de Adviento, pero de inestimable factura.

No así su lenguaje corporal, el punto más vulnerable (por seguir el discurso de la predicación) de la celebración: cierto bamboleo al moverse por el presbiterio, la posición de las manos en las impetraciones o al invocar al Espíritu, o el ángulo con que se inclina la cabeza… Habrá quien sostenga que nada de eso resta un ápice a la esencia consacratoria y a la comunión del pueblo, pero son rasgos (apenas perceptibles, si se quiere) que dificultan al pueblo fiel seguir con unción la celebración, que ni siquiera le pertenece al sacerdote. Se incluye en este apartado la ordenación arquitectónica: seguro que hay una explicación para que ambón (desde donde se proclaman las lecturas) y atril (el resto de intervenciones que no forman parte de la Escritura) estuvieran intercambiados de sitio. Nada de eso ayuda, qué le vamos a hacer.

Tampoco los añadidos, como ese «por otros intereses» con que subrayó el final del memento de vivos ('Acuérdate, Señor') para que la asamblea percibiera con más claridad que sólo debe moverla a la perfección evangélica la caridad. En otros casos, sí que suponen un plus: por ejemplo, la invitación a orar por las intenciones de los fieles en silencio antes de rematar la oración universal o el escrutinio de las verdades de la fe en el credo.

Así que quedémonos con lo sobresaliente, como fue la homilía (le faltó un punto de implicación con la asamblea para la excelencia), y olvidemos todo lo demás, circunstancial: 'Gaudete', esto es, alégrate, como nos cantó exitosamente la escolanía. ¿Y si probamos la próxima vez a cantar una misa con sus villancicos y todo en vez de dejar tan desprotegida la liturgia, siempre tan vulnerable?

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