Remedios contra la discapacidad

Pero en la eucaristía del 3 de diciembre, día internacional de las personas con discapacidad, en la parroquia de Los Remedios nadie perdió la cabeza. Al contrario, muchos de los asistentes comenzaron a caer en la cuenta de que la Iglesia también la forman sordos, ciegos, paralíticos y mudos, por usar una terminología no del todo políticamente correcta pero, desde luego, profética, como anuncia el primer Isaías.

No era exactamente una de las ocho misas parroquiales en el primer domingo de Adviento sino la eucaristía que cada año organiza la Pastoral del Sordo que dirige el sacerdote Gumersindo Melo - al que el párroco Francisco Ortiz le había cedido la presidencia- a la que se habían unido Fe y Luz, Ciegos Españoles Católicos (CECO), la pastoral de San Juan de Dios y otros fieles con diversidad funcional a título personal.

«Cada persona es única e irrepetible», se dijo en la monición de entrada. Así que los únicos e irrepetibles, preferidos de Dios, eran los protagonistas. Con su perro guía, con sus sillas de rueda, con sus peticiones en Braille, con su padrenuestro rezado con las manos, con las lecturas de la misa silabeadas o tonantes, con sus marionetas y sus flores ofrendadas en el ofertorio y con su presencia para hacer realidad el lema 'Tú y yo somos Iglesia' con el que la Conferencia Episcopal invitaba este año a hacer desaparecer las barreras (evidentes como las físicas o sutiles como las mentales) que impiden la plena integración de las personas con discapacidad en el Cuerpo Místico.

A eso se refirió el oficiante, que iba traduciendo a la lengua de signos todas las oraciones de la misa: «El día de hoy quiere ser una llamada de atención a todos los párrocos: aquí estamos nosotros para las personas que necesiten acompañamiento, confesión, acceso a los sacramentos… Que en este Adviento estemos despiertos por la venida del Señor y a las necesidades de hermanos que necesitan ayuda y acompañamiento». «Dios nos da un plan para este Adviento: Jesucristo, su Hijo, modelo al que todos podemos copiar; ¿y cuál es nuestro plan?, ¿queremos crecer o quedarnos quietos?, ¿hacer una Iglesia en la que todos cabemos?», dijo el padre Melo.

Es posible que los fieles estuvieran más atentos que de costumbre a la liturgia participando activamente desde sus bancos, quizá por la novedad de seguir la agilidad y destreza con que el celebrante ejecutaba con las manos los gestos de la doxología ('Por Cristo con Él y en Él') o del agnusdéi ('Cordero de Dios') tras depositar oportunamente los vasos sagrados sobre el altar. Lo que no estuvo tan oportuna fue la campanilla en la consagración, pero no era el día de reñir a los monaguillos un tanto revoltosos.

La asamblea captó el mensaje. Y estimó el empeño de los hermanos discapacitados para estar a la altura. Ahora toca devolverles el esfuerzo acogiéndolos sin paternalismos trasnochados sino en pie de igualdad para que -como se dijo en la acción de gracias- «nuestros hermanos con diversidad funcional puedan hacer valer sus capacidades en una Iglesia inclusiva y servicial».