entrevista
Raúl Gómez Ferrete: «Cualquier conflicto entre mis alumnos puede desatar una tragedia entre las familias del barrio»
Este maestro vocacional y activista de la inclusión dirige desde el 2000 el Ibarburu, en Dos Hermanas, y acaba de ver reconocida su labor con la Bandera de Andalucía: «La situación ha mejorado y se ha normalizado bastante porque hemos logrado la confianza de las familias»
«Es verdad que hay desánimo en los profesores pero yo soy optimista. Se pueden hacer tantas cosas»
«El único ascensor social para mis alumnos es la titulación académica. Y luchamos desde hace más de 30 años para que la logren»
Sevilla
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Iniciar sesiónRaúl Gómez Ferrete, licenciado en Ciencias de la Educación, tiene 58 años y dirige desde hace 24 el CEIP Ibarburu, un colegio muy diferente al de cualquier otro de Sevilla. Situado en Cerro Blanco, la barriada más vulnerable de Dos Hermanas y reconocida por ... el Defensor del Pueblo como un gueto social y educativo, prácticamente todos sus alumnos son de etnia gitana. Este maestro vocacional que aprobó las oposiciones a Magisterio estando en la mili y que aprovechó su estancia en el Ejército para enseñar a leer a muchos reclutas analfabetos, se enfrenta en el Ibarburu desde hace más de tres décadas a un absentismo escolar que ha llegado a superar el 40 por ciento y a la evidencia de que cualquier conflicto entre dos alumnos puede desatar una tragedia lorquiana entre las familias de los distintos clanes que se dan cita en sus aulas. El tiempo pasa tan rápido en este colegio que Raúl, que recibe tratamiento por un cáncer desde hace seis años, ya ha dado clases a los nietos de sus primeros alumnos. De los 200 que pueblan sus aulas, ninguno prácticamente consigue titular y muchos son padres con 15 ó 16 años. Ésa es la dinámica que este centro intenta cambiar y por la que han concedido a su director la Bandera de Andalucía.
-¿Por qué cree que le han concedido este reconocimiento?
-No lo sé. Seguro que hay un centenar de compañeros que se la merecen como yo. Supongo que me la han dado porque llevo trabajando 34 años en un entorno muy complicado donde las dificultades son inmensas, no sólo en lo académico.
-Está trasplantado de médula ósea.
-Sí, sufro un cáncer del que me estoy tratando desde hace siete años y estoy trasplantado de médula desde 2017. Ese año, a causa de mi enfermedad, no pude dirigir el colegio, pero ha sido el único año desde 2000 en que no pude hacerlo. Antes de ese año fui jefe de estudios del centro.
-¿Cuáles son, a su juicio, las cualidades más importantes que debe tener un buen director?
-Cuando se trabaja con población tan vulnerable, creo que una de esas cualidades es tratar con dignidad y respeto a todas las personas. A veces, los profesionales de la educación tendemos a mirar por encima del hombro a personas que no tienen estudios o ni siquiera saben leer. O que se ganen la vida como se la ganen. Creemos que esas personas no saben nada pero esas personas saben de otras cosas y tienen mucha inteligencia cultural.
-¿Cuál es el perfil de sus 200 alumnos?
-De etnia gitana, residentes en Cerro Blanco, un núcleo poblacional al sur de Dos Hermanas que está definido como un gueto social y educativo por el Defensor del Pueblo Andaluz desde 2001.
-¿Han mejorado las cosas desde ese año o, más bien, al contrario?
-Hemos avanzado un poquito pero creo que cada vez estamos más lejos del resto del mundo, de la realidad. El resto del mundo ha avanzado más que nosotros. En 2001 teníamos un absentismo elevadísimo, con muchos alumnos que no venían a la escuela en años, y también teníamos alumnos en Secundaria que no sabían leer ni escribir. Entonces la mayoría de las familias de nuestros alumnos eran analfabetas. Ahora no es así, hemos avanzado, pero creo que estamos cada vez más lejos. Antes de la pandemia nos acercamos un poco pero la desconexión que se produjo durante la pandemia nos devolvió a la situación anterior. Este retroceso no sólo ha pasado en Cerro Blanco sino en todos los colegios con población vulnerable de España y de Europa.
-Tienen una plantilla de 24 profesores para 200 alumnos. No parece una mala ratio...
-Sí, pero a veces la ratio engaña. Nosotros tenemos problemas a veces para hacernos con el control de una clase de 7 u 8. Las características y necesidades de muchos de estos alumnos lo hacen todo muy complicado y que parezca un aula de Educación Especial.
-En todos los colegios andaluces hay dos o tres alumnos problemáticos en cada clase de la ESO que complican mucho el aprendizaje del resto. ¿Cuántos tienen en su centro?
-No podría cuantificarlo pero son muchos más. Hasta 2012 muchas clases eran una bomba que estallaba en cualquier momento y que no sabíamos cómo atajar. Pero desde entonces hemos logrado superar muchas situaciones y hemos normalizado bastante la situación, aunque aún estamos muy lejos de ser un colegio normal. A las familias de aquí lo que les preocupa de verdad es que no haya incidentes en el colegio porque lo que pase en las aulas pueden provocar conflictos en la comunidad y rebotar en la calle. No quiero exagerar ni estigmatizar pero ha habido situaciones muy duras, auténticas tragedias. Hemos vivido situaciones de alumnos, niños, que si no aprendían a agredir eran agredidos por sus compañeros. La ley de la calle es muy dura en estos entornos tan vulnerables.
-En un colegio de Jerez con muchos menos problemas que el suyo un chico que sufría bullying apuñaló a un compañero. Cuando se conoció la noticia, todos nos echamos las manos a la cabeza, pero ¿estamos al tanto de los problemas reales que afrontan los centros educativos en España?
-La escuela ha ido asumiendo cada vez más funciones que antes realizaban las familias sin abandonar su misión histórica de formar académicamente al alumnado. Cada vez que se habla de algún problema genérico en la sociedad, se culpa a la escuela. Antes las familias educaban y formaban a sus hijos en el respeto a las normas que ahora son funciones que ha asumido la escuela. Y esto no es fácil de hacer.
-Tras el asesinato de dos guardias civiles por narcotraficantes a bordo de un lancha nos hemos enterado de que en Barbate los jueces duran uno o dos años como máximo porque piden rápidamente otro destino. ¿Pasa lo mismo con los profesores de su colegio?
-Nadie lleva tanto tiempo como yo y sólo tengo dos o tres compañeros que lleven conmigo 18 ó 20 años. Todos los demás han acabado pidiendo sitios más cómodos, por así decirlo, pero sé que muchos se han ido con pena.
-¿Un colegio así puede resultar tan adictivo para un maestro como cubrir una guerra para un periodista?
-La verdad es que esto ha sido a veces como un trinchera. Ya no. Hemos desarrollado un trabajo magnífico con las familias no sólo para que no nos cuestionen sino para afianzar vínculos afectivos con ellos. Mi palabra no la ponen en duda nunca.
-¿Y cómo lo han conseguido?
-Lo que les explico lo hago como maestro y como padre. Hemos conseguido el reconocimiento social de las familias de nuestros alumnos a base de muchos años de trabajo, confianza. Y también haciéndoles muchísimos favores, de ayudarlos con las comidas, la vestimenta, las citas médicas, las citas en la cárcel, etcétera. Yendo también a sus casas y preocupándonos por lo académico y lo personal. Así rompimos el hielo. Las poblaciones vulnerables tienen mucho miedo a lo desconocido.
-¿Y los profesores nuevos?
-Ellos tienen más problemas que los veteranos para tener este reconocimiento.
-¿Y cuánto suelen aguantar en el colegio?
-Llegan por bolsas anuales. Muchos son interinos y no tienen posibilidad de continuar. La implicación personal determina mucho cómo les va.
-¿Los maestros tienen herramientas legales suficientes y los recursos humanos y materiales necesarios para afrontar los problemas de convivencia?
-Faltan herramientas y falta control familiar. Esta mañana hemos tenido el caso de un alumno de Secundaria que se ha echado a dormir en clase. Y, además, es un niño agresivo, que te dice «no me toques». Esto es algo que pasa prácticamente a diario porque muchos se quedan con el móvil hasta las 4 de la mañana. Esto no pasaba hace diez o quince años. Aquí muchos niños de esos dos primeros cursos de la ESO que impartimos se acuestan muy tarde a diario.
-¿En que medida los problemas de convivencia en los centros es un lastre en los resultados escolares?
-Es un gran lastre y en muchos casos impiden el aprendizaje académico. Los niños necesitan un contexto escolar seguro, tranquilo, para poder aprender y concentrarse. También para poder ilusionarse con los temas. En un contexto tenso o violento esto no es posible. Yo lo he vivido muchas veces en nuestro colegio y cualquier conflicto que ocurra aquí puede desencadenar problemas mayores en el barrio entre las familias de los alumnos.
-¿Qué tipo de problemas?
-Problemas graves.
-¿Con personas heridas, incluso muertas?
-Sí, han ocurrido tragedias. Eso es una preocupación constante para nosotros. Pero hemos mejorado la situación en el colegio y todo está ya bastante normalizado. Hablamos mucho con las familias.
-¿El profesorado cuenta con la formación necesaria para tratar estos problemas de convivencia?
-La falta de formación del profesorado para tratar este tipo de situaciones es uno de los problemas que sufren los centros educativos. La formación inicial de Magisterio no es buena pero en Secundaria es aún peor porque tratan con las edades más complicadas. Hablamos de licenciados en Química o Matemáticas a los que se les da un simple curso de adaptación. Y en convivencia apenas se da nada.
-¿Vamos por detrás en formación de profesorado respecto a otros países?
-Sí. En materia de convivencia hay una línea de trabajo que está poco desarrollada en España, que es la que siguen en Finlandia. Y hay también un programa norteamericano muy interesante donde se pone de manifiesto la necesidad de reconocimiento social que tiene el acosador o el matón. Todos esos programas actúan sobre los alumnos espectadores, que no son víctimas ni verdugos, que son la mayoría.
-¿No faltan recursos humanos para poder alcanzar ese ideal de individualización e inclusión de la actual ley educativa?
-Es fundamental eliminar la segregación del alumnado. La inclusión me parece fundamental y cuanto más recursos se tengan, mejor funcionaremos. Pero depende de los centros. Mis hijos no han necesitado más recursos en su colegios ni profesores de apoyo. Los alumnos de mi colegio, sí.
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