Raquel Revuelta: «Para el sevillano perderse la Feria es un poco tragedia»

—¿Cree que el modelo corto provocará que lleguen menos madrileños? 

—Claro. Como empresaria lo veo desde ese prisma y puede ser que sí. Aunque también es verdad que el madrileño se organiza muy bien y ya está como los sevillanos, que se piden días de vacaciones o teletrabajan y luego se van a la Feria. El madrileño cada vez es más feriante. Se organiza y sabe hacerlo compatible con su vida como hacemos los sevillanos.

—¿A los miles de sevillanos que trabajan fuera le será más difícil para venir a la Feria?

—Yo creo que ellos también saben organizarse. Me emociona ver cómo somos y que vivimos con intensidad y alegría nuestra fiesta. Eso me enorgullece. Para el sevillano, perderse la Feria es un poco tragedia. Tengo un hijo que ha estado dos años en Australia y se lo ha perdido. Y este año lo vive con intensidad. Tiene unas ganas de Feria... Y otra madrileña a la que le pasa lo mismo. A mi me gusta ese ingrediente de la personalidad del sevillano que nos hace ser diferentes y que no es nada frívolo. Es un sentimiento.

—Igual hay gente que no lo entiende...

—Pues el problema lo tienen ellos. Al que no le guste que no mire.

—¿La Feria no es sólo de los sevillanos?

—La fiesta es de los sevillanos. Es como puede ser la Feria de Coria o de Málaga. Otra cosa es que a los que nos visitan los hagamos feriantes. Y eso es gracias a cómo les hacemos sentir. Les hacemos sentir que son pieza fundamental para la Feria. Considero que la Feria es maravillosa y hay que ensalzar lo que se ve nada más pisar el albero. La alegría del recinto ferial.

—¿Le gusta más la Feria de día?

—Me gusta más y me emociona más. Pero también apetece la Feria de noche. El sevillano disfruta mucho su Feria. Porque sabemos atender a todos. Todos sabemos organizarla con un día para los amigos y otro para la familia. Y sabemos dosificarla. Es importantísimo dosificar.

—¿Cuántos trajes de flamenca tiene?

—Tengo muchos trajes de flamenca, pero los tengo como si fueran piezas de arte. Los tengo como el que tiene un Valentino en su casa. Yo tengo de Lina, de Pilar Vera, de Vicky Martín Berrocal... Tengo la inmensa fortuna de que cada año me ceden trajes para vestirme. Soy una privilegiada y se lo agradezco a los diseñadores. Luego, esos vestidos vuelven a su lugar.

—¿A la Feria hay que ir de flamenca?

—O aflamencada. Yo invito a todas las mujeres a que vayan de flamenca. Pero yo soy de las que, si aguanto hasta el fin de semana, voy más liviana, aflamencada. También uso la inspiración flamenca porque el traje de flamenca pesa.

—¿Hay una tendencia snob a no vestirse?

—Creo que lo que hace la Feria tan atractiva es responsabilidad de todos. Y un aspecto muy importante es que las mujeres nos vistamos de flamenca. Eso no se puede perder. Hubo una época, antes de Simof, que había pocas mujeres de flamenca. Y esto no lo podemos consentir. Todas las sevillanas tenemos la responsabilidad de vestirnos y de invitar al visitante también a que se vista. Porque además tenemos la suerte de que es un traje que favorece.

—¿Hace más guapa a la mujer?

—Sí. Te lo pones y te sientes guapa. Vas con alegría. Cambia hasta tu actitud. La mujer que llega a la Feria va con predisposición a pasar un buen rato. Favorece por dentro y por fuera

—¿Cuál es su traje ideal?

—He evolucionado en mis gustos. Antes era muy clásica. No concebía el traje sin mantoncillo. Ahora no. Ahora he aprendido y he entendido que se puede llevar como más favorezca. Y que tiene que haber un traje de flamenca para cada alma de mujer. Mi alma es tradicional, pero al mismo tiempo es inquieta. Me gusta probar cosas nuevas, pero siempre con equilibrio.

—¿Algún color especial?

—Me gustan de lunares o lisos. Los colores son el rojo, el blanco, el negro y el amarillo. Me gusta el lunar grande, la manga larga porque estiliza mucho y el cuello barco. Un vestido que marque la silueta de la mujer, que estilice, pero también he utilizado dos piezas.