El mercado sevillano de la Encarnación pierde puestos y gana bares

Los gastos no compensan a los placeros ya que el público, la mayoría turistas, busca bares: El modelo, como en otros mercados, está cambiando

Siete puestos han cerrado en los últimos meses y se calcula una caída de ventas de hasta el 60 por ciento

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Un puesto del mercado de la Encarnación Rocío Ruz

El mercado de la Encarnación cada vez tiene menos público que acuda a hacer la compra a diario. Es verdad que cualquier mañana puede verse gente por el entorno, pero la mayoría son turistas mientras que son pocos los que acuden a comprar a los ... puestos que hay en su interior.

La crisis, la subida de precios y la «gentrificación» del centro, donde cada vez hay más apartamentos turísticos y menos vecinos que vivan todo el año y que necesiten acudir a una plaza de abastos a comprar, está pasando factura a un mercado que se renovó totalmente hace aproximadamente doce años (a la par que se estrenaron las Setas) y que ahora está abocado a cambiar de modelo y pasar a convertirse en una ruta gastronómica del estilo del de Triana o Feria y el modelo que parece estar extendiéndose también por otros barrios. Pese a que muchos de los profesionales que atienden los puestos insisten en que cuando alguien busca un producto de calidad tiene que ir al mercado, las cosas están cambiando mucho como consecuencia de la situación.

De momento, el resultado es que en los últimos meses, desde el pasado octubre aproximadamente, han cerrado seis puestos. Solo hay que darse una vuelta por el mercado para ver las persianas echadas en esos puestos que han sido víctimas de la situación y han echado el cierre.

¿Qué está pasando? El presidente del mercado, Juan Carlos Camacho, segura que algunos prefieren «cambiar de oficio» porque hay negocios que no iban bien. Se han ido al traste negocios de pescado, de congelados o de frutas. «Ha sido por la bajada de las ventas y la subida de los precios mientras bajaba el consumo», afirma el presidente de los placeros que confirma la bajada de ventas en todo el mercado.

Se trata de una situación que define como «mala» ya que calcula que la caída de las ventas puede estar entre un 30 y un 40 por ciento con respecto a lo que se vendía antes de la pandemia. Y ello ha provocado que muchos decidan «que no merece la pena» ser autónomo ya que los gastos de una empresa son muchísimos mas elevados que los de cualquier otro oficio. «Algunos no se lo piensan dos veces cuando les llega una oferta con un contrato con un salario fijo» afirma.

Fenómeno que se extiende

Además Camacho asegura que lo que ahora se está «imponiendo» en los mercados son los bares restaurantes y el tapeo como ha ocurrido en otros mercados sevillanos como el de Triana o el de la calle Feria o en los de otros barrios que también están experimentando el mismo fenómeno. De hecho el pasado mes de noviembre se aprobó una propuesta de nueva ordenanza que facilitará los traspasos de puestos y la inclusión de servicios de hostelería.

Manuel Barranquero, del puesto 34 dedicado a la venta de carne, confirma que la situación está «muy floja» y achaca lo ocurrido a los importantes gastos a los que hay que hacer frente para mantenerse. De hecho hay que pagar una licencia que otorga el Ayuntamiento, de unos 152 euros, un alquiler de más de 530 euros al mes y unos gastos de mantenimiento del mercado de más de 65 euros. Con todo se le van unos 1.000 euros mensuales en gastos, lo que supone que hay que «vender mucho» para poder hacer frente a estos gastos.

Y todo ello en un momento de una gran caída de ingresos. Él, por ejemplo, calcula que la ventas han caído desde el pasado mes de octubre en un 60 por ciento aproximadamente. Por eso insiste en que si algunos se marchan es porque «no pueden mantener» los gastos.

Victor Manuel Tereñez, de la pescadería que lleva su nombre en el mismo mercado, tiene muy claro lo que está ocurriendo: «Estamos en el centro de Sevilla y aquí cada vez vive menos gente y hay cada vez más apartamentos turísticos. Y aquí el turismo viene a hacer fotos del pescado pero no me compran», dice.

Tereñez asegura que se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo cuando llegó la pandemia. Porque en esa época no entraba nadie en el mercado, mientras que otros colegas, como su madre que tenía un puesto en el mercado de Los Remedios, tenía repartos hasta por las tardes. «Aquí aguantamos unos pocos, pero esto está cada vez más complicado» dice recordando que cuando empezaron en el nuevo mercado eran 12 pescaderías y ahora sólo quedan cuatro. «Entre semana cada vez vendemos menos; aquí solo entra turismo», explica el pescadero que cuantifica en un 40 por ciento la caída de sus ventas y que tuvo que prescindir del trabajador que tenía en su puesto.

En este sentido, insiste en que pese a que los precios han subido en todas partes el «bajón» que ha dado el mercado es muy superior. Se han dado casos de placeros que han durado menos de un año en el puesto después de gastarse «un dineral» en montarlo.

Desde su puesto de frutas y verduras, Joaquín Ortega, que lleva más de 35 años como placero, coincide e el diagnóstico: ser autónomo es cada vez más duro y ello se suma a que las ventas ha ido bajando. «Nosotros vendemos frutas para el desayuno pero no quedan habitantes suficientes para comprar ya que además el público son mayores» dice calculando también en un 60 por ciento la caída de las ventas con respecto a lo que había antes de la pandemia.

Y a ello se une que tampoco les permiten abrir por las tardes como algunos han pedido ya además el mercado de la Encarnación es «el mas caro» de Sevilla a la hora de poner un puesto. Les está pasando algo similar a lo ocurrido en el mercado de Triana o la calle Feria, donde cada vez hay más bares y menos puestos de carne, pescado o verduras. Ahora en la Encarnación hay tres bares. Pero llegarán más. Parece ser que el futuro de ese mercado pasará por un cambio de modelo, cada enfocado hacia los turistas como ocurre en otros de la ciudad.

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