Juan Navarro Baldeweg: «Todo mi trabajo tiene algo de usar distintos lenguajes simultáneamente»
Una exposición de pintura y una conferencia de este creador abrió ayer la XXIII Semana de la Arquitectura de Sevilla
La XXIII Semana de la Arquitectura de Sevilla se centrará en la interacción con las artes
Juan Navarro Baldeweg este lunes junto a sus obras en el Colegio de Arquitectos de Sevilla
El nombre de Juan Navarro Baldeweg (Santander, 1939) es bien conocido por los amantes del arte y la arquitectura. Miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y Premio Nacional de Artes Plásticas (1990) y de Arquitectura ( ... 2014), su elección por parte del Colegio de Arquitectos de Sevilla era una opción obvia para inaugurar con una exposición y una conferencia la XXIII Semana de la Arquitectura, que, dedicada a las relaciones entre esta disciplina y la creación artística, arrancó ayer y que se desarrollará hasta el 12 de octubre.
La relación de Navarro Baldeweg con Sevilla se remonta a años atrás, cuando «exponía en la Galería de Juana de Aizpuru y me alojaba en su apartamento, como muchos otros artistas. Juana es muy agradable y una persona muy cariñosa».
Además, ayer se le pudo ver en la inauguración de su exposición 'Fin sin fin', que puede visitarse estos días en el Colegio de Arquitectos de Sevilla, junto a dos arquitectos vinculados a la capital andaluza y al arte contemporáneo, como Víctor Pérez Escolano y, el también pintor, Juan Suárez.
Pero hay más lazos que unen la obra de este arquitecto con Sevilla, ya que los aficionados a los toros recordarán que este arquitecto fue el autor del cartel de la temporada taurina de 2016 de la Real Maestranza de Caballería. «El mundo de los toros es de enorme riqueza y uno de los pocos acontecimientos culturales únicos que existen. Es un arte que, además, es antiquísimo, que se remonta a Creta, con aquellas pinturas del salto del toro».
En aquella ocasión, Navarro Baldeweg trascendió el reducido ámbito del arte contemporáneo para presentar una creación que se insertaba en la cultura popular, algo que ya había hecho anteriormente, cuando realizó la pintura que para la portada de 'La canción de Juan Perro' (1987), el cuarto álbum del grupo de rock Radio Futura.
«Yo trabajaba desde que regresé a España de Estados Unidos, en 1979. para la galería Buades, donde trabajaba como asesor gente como Juan Manuel Bonet. Por allí andaban intelectuales y entre ellos Santiago Auserón y su grupo. Vino un día a mi estudio y me dijo que quería que yo hiciese la portada. Me comentó que el disco estaba basado libremente en la obra de Juan Rulfo, a quien adoro. La pintura se basaba en que me imaginaba bajando a Comala —donde transcurre la acción de la novela 'Pedro Páramo'— durante la noche, cuando empieza a amanecer, como si ya se hubiera hecho el disco y yo lo estuviera escuchando».
Relación de expresividad
Autor de proyectos tan reconocidos como el Museo de las Cuevas de Altamira o los Teatros del Canal en Madrid, la condición de arquitecto es en su caso inseparable de la de artista, aunque después, formalmente, se trasladen de manera distinta según al lenguaje utilizado.
«En mi caso no existe una relación formal, sino de expresividad. Si te fijas, los cuadros incluidos en la exposición tienen que ver con la gravitación, como por ejemplo, dejando caer la pintura sobre el lienzo. Esto se relaciona con la pieza del aro, que parece que se levanta y tiene un gesto antigravitatorio. Cada uno se expresa en su propio lenguaje, pero después la emoción que produce es muy parecida. Hay una energía coincidente en todas las piezas, aunque después formalmente sean muy distintas».
En ese sentido, Navarro Baldeweg abunda en que «en mi caso tengo la conciencia de que hay maneras de expresar que activan signos distintos de estar en el mundo bajo los efectos de, por ejemplo, la gravedad. Hay una convivencia de origen que lleva a diferentes formalizaciones. Todo mi trabajo tiene algo de usar distintos lenguajes simultáneamente».
En su opinión, en el proceso artístico, sea arquitectura o pintura, hay tres aspectos que no se deben olvidar: «el artista; la obra, que se encarna en lo físico; y el espectador, que debe recibir y entender la obra. Los momentos extraordinarios del arte son cuando existe una percepción de la obra y del artista, cuando hay una cultura social o un mecenas que sabe, por ejemplo, que Miguel Ángel es un genio».
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