entrevista
Benito Navarrete: «La envidia es el pecado nacional pero no hay mal que por bien no venga. Superé el rechazo de la Universidad de Sevilla y soy feliz»
El comisario e historiador, que ahora es catedrático de Historia del Arte en la Universidad Complutense, elogia a varios profesores que tuvo en la Hispalense y a una docente de su instituto que le hizo cambiar sus planes de hacerse piloto militar
«Pedí a José Luis Sanz ir en la lista a la Alcaldía de Sevilla y asumir la política cultural pero me dijo que eso no dependía de él»
«Yo fui el ciudadano que registró la petición para que »Las lágrimas de San Pedro« de Murillo fuera declarado BIC»
Benito Navarrete fue director general de Infraestructuras Culturales del Ayuntamiento de Sevilla
Benito Navarrete Prieto es catedrático de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid. Fue director de Infraestructuras Culturales y Patrimonio del Instituto de la Cultura y las Artes del Ayuntamiento de Sevilla (2011-2015) y con anterioridad asesor de la Fundación Focus- ... Abengoa y creador del Centro de Investigación Diego Velázquez. Defendió su tesis doctoral (La Pintura Andaluza del siglo XVII y sus fuentes grabadas) bajo la dirección de Alfonso Pérez Sánchez, uno de los mejores directores que ha tenido el Museo del Prado desde la restauración democrática. Navarrete ha comisariado varias exposiciones, entre ellas Zurbarán y su Obrador. Pinturas para el Nuevo Mundo (1998), El Joven Murillo (2009), I Segni nel Tempo. Dibujos españoles de los Uffizi (2016) y recientemente Herrera el Mozo y el Barroco total en el Museo del Prado. También ha publicado en prestigiosas revistas nacionales y extranjeras indexadas en la Web of Science, como Archivo Español de Arte, Master Drawings o Print Quarterly. Entre sus últimos trabajos se encuentra su ensayo Murillo Persuasion and Aura galardonado con el premio Eleanor Tufts al mejor libro de arte en lengua inglesa en 2022, y la exposición «Murillo y su estela en Sevilla» con motivo del centenario del artista.
Navarrete ha sido Ospite Scientifico del Kunsthistorisches Institut Max-Planck de Florencia y profesor visitante de la Universidad Iberoamericana y la UNAM de México. En 2017 fue distinguido como Caballero de la «Ordre des Arts et des Lettres» distinción honorífica otorgada por el Ministerio de Cultura de la República de Francia por la trayectoria académica e investigadora en el mundo de las artes. Actualmente prepara la exposición Pintura Española en Portugal: Identidades Partilhadas que se inaugurará el 30 de noviembre en el Museo Nacional de Arte Antiga de Lisboa.
-¿Siempre quiso ser historiador del arte?
-Siempre me ha gustado el arte pero antes de eso quise ser piloto de aviones. Mi padre es militar y fui a estudiar a Ronda para prepararme para ingresar en la Academia Militar de Zaragoza, pero al final preferí hacer Historia del Arte.
-¿Por qué?
-En COU conocí en el instituto Padre Luis Coloma a una profesora crucial, María Dolores Rodríguez Doblas, que despertó en mí el amor al arte, aunque siempre me había gustado.
-¿Qué le dijo su padre cuando le informó de que renunciaba a hacer la carrera militar?
-Cuando eres joven, las relaciones con los padres no son fáciles y en esa época no lo era la que yo tenía con mi padre, con el que ahora tengo una relación maravillosa y al que llamo a diario. Los padres quieren en cierto modo que los hijos sean lo que ellos proyectan o lo que creen que es mejor para ellos, pero a mis padres me apoyaron en todo momento y me han transmitido unos valores esenciales morales y éticos. Al final me dijeron que hiciera lo que quisiera y que tratara de ser el mejor en eso.
-Y se puso a eso...
-En la Universidad de Sevilla tuve grandes profesores como Enrique Valdivieso y otros que me enseñaron mucho. Enrique era un profesor embaucador que transmitía la pasión que sentía por el arte. También aprendí mucho de las clases de Juan Miguel Serrera, brillante e inteligente, y de Alfredo Morales, metodológicamente impecable. Pero sin duda a quien debo gran parte de lo que soy es a Alfonso Pérez Sánchez, a quien conocí después de que dejara la dirección del Prado y fue mi gran maestro. Lo conocí precisamente en un curso de Valdés Leal que organizó el departamento de historia del arte de la hispalense.
-¿Esa generación de profesores es irrepetible?
-Sí, por desgracia, es irrepetible. La Universidad ha cambiado mucho.
-Intentó ser profesor en la Hispalense pero no lo consiguió. ¿Qué pasó?
-Me presenté dos veces a concursos de asociado de la Universidad de Sevilla para ser profesor pero me rechazaron en ambas. Yo quería dar clases y poder investigar en mi universidad pero no pudo ser. Me hacía mucha ilusión poder hacerlo en ese momento.
-¿Había mucha endogamia entonces en la Universidad?
-Sí, muchísima. Pero ahora las cosas han cambiado y ha mejorado mucho el proceso de selección, algo que celebro y de lo que me alegro. De hecho ahora han ganado una plaza de profesores dos discípulos míos Manuel García Luque y Elena Escuredo que lo harán muy bien y mejorarán la calidad docente e investigadora de su área académica y campo de estudio ilusionando a los jóvenes. Están muy bien formados.
-Usted no ha sido el único talento que rechazó la Universidad de Sevilla y que logra hacerse un nombre fuera de ella.
-No. Aunque no me quiera comparar con él, que fue una eminencia, también rechazaron en su época a Francisco Márquez Villanueva. Sé que esas cosas pasan.
-¿Qué pasó con las dos personas a las que le dieron la plaza a las que usted optaba?
-Ninguna de los dos llegó a catedrático. En aquella época hubo un profesor que dijo que yo nunca sacaría una plaza en la Universidad de Sevilla mientras él pudiera impedirlo. Eso fue doloroso.
-También rechazaron a Antonio Domínguez Ortiz, el mejor historiador español de la segunda mitad del siglo XX.
-Sí. Recuerdo que yo le invité a una conferencia siendo estudiante. El Aula Magna estaba a rebosar para escucharlo y hubo un profesor, del que tampoco voy a decir su nombre, que me afeó el gesto de invitarlo porque no era profesor universitario
-¿La envidia es el pecado nacional?
-Desgraciadamente, sí. Es un defecto muy español. La envidia y los celos. Pero no hay mal que por bien no venga. Gracias a ese rechazo que recibí de la Universidad de Sevilla pude dar clases en otras universidades españolas que sí me aceptaron: Valencia, Oviedo, Valladolid, el CSIC, Alcalá y ahora soy catedrático de Historia del Arte en la Universidad Complutense. Me siento muy orgulloso de haberlo logrado primero por la comisión académica de la Complutense que me seleccionó para el traslado entre todas las áreas de conocimiento, y posteriormente por unanimidad del tribunal que pensó que un perfil como el mío era necesario en el departamento. Lo considero un gran reconocimiento a todo el trabajo realizado en estos últimos treinta años y a mi trabajo de investigación.
-¿Volvería a la Universidad de Sevilla, si se lo pidieran?
Ese rechazo me ha costado mucho superarlo pero ya lo he superado. He pasado página y soy feliz. No volvería a la Universidad de Sevilla ni tampoco a la política cultural local. Esa etapa está cerrada para mí.
-Entró en política en el Ayuntamiento de Sevilla con Juan Ignacio Zoido. ¿Cómo lo conoció?
-La amistad sincera que tengo con él es quizá de lo que estoy más orgulloso en lo personal de mi efímero paso por la política. No nos conocíamos y lo invité a la exposición del joven Murillo de la que fui comisario. Le envié una invitación escrita a mano. Y luego, cuando fui nombrado director de Infraestructuras Culturales por María del Mar Sánchez Estrella, tuve más trato con él. Tenía acceso directo al alcalde y eso molestó a algunas personas de su entorno. Él siempre me apoyó en mis iniciativas.
-¿Podría contar alguna anécdota con el alcalde más votado en Sevilla desde el fin de la dictadura?
-Recuerdo que hizo un viaje a Florencia para firmar un convenio cultural y dio la casualidad que yo estaba también en la ciudad y lo acompañé para asesorarlo en su entrevista con el alcalde Matteo Renzi, que posteriormente sería nombrado primer ministro. Santiago Martínez Vares, que era el estratega de comunicación del alcalde, le dijo que no se preocupara porque yo le pondría al día de todo porque estaba a escasos metros de allí. Fue una reunión muy cordial y productiva en el Palazzo Vecchio, e incluso se planteó que Sevilla y Florencia impulsaran una exposición sobre el renacimiento florentino y sevillano.
-Uno de sus grandes logros en su etapa política fue la exposición de las Santas de Zurbarán.
-Esa exposición fue un hito en la ciudad. Salió en todos los medios de comunicación nacionales y en muchos medios internacionales. Se fletaron incluso trenes para ver la exposición. Hoy algunos museos internacionales todavía la recuerdan y la ponen como ejemplo por la fusión de moda y pintura. Fue una muestra que creó escuela.
-Tuvo otros éxitos que no le reconocieron...
-El más doloroso para mí fue la web del Patrimonium Hispalense. Fue un trabajo muy laborioso que se hizo con técnicos y conservadores y cerró el gobierno socialista que sucedió al de Zoido. Fue un trabajo inmenso que se echó por tierra. Nos costó muchísimo reunir toda esa documentación sobre todas las obras de arte del ayuntamiento y ponerla en esa web para que todo el mundo pudiera profundizar en el conocimiento gracias a las imágenes en alta resolución. Imagínese que cambiara el Gobierno en España y el entrante cerrara la colección «on line» del Museo del Prado. Sería inimaginable, ¿verdad? Pues eso fue lo que ocurrió en Sevilla.
-Ahora ha vuelto el PP al Ayuntamiento pero no se ha deshecho el entuerto...
-No. No se ha hecho nada para reponer la web Patrimoniumhispalense.com.
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