religión

Asenjo abre la causa para elevar a los altares a 21 mártires sevillanos

Eran seglares o sacerdotes, perseguidos y asesinados por su fe durante la Guerra Civil

Asenjo abre la causa para elevar a los altares a 21 mártires sevillanos juan josé úbeda

javier macías

Noche del 19 de julio de 1936. Como represalia por la sublevación militar, un grupo de exaltados lo detuvieron y lo trasladaron a la prisión local de Constantina, donde sufrió interrogatorios, disparos de intimidación, maltrato y vejaciones. El 23 de julio, al ser conducido a ... la parroquia para un interrogatorio, sufrió todo tipo de insultos en la plaza llena de público. Ya en el interior, completamente destruida, le llevaron a la sacristía donde le dieron muerte de dos disparos. En ese mismo lugar, horas más tarde, asesinaron brutalmente a una piadosa mujer. Tras cometer todo tipo de profanaciones con los cadáveres, los dejaron allí hasta que, de madrugada, un camión los llevó al cementerio.

Es la historia de la ejecución de Manuel González-Serna Rodríguez, párroco de Constantina, y de la seglar María Dolores Sobrino Cabrera. Como ellos, otros 19 siervos de Dios murieron perseguidos por su fe en Sevilla durante la Guerra Civil. Ayer, el arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo, abrió la causa para la canonización y beatificación de los 21 mártires que la comisión histórica y archivística, nombrada para tal fin, han encontrado de entre tantas víctimas de los sucesos de los años 30.

Monseñor Asenjo, en su decreto dirigido al cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, dejaba claro que «de ninguna manera pretendemos echar sal sobre viejas heridas». Así, durante su homilía en la Capilla Real, afirmó que esta causa es «un acto de justicia para poner sobre el candelero de la Iglesia la fidelidad heroica de estos cristianos, que prefirieron renunciar a la vida antes de traicionar a Jesucristo». Y es que, según indicó el arzobispo, «tampoco pretendemos saldar las cuentas pendientes de quien las dejaron canceladas perdonando a sus verdugos en un acto de generosa y extrema caridad».

¿Quiénes fueron?

La comisión histórica, presidida por el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla, José Leonardo Ruiz Sánchez, ha devuelto a la memoria a estos hombres y mujeres que estaban en el más absoluto olvido. Seis de ellos murieron en Cazalla de la Sierra, uno en Madrid, dos en Sevilla, otros dos en Constantina, El Saucejo y Marchena, y uno en Huelva, Málaga, Guadalcanal y Utrera.

Los de Cazalla murieron el 5 de agosto de 1936, acribillados a balazos además de arrojarles bombas en el patio de la cárcel. Fallecieron, entre otros, cuatro seglares, un sacerdote y un seminarista. Este último, murió junto a su padre -también considerado mártir-, protegido entre sus brazos. Cuentan los testigos orales que el sacerdote, Antonio Jesús Díaz Ramos, le encargó a uno de sus guardianes que le dijera a su hermana que no se cebara con nadie tras su ejecución. «Si van a pedirle un pedazo de pan o un vaso de agua, si no tiene más que eso, que se lo dé», le dijo.

Un testimonio heroico, como lo fue el de José Vigil Cabrerizo, el único de los mártires de la guerra que falleció en Sevilla capital. Era capellán de San Jerónimo, y vivía con sus padres y hermanas en la calle Conde de Ibarra. En la tarde del 18 de julio se vieron sorprendidos por un fuego cruzado. La familia intentó sacar del edificio al sacerdote, al que una bala le alcanzó en el hombro. Al ver sus documentos, el responsable del grupo indicó: «tirarle, que es el cura de San Jerónimo», produciéndose varios disparos aunque sin que llegaran a rematarle. Malherido, fue trasladado al hospital, donde perdonó a sus asesinos. A la mañana siguiente, falleció.

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