El gol olímpico de James Rodríguez con solo 12 años

Salta a la vista. La joven perla colombiana es un jugador diferente cuyo sueño es jugar y triunfar en el mundo del fútbol. Ese es un anhelo que ha permanecido en su mente desde que tiene uso de razón. Hace diez años, en la ciudad de Ibagué, en su patria querida, comenzó a dar sus primeros pasos en el club Deportes Tolima. «Esa es mi tierra, allá crecí», señaló recientemente el jugador. Allí ofreció a los espectadores que acudían al campo sus primeros destellos de estrella. Era pequeño, pero brillaba con luz propia.

Su golpeo al balón ya era exquisito. Desprendía un aura diferente a la de los compañeros de su misma edad. En su primera final como futbolista, Ponifútbol, año 2004, se echó el equipo a la espalda. Era el diez, el creador, el número que han llevado los más grandes de este deporte y el que, posiblemente, llevará en el Real Madrid.

James se gustaba a sí mismo. Y los demás degustaban su calidad. El suyo era un espectáculo delicioso que saciaba a cualquier aficionado al fútbol. De hecho, en aquel encuentro marcó un gol olímpico que encumbró a su equipo, permitiendo que se proclamaran campeones del torneo. «Este ha sido el tiro de mi vida», declaró al final del encuentro. Un gol tan importante tenía que tener una dedicación que estuviera a la altura: «Se lo dedico a mi mamá y a mi papá». Sin duda, con su apoyo y cariño, ambos han sido fundamentales para que James llegase a triunfar.

Era un niño, pero ya soñaba alto y claro. Desde la inocencia de su edad, deseaba triunfar y coronarse en la cima. «Yo de mayor quiero ser futbolista profesional. ¿El equipo? He empezado con Tolima. En el futuro Dios dirá». De momento, parece que los dioses quieren que vista de blanco . Durante los próximos años volverá a sentir la sensación que tuvo tiempo atrás. Volverá a soñar con volar alto. En esta ocasión, con el Santiago Bernabéu como testigo y con el Real madrid como club.