Anna Allen: «Actuar me fascina, para mí es casi como respirar»

Según la trama de la serie, Marta Altamira y Toni se conocieron en los convulsos años finales de la década de los sesenta del pasado siglo. Líder universitaria, su convicción y su exaltación atrajeron enseguida a un joven entonces muy inocente. El personaje de Anna Allen desapareció dos veces; la trama la envió primero a Estados Unidos y después, tras las Navidades de 1973, a París. Ahora, en la presente temporada, Marta y Toni vuelven a encontrarse de manera fortuita cuando ambos detienen sus respectivos coches en un semáforo.

A Anna Allen se le escapa el entusiasmo por la boca al otro lado del teléfono. « He vuelto a ser actriz », dice con la respiración entrecortada; «estoy caminando por la montaña, algo que me da la vida», se excusa. La actriz catalana está feliz de volver a encarnar a Marta Altamira. «Le tengo un cariño especial; fue mi primer gran personaje. Regresar a él me ha dado una gran alegría, no es algo que sea habitual». Desvela de Marta que sigue unida, de algún modo, a la política. «Estoy segura de que no va a dejar indiferente a nadie », sonríe misteriosa.

«De Marta me gustan su vitalidad y sus ganas de cambiar las cosas; su fuerza reside en su lado pasional , a pesar de que no se lo pone demasiado fácil. No quiere bajo ningún concepto estar encorsetada, sus ganas de libertad son infinitas. Es un personaje que me hizo crecer mucho como persona y como actriz , y espero que ahora lo siga haciendo».

No sabe Anna Allen el recorrido futuro que tendrá su personaje, «El Covid marca un poco el devenir de la serie, provoca muchos cambios; de momento estaré esta temporada, luego veremos. Paso a paso». Y esta temporada, precisamente, habla de los años noventa, concretamente del mítico año 1992. «Es un momento fascinante, riquísimo ... España se abría al mundo, todos nos estaban mirando con una gran curiosidad. Poder viajar de nuevo a aquellos momentos y recordarlos es fantástico».

Volver a los platós –con el sueño de regresar pronto a los escenarios– no le puede hacer más feliz. « Para mí actuar es casi como respirar –dice convencida la actriz–. Es algo que me fascina, que me llena como ninguna otra actividad. Cuando estoy rodando, me olvido de todo; yo no veo las cámaras... Las considero mis amigas», sonríe. «Nunca ha sido una profesión fácil –reconoce–; requiere mucho coraje, mucho trabajo y mucha ilusión. Y yo soy una afortunada por vivir estos momentos. Naturalmente, tiene sus luces y sus sombras, y en muchos sentidos hay que desmitificar esta profesión. No es oro todo lo que reluce. Pero para mí ser actriz es una auténtica bendición».