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¿Héroe o pirata?

Probablemente la figura de Assange fue sobrevalorada

Luis Ventoso

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Dos universos antagónicos separados por doscientos metros. La situación evocaba los cuentos matemáticos de Borges, en los que el tiempo se cruza. O las elegantes ecuaciones de Einstein, un portento que hace más de cien años, con una tiza y una pizarra, adelantó esos agujeros ... negros que ahora se han fotografiado en forma de huevo frito. En un universo estaba la soledad de Julian Assange, confinado en una habitación claustrofóbica en un sótano de la Embajada de Ecuador (una de las pocas de Londres que no tiene ni jardín ni patio, una jaula). En el otro, a solo unos pasos, la puerta trasera de los almacenes Harrods, siempre un hervidero de turistas de todas las naciones, colores y portes. El recluso de Wikileaks, pálido como un escualo espectral en su voluntaria mazmorra de Knighsbridge. Un barrio hipercaro, hoy tomado por los plutócratas árabes. Llegan huyendo del horno del desierto y hacen el hortera a gusto por este recodo de Londres, con sus bólidos pedorreando a escape libre y logos de marcas ultracaras en ropas llamativas (eso sí: muchas veces con sus mujeres enterradas en el burka).

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