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TAL VEZ FELICES

De sociólogos y túnicas

Yo de nazareno y ellas hablando de sexo

Luis Ybarra

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Los padres enseñan a decir gracias. Qué gesto tan sencillo para que la savia se abra al mundo en el futuro, o cierre puertas con agudeza. Las madres, igualmente engalanadas, tratan de dirigir la mirada con sus dedos al cuello: «Allí, Miguel». Y los niños, ... en tanto, descubren con la palma de la mano el calor de la cera. La bola aumenta de tamaño en función de la edad, como la imbecilidad. Y a los trece años todo llega a su culmen: el ser humano empieza a explorar lo insoportable de su carácter y la bola termina su ciclo, guardándose en un cajón. Los hijos tornan sus 'paters' por colegas e inician una conversación grotesca e inocente que durará, si no se prolonga la vida, hasta los veinte.

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