No ni ná
Ardores y reflujo
No hacía falta creer el histérico diagnóstico de la oposición para saber que ese molesto grano se infectaría
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Iniciar sesiónA las urgencias políticas les pasa como a las hospitalarias, sin un buen tratamiento se convierten en un problema mayor, a veces, letal.
En la crisis de los cribados, casi asmática por cómo le ha quitado la respiración a Juanma Moreno, el gobierno andaluz se ... sigue automedicando. Consejeristomía aparte, para tirar del 'consejero de emergencias' como terapia ultrarrápida (¿producto milagro?), la crisis le ha pillado bajo de defensas por abandonar la prevención y la calle, una patología asociada a los efectos secundarios habituales de las mayorías absolutas: la somnolencia y el vértigo a las alturas.
No hacía falta creer durante estos años el diagnóstico de la histérica historia clínica de la oposición para darse cuenta de que ese molesto grano de la Sanidad se infectaría hasta supurar, como ha ocurrido a cuenta de los retrasos en la comunicación de casos no concluyentes del cribado de cáncer de mama. Bastaba con haber escuchado a los pacientes que desde 2019 en esas encuestas del 'Centra' que informan de la buena salud política del PP andaluz, señalaban a la 'sanidad' como el segundo problema percibido por los andaluces tras el paro. Bastaba con que la consejera Catalina García, hoy 'consejera de sostenibilidad', hubiera escuchado lo que vino a decirle la asociación Amama en el Parlamento en abril de 2024 a través de la diputada socialista María Ángeles Prieto cuando se le advirtió de los retrasos en las citas de oncología del Virgen del Rocío... Y bastaba con saber que no se puede fiar a la pasta, a los tecnócratas, a sus cifras de excel, y a unos gestores de los que carece el PP, la conversión de ese indómito Servicio Andaluz de Salud en un instrumento eficaz para ofrecer el sueldo y las condiciones que piden los sanitarios y la atención rápida y eficaz que reclaman los ciudadanos que pagan sus impuestos, en vez de tanta burocracia y Lorazepam.
En lo que respecta a la oposición, le convendría cambiar el tratamiento. Sus síntomas sí que piden a gritos –nunca mejor dicho– benzodiacepinas en vena. Con una indignación a la altura de su frustración, esa izquierda, con Vox al fondo, sigue obsesionada en la alucinación de la privatización, y ha terminado por demostrar sin pudor su sensibilidad selectiva hacia los enfermos. Sobreactúan compungidos por «las víctimas del cribado» pero se dan la vuelta y callan ante las demandas de los pacientes con ELA. Sólo pensar que la solución al 'colapso' sanitario que promete el PSOE la tiene que recetar María Jesús Montero anima a pedir el testamento vital. Aquellos socialdemócratas que prometían habitaciones individuales en los hospitales regresan al XIX para reclamar hoy habitaciones compartidas «entre obreros y empresarios», porque ahora hay que ser sanchomarxistas antes que socialistas. Qué dolor.
A ver cómo les sienta a unos y a otros la píldora del debate parlamentario sobre sanidad de mañana, que seguro traerá ardores y reflujo.
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