Sevilla al día
Caballo negro
No es que aprendiera la cultura, es que se autobautizó como Pepe el Sanluqueño porque tiene dentro el ángel de Andalucía
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónTiene el compás salinero de las colombinas de Bajo de Guía, la raza andaluza por bandera pintada en la camiseta del Betis. No llegó aprovechando la marea entrante en una barquita de madera. Por mucho que digan las leyendas, Pepe desembocó al puerto donde muere ... el Guadalquivir volando como las aves sobre el rebalaje de las olas, donde se fanguean las coquinas, aterrizando en la Hoya del Samaruco. No pisó descalzo ni exhausto el fleco de la mar de Bonanza. Porque este senagalés tiene más visado de pertenencia a la tierra albariza donde desagua el Río Grande que cualquier nacido con DNI del Barrio Alto. El genio de Manolo, que es el velo de flor inmortal cuyo son sabe a manzanilla oro, le otorgaría la victoria en cualquier duelo de guitarras. Khadim Seye es el caballo negro por el que todos apostamos, el origen y comienzo del disco que lleva su apellido: Sanlúcar.
Tiene 36 años y llegó a Barajas hace 15 dejando atrás a su mujer y a su hijo, a los que les envía el dinero que se trabaja con las pulseras que vende. Se hizo autónomo porque siempre quiso integrarse y no es que aprendiera la cultura, es que se autobautizó como Pepe el Sanluqueño porque tiene dentro el ángel de Andalucía: el pesquis, la rapidez, la guasa, la honradez y la sensibilidad. En sus noches veraniegas por el Cabildo observa al personal para adivinar su procedencia y entrarle con cadencia artística: «Tú ere un miarma, ¿a que jí pare?». Si observa que el sevillano tiene, además, pinta de cayetano con pelito ondulado al viento que marca el Giraldillo, termina atrapando al cliente: «Del 41002, donde vive el Señor, aquí las tengo de los colores del Baratillo y del Dulce Nombre». Si le ve un aire más jipi le ofrece pulseras llenas de caireles... más perrofláuticas: «A ti te encanta salir por la Alameda». Y si enseña tatuajes hasta la barbilla le da los códigos postales de los barrios periféricos: «Tú eres de la avenida de Andalucía palante, mu cerquita de Córdoba oeste. Aquí tengo la pulsera del Polígono».
Pepe, que emula la toná cordobesa con la ‘e’ abierta y el deje con malafollá granadino, reconoce un vasco a leguas. Por Sanlúcar abundan en verano porque es el contrapunto de su excelsa gastronomía y porque hay tradición desde tiempos de los Infantes hasta en la arquitectura paralela a Banda Playa. Aprendió euskera y a veces viste la casaca del Athletic. Pero la suya es la verdiblanca. Sueña con vivir un partido en el Villamarín. Hagánlo realidad, porque no hay mejor embajador de esta patria por la que bebemos el poniente salobre que Khadim, donde ha domiciliado su futuro.
Como él, en Sanlúcar aspiramos fondear cuando seamos fantasmas de una guerra por la felicidad que nos regala la Gabriela y la Pipiola, el langostino de colita azul de la lonja, el marrajo al queso viejo del abuelo Loli, la tortilla camaronera de Balbino, la corvina en salsa tártara de Bigote, la raya al pan frito de Perico y las papas aliñás calentitas de Barbiana. Y la alegría de Pepe, que es el paradigma de nuestra bonanza cuando emigremos, como el caballo negro, al ponerse el sol por Doñana.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete