Andalucía, de cine
A los del puro
Mientras Ferrovial anuncia que traslada su sede fuera de España, Andalucía ha cobrado otra imagen para el inversor. Aquí no se le regaña ni se le acusa de capitalista salvaje
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Iniciar sesiónCuando se le pregunta a uno de esos empresarios que aterrizan en Málaga cuál es el primer argumento de su desembarco, no suele citar precisamente el sol y la playa. Te hablan del alcalde. El 'Rafa Nadal' de los alcaldes españoles, lo definió no hace ... mucho el CEO de Vodafone en España, Colman Deegan.
Hay incluso quien llega más lejos y entre risas cuenta lo jartible que puede ser Paco de la Torre cuando olisquea una oportunidad empresarial (o cultural, que se lo digan a la baronesa Thyssen) para su ciudad. «Es el alcalde con el que más hablo», reconoció jocosa un día Nadia Calviño ante la amarga mirada del líder socialista de la ciudad.
El que quiere peces, ya sabe lo que tiene que mojarse; está todo inventado. No está de más ser un poco simpático y, claro, ofrecer todas las facilidades que permita la legislación.
El Gobierno andaluz está conjurado en replicar a nivel autonómico el modelo que ha puesto de moda el litoral. Puente de plata a quien quiera invertir. Luego ya pagará impuestos. Y gastará. Y por supuesto creará empleo.
De ahí, por ejemplo, las unidades aceleradoras de proyectos de la Junta, que dan una sorprendentemente ágil respuesta, tan poco común en la administración, a aquellas aventuras que valen la pena. Así también el cúmulo de rebajas fiscales aprobadas en las dos últimas legislaturas, incluido el intento fallido, gracias muchas al Gobierno central, de eliminar el obsoleto impuesto de Patrimonio.
Queda mucho por hacer, pero no parece que la receta sea indigesta. Mientras Ferrovial anuncia que traslada su sede fuera de España, Andalucía ha cobrado otra imagen para el inversor. Según datos del Colegio de Registradores, el saldo de empresas desde 2019 es positivo. Llegan más de las que se van.
Cuando menos, en su primer acercamiento a los organismos públicos no se le insulta. Se le respeta. Ni se pone en cuestión su compromiso con el terruño, ni se le regaña por no haber venido antes y tampoco se le acusa de capitalista salvaje ominoso fumador de puros.
En vez de plantearse el porqué de la marcha de Ferrovial, el Gobierno de Pedro Sánchez, que ha puesto en su punto de mira a los empresarios, sigue demonizándola hasta el paroxismo. Ustedes, ¿qué modelo prefieren?
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