Andalucía, de cine
Demonizar el piso turístico
El silogismo fácil de que las viviendas turísticas han echado a la gente del centro es injusto. Y mentira
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En lo local, es el argumento de moda. Hay candidatos que se presentan a las elecciones municipales del próximo domingo a los que la proliferación de pisos turísticos en sus ciudades les parece algo más execrable que la inclusión de etarras en las listas de ... Bildu. Puede usted imaginar de qué partido son.
Pero no crean. Es cosa común. El fenómeno de la vivienda turística no es exclusivo de ninguna urbe determinada (ay de ella si así fuera). Pero los cabezas de lista ahora en la oposición que quieren derribar al alcalde de turno, sean de la fuerza política que sean, lo usan como martillo pilón en su legítimo propósito de convertirse en alternativa. Es cosa transversal. Y hay que reconocer que se les compra el mensaje.
Cierta razón tienen. El desarrollo de este tipo de alojamientos ha generado una auténtica revolución en las ciudades al democratizar el turismo abaratando las estancias. Especialmente de las familias. Qué mal. Pero claro, eso tiene sus consecuencias. Y observamos ahora barrios cercanos a la masificación en los que resulta imposible encontrar una vivienda para vivir.
Pero hacer, como está ocurriendo, el silogismo fácil de que los pisos turísticos han echado a los locales de los centros neurálgicos de las ciudades es de todo punto injusto. Además de constituir una mentira muy gorda. La memoria es frágil. Y de ello se aprovechan los que lo saben. Cabe preguntarse cómo estaban muchas de esas calles ahora atestadas, muchos de esos solares ahora lustrosos, antes de que inversores pusieran en ellos sus ojos oliendo la oportunidad.
En general, hablo de lo que mejor conozco, muchos de estos céntricos barrios estaban abandonados. Poblados sólo por personas mayores que no tenían donde huir y apenas demandados por otro tipo de familias que no encontraban allí los servicios necesarios para establecerse. Cuando no eran simplemente una ruina y un foco de oscura delincuencia.
Habrá que regular, con cuidado. Pero la demonización de este nuevo tipo de turismo y de quienes lo han hecho posible es una burda estrategia electoral que quizás no convenza a tantos. Lo veremos pronto.
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