Gritar y cacarear

Gritan los de Gaesco y los de la Cámara de Comercio por el retraso prehistórico de unas obras urgentes. Y más deberíamos gritar los sevillanos por saber. Por saber lo que ya sabemos. Por saber antes que nadie en qué consiste la desquiciada película que se anuncia si este país deja de ser solidario e igualitario por culpa del cupo catalán. Tenemos el privilegio, señores de Gaesco y de la Cámara, de ser de los primeros españoles damnificados de forma alevosa e inmisericorde por ese acuerdo que convertirá a unas autonomías en ricas e intocables y al resto en menesterosas y ninguneables. Todo lo que va a costar esa enloquecida cesión de la llave de la hacienda catalana a los independentistas ya la estamos sufriendo, en un avant match, en tres obras públicas los sevillanos que, menos para gritarle a los pasos, pocas voces hay que se alcen contra tanta arbitrariedad y olvido.

Entre tanto desamor del gobierno central no cabe ni la solución de la piña de Mercadona como antídoto. Estamos condenados a mascar veneno en dosis mortales para nuestro presente y futuro. Ese cupo es la copa de cicuta de lo que está por llegar. Tendremos peor Sanidad pública, peor Educación pública y obras públicas que se harán eternas pese a su urgencia. ¿Desde cuándo suena la conexión aeropuerto Santa Justa? Yo creo que desde los tiempos en que se hacía la mili. ¿Y el puente de la SE-40? Pues ya ven donde se va el dinero que por aquí no pasa: para pagarle al sanchismo sus rampantes asaltos al poder en unión y compaña de los enemigos de la solidaridad y la igualdad entre españoles. Entre ellos y este PSOE que no lo conoce ni la madre que lo parió quieren acabar con el Estado para inventarse una confederación de zorros en un gallinero a desplumar. Lo mínimo que podemos hacer es gritar o cacarear… y nuestros hijos buscarse la vida lejos de aquí.