Encarguen un cartel

La de cosas que los sevillanos se callan hasta que llega la temporada de carteles. Sacar un cartel en Sevilla es despertar a la ciudad que, hasta ese momento, se ha quedado sopita, en la duermevela de sus asuntos de barra y taberna, haciendo surf sobre la espuma de una salpicona bien fría y alimentando el espíritu crítico con una sesión académica sobre el impacto del menudo con garbanzos en el universo de los gastrobares. Escucha un tambor y le reza a sanjacobo. Le hablas del puente y te asegura que como el de la Constitución, ninguno. Le propones hablar de la circunvalación y se piensa que le estás llamando gordito. Pero ve un cartel y se le despierta la fiera que lleva dentro. Ese instinto hay que aprovecharlo. Y alguien, desde los considerados poderes públicos locales, debería encargar carteles sobre nuestras vergüenzas irreparables. Las líneas del metro. La interminable SE-40. El puente de Coria que se lo debería llevar el ministro a su casa, para que jueguen a la oca, de puente a puente y tiro para ver si se lo lleva la corriente de opinión....

Si esta ciudad solo se despierta cuando se presenta un cartel, no perdamos más tiempo. Invoquemos a Salustiano, a Norman Foster, a Dan Vo, a Abraham Cruzvillegas, al artista que hizo el cartel de lo belenistas sevillanos, con un arcángel desnudo con la giralda en la entrepierna transformada en flor. Invoquémoslos a todos y se les pide carteles sobre lo ya mentado. A ver si entonces Sevilla se lleva las manos a la cabeza y se da cuenta de que los primaveras somos nosotros, siempre silentes ante lo que más nos quema y echando espuma por la boca por un cartel de semana santa, de feria o del verdeo del Arahal. Amigos, en serio, hay temas que merecen nuestra rebeldía, nuestra más iracunda intransigencia. A ver si a base de carteles logramos que nos respeten y nos respetemos…