trampantojos
Cínicos en tiempos oscuros
Parábola de 'El tercer hombre' y el thriller de las mascarillas
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Iniciar sesiónCómo no pensar en Harry Lime y su cínico discurso en la noria del Prater de Viena en esa obra maestra del cine que escribió Graham Greene y dirigió Carol Reed. Cuando vemos a unos desaprensivos que se enriquecieron durante la pandemia vendiendo mascarillas defectuosas ... con la misma indolencia perversa con la que Harry Lime, encarnado por un soberbio Orson Wells, contrabandeaba penicilina diluida en la Viena de posguerra, nos resulta imposible no establecer analogías con 'El tercer hombre'.
Todos recordamos la escena en la que desde las alturas de la noria Harry-Wells hace proselitismo con Holly Martins, interpretado por Joseph Cotten, escritor de novelas del oeste que ha acudido a Viena porque su amigo le prometió trabajo. Por suerte, para contradecir al propio Lime cuando dice que ya no quedan héroes, Holly-Cotten le demuestra que sí. Influido por el espíritu quijotesco de los protagonistas de sus novelas, Holly no acepta entrar en la banda criminal y le reprocha su actitud. Frente a su honradez, «¿Has visto alguna de tus víctimas?», Harry hace alarde de su catadura moral señalando a los paseantes del parque: «Mira ahí abajo. ¿Sentirías compasión por alguno de esos puntitos negros si dejara de moverse?».
Supongo que para los canallas enriquecidos a costa del dolor ajeno las víctimas del coronavirus sólo han sido eso, pequeños puntitos negros en los gráficos del horror que cada día mostraban los informativos. Por suerte también hemos contado con héroes. Mientras unos hacían negocios fraudulentos, desde los hospitales el personal sanitario arriesgaba su salud para salvar vidas.
En los momentos oscuros siempre aparecen los mejores y los peores, esa «mala gente que camina y va apestando la tierra», como decía Machado. Lástima que para este thriller de las mascarillas ni siquiera podremos contar con el final de justicia poética -al menos simbólico- de 'El tercer hombre'. En este país siempre ganan los malos, esos que tampoco sufrirán el peso de la mala conciencia, porque así es la indecente y siniestra naturaleza de los cínicos.
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