TRAMPANTOJOS
Alivio de sed
El Guadalquivir se derrama mientras en las grietas de la tierra seca y herida de la sequía se cuelan las raíces frías del agua
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónSuena el Guadalquivir recorriendo veloz los paisajes de Andalucía. Va cargado de todos los temporales, rugiendo en las curvas de su cauce. Las fuentes del Guadalquivir y los veneros caen en cascadas creando la partitura de una música fantástica. Y en las grietas de la ... tierra seca y herida de la sequía se cuelan las raíces frías del agua.
Nos asombra la visión de este Guadalquivir vigoroso, como si estuviéramos contemplando un río exótico, ajeno y extraño. Parece la postal de los paraísos verdes del norte con su olor a hierba fresca. Pronto el sol de abril hará surgir un paisaje de hipérboles vegetales. Pero cuidado, porque la realidad nos devolverá a los páramos de ayer. Y este caudal de abundancia no será más que un espejismo.
Las cifras fabulosas de hectómetros cúbicos alterando el alma de las cuencas hidrográficas no deben hacernos olvidar que la lluvia podría quedarse en un recuerdo, que la borrasca que nos salvó de la agonía de la sed se llamaba Nelson y ese nombre nos trae la memoria amarga de nuestro pasado. Nelson derrotó a la flota española en la batalla de Trafalgar, aniquiló los barcos del que fue el gran imperio y con él comenzó el amargo tránsito del siglo XIX en el que la gloria y las hazañas se perdieron en la niebla de la Historia.
La lección de estas lluvias debería hacernos reflexionar sobre la importancia de planificar la sed de mañana, porque no podemos seguir dependiendo del azar de los elementos como en las batallas antiguas. Del capricho de aguaceros y temporales.
Pero, mientras, sigamos disfrutando de las cascadas y los saltos de agua. Admiremos el agua derramándose en las orillas, regando los álamos de la ribera, subiendo por el tronco de acebuches, pinos, chopos y olivares. Dando vida al aroma de las jaras y los naranjos, latiendo en la danza acuática de los albures del Guadalquivir. Animando el ritmo antiguo de las aceñas y azudas de hace siglos. Saliendo de las fronteras de su antiguo cauce, desbordando los cuadros románticos en los que aparecía el trasabuelo del Guadalquivir de nuestro presente.
Vemos este Guadalquivir que asoma crecido en el manantial de sus fuentes por Jaén, que atraviesa con furia los ojos del puente romano de Córdoba y llega a los campos de Sevilla para tenderse como dueño de las marismas. Abren las compuertas para calmar tanta furia. Suenan en sus fondos los recuerdos del lago Ligustino casi cercano a volver a ser el mar mitológico de nuestros orígenes. Y así alcanza la desembocadura arrastrando toda la memoria de sus paisajes.
Nos suena Góngora poetizando nuestro Betis, «gran rey de Andalucía», y también Jorge Manrique advirtiendo cómo es un río capaz de mostrar la metáfora de la vida y de la muerte: «Nuestras vidas son los ríos que van a parar a la mar, que es el morir». Pero ahora disfrutemos este alivio de sed que están comenzando a crecer en los campos baldíos y secos los frutos de este Guadalquivir renacido y poderoso.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete