vivimos como suizos
Pedro y Frank
No llegará el día en que Sánchez se ponga las gafas chiripitifláuticas de Valentina y reconozca una falta
Teresa
Cosas de bombero
Comparar es fácil. Este no me gusta. Este, tampoco. Pero mira cómo se parecen. Tan populista y demagogo Fulano como Mengano. La comparación se hace con, no sé, Trump y Ayuso. O con Trump y Sánchez. O con Perón y Sánchez. No hace falta ir ... a Hitler. El otro día Rufián advirtió a Sánchez de «un golpe de Estado blando». «Aquello que decía Aznar de quien pueda hacer que haga. La mejor versión, que dice la señora Ayuso. La misma ofensiva que vivimos algunos hace años: el independentismo y Podemos». Hablando de blandenguerías, acaba de morir Joseph Nye, que acuñó el término 'poder blando'. Años después, en 'The future of Power' escribió que el poder blando puede ser manejado con malos propósitos. «Hitler, Stalin y Mao poseían un gran poder blando en los ojos de sus seguidores. No es necesariamente mejor torcer mentes que torcer brazos». El poder blando no es bueno, solo una forma de poder, una forma de lograr resultados.
Gabriel Rufián, en tiempos de mensajitos de teléfono, también dijo en el Congreso: «Me encantaría saber los whatsapps entre Cayetana Álvarez de Toledo y Casado, entre Ayuso y Frank de la Jungla…». Esta semana, Frank Cuesta ha quitado protagonismo a los mensajes entre Ábalos y Sánchez. Sobre todo, con el vídeo donde llevaba las gafas de Valentina la de los Chiripitifláuticos y decía tener un grave problema de «mitomanía y ego». A Frank de la Jungla no le gusta Pedro Sánchez, como muchas veces le hemos escuchado. Cuesta podrá no ser veterinario ni herpetólogo, haber comprado animales y tener una granja y no un santuario, sea esto lo que sea (que sepa Ayuso que ha visitado una granja y no un santuario), pero lo de Sánchez no es mentira. Imaginen que añade a todo eso «y me gusta Pedro Sánchez». Eso sí habría sido una gran revelación. Pero en algo se parecen. Al menos en lo de andar subidos a la trola como Jim Caray en 'Mentiroso compulsivo'. Aunque no veremos el día en que Pedro Sánchez se ponga las gafas chiripitifláuticas y reconozca alguna falta en su poder blandurrio. Ni con chantajes de Chi ni con chantajes del Niño de los Paradores.
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