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vivimos como suizos

Derecho a la vulgaridad

Tendemos a elogiar el buen gusto de Xavi Alonso con su casa en El Viso y a laminar a Yamal por su fiesta

La normalidad

La ficción

Rosa Belmonte

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No tengo certeza alguna con los enanos. Me convencen los que consideran denigrante que se contrate a personas con enanismo para diversión de otros, así como los propios enanos que defienden ganarse la vida. «En Barcelona, la celebración de despedidas de soltero y soltera ... alcanza un nuevo nivel de diversión y originalidad con nuestro servicio de alquiler de enanos. Si no queréis parar de reír y queréis que el novio o la novia pasen un poco de vergüenza, nuestros enanos son perfectos para vosotros». Así se anuncia el negocio en una web. La canción tradicional, sevillana o para niños, es cancelable según las miradas: «Me casé con un enano pa' jartarme de reír». Tiene razón la web en lo de «si queréis que el novio o la novia pasen un poco de vergüenza, nuestros enanos son perfectos para vosotros». ¿Quién no va a pasar vergüenza con ese regalo? ¿A quién no le va a dar vergüenza ajena una fiesta como la de Lamine? O la de Jeff Bezos en Venecia. Las costumbres de otros, ricos o pobres, nos parecen intolerables. ¿Qué es eso de sacrificar un cordero en la terraza de mi edificio? ¿Qué es eso de llevar 28 vestidos?

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