PERDIGONES DE PLATA
Reflejos
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Iniciar sesiónY, de repente, mutamos en damiselas victorianas vigiladas por un ama de llaves pletórica de hirsutismo que vela por nuestra decencia porque brota una especie de terremoto general para lamentarse, en fin, de las broncas del Congreso y esos cruces verbales hidratados por un tono ... bastante zoquete. Y, de súbito, buena parte del personal descubre la zafia trifulca en la cual se enfrascan los padres de nuestra patria y demarra un lloriqueo colectivo que nos arrastra hacia un melodrama barato de llanto y crujir de dientes. Oh, qué escandalazo. Oh, qué vergüenza. Oh, qué manera de zurrarse, la de nuestros políticos.
Porque la culpa siempre es de los políticos, así de todos a mogollón, a tutiplén, a cascoporro, sin distinciones. Olvidamos que los políticos son un reflejo bastante fiel de nuestra sociedad. Están ahí porque les hemos votado, porque les toleramos las melonadas, porque representan la mohosa papilla de cada día que alimenta nuestros sueños, nuestras pesadillas, nuestros odios, nuestras frustraciones. La sociedad anda encabronada, irritada, molesta, dividida y no es para menos; igualito que ellos. La sociedad se infantilizó, monta en patinete, zampa quinoa, consume ansiolíticos y paraísos artificiales que es un primor; exactamente como ellos. La sabiduría de los políticos ha menguado una barbaridad y la nuestra también. Los políticos, sentados sobre sus bancos, se dedican a mirar abducidos las pantallas de sus celulares para guasapear merluzadas. Nosotros practicamos idéntico deporte (unos más que otros, desde luego) en la soledad del hogar, cuando cenamos por ahí o cuando nos sumergimos en el lecho. Algún día comprenderemos que el político no es un alien que derrama sangre corrosiva, sino nuestro cuñado, nuestro primo, uno que, al fin y al cabo, encontró trabajo gracias al sistema enchufista de esas agencias de colocación que son los partidos políticos. Que ofrecen un triste espectáculo. Vale, de acuerdo, pues sí; igualito que nosotros. Ignoro por qué nos creemos mejores que ellos, la verdad.
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