Perdigones de plata

Oposiciones tutifruti

Las oposiciones duras representan el mejor ascensor social y el triunfo de la meritocracia

Amistades ultramarinas

Vacaciones artificiales

La guerrita de los currículums ha alcanzado unas proporciones ridículas que, al menos, fertilizan nuestro entretenimiento de modorra al borde de agosto, pero mejor no despistarse ante otros atropellos que pretenden imponernos. Y lo que intentan desde este Gobierno no es sino fumigar las ... oposiciones libres y públicas para alcanzar los puestos de las elites en la administración. Máximo peligro, pues. Piensan crear una escuela de oposiciones tutifruti, una suerte de loca academia opositora para que, naturalmente, los futuros opositores que militen bajo el pensamiento de su cuerda superen unos exámenes mucho más chichinabo que los actuales. Lo quieren copar todo, son insaciables. Las oposiciones duras representan el mejor ascensor social y el triunfo de la meritocracia. Ahí les jode. Y mienten cuando dicen que los opositores de primer rango nacieron en cunas de oro. Es falso.

Lo que uno observa en todo esto es el tradicional odio que este país, desde hace lustros, ha desarrollado contra los empollones. 'Empollón', de hecho, se emplea como venenoso insulto. Si en otras tierras civilizadas premian la excelencia, aquí se castiga porque irrita todo aquel que sobresalga de la media gracias a su cráneo privilegiado. Admiraba uno, en silencio, al empollón de la clase. Salvo si mostraba personalidad recia y, además, jugaba al fútbol como un coloso en el patio, se le hacía el vacío, incluso se le insultaba y vapuleaba. La eterna rabia del zoquete contra el destello de la inteligencia. Me habría encantado ser un empollón, pero mi sesera divagaba hacia las ensoñaciones de novelerías y otras evocaciones de huecas bagatelas. El empollón, pese a la envidia que recibía, aguantaba el tipo y no cejaba en conseguir calificaciones sobresalientes. Mientras los demás flotábamos en el limbo de la estulticia, ellos tenían claro su futuro. Serían notarios, diplomáticos, abogados del Estado, registradores, jueces. Sus esfuerzos obtendrían recompensa. Hoy, algunos queman sus pestañas pergeñando trolas en el currículum. Qué diferencia.

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