PERDIGONES DE PLATA
Amistades ultramarinas
Sánchez no deja de ser un folclórico andante del sector de la progresía de lentejuela fosforescente
Vacaciones artificiales
Perejil
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Iniciar sesiónEl infalible instinto de aquellas folclóricas en fase de triste declive les indicaba cuándo marchar hacia Hispanoamérica para emprender una gira más o menos triunfal. Regresaban con fuerzas renovadas y, lo primero, era agradecer a ese público de ultramar que «tanto me quiere». Fingíamos tragarnos ... el lejano amor incondicional porque nuestras folclóricas de lunares estrepitosos, párpados algo menguados y tacones pelín desmochados por el uso y abuso eran un poco de la familia. Habíamos crecido con ellas y su presencia recordaba a las muñecas cañís que yacían sobre el techo del televisor culoncio.
Nuestro Sánchez no deja de ser un folclórico andante del sector de la progresía de lentejuela fosforescente. Los progres simulan ser modernos, bravos, solidarios, resilientes y sostenibles pues acarrean toda la abajofirmante baratija de su clan, pero luego, si rascas, resultan más rancios que la portada calentorra de una revista 'Lib' del año 79. Ya que a Sánchez le han descubierto el plumero incluso en Europa, y mira que son lentos, su única escapatoria era una 'tournée' para tertuliar con sus amigachos ultramarinos, lo mejorcito de cada casa. «¿Por qué siempre te juntas con los gamberros de la clase?», ese era el lamento de nuestros progenitores cuando el carrusel del bachillerato. Imposible explicarles que si alternabas con los malotes del curso sentías cierto peligro inminente, o experimentabas la llamada del rocanrol, o por fin sincronizabas con los que entendían tu imbecilidad adolescente. Sánchez se arrima a los líderes del otro lado del charco que le prestan atención y, de ese modo, se tira el nardo componiendo faz de gran estadista. Trump es malo. Los aranceles son chungos. Los zurdos somos buenos. Mensajes simples destinados a contentar los paladares sencillos dispuestos a comprar cualquier saldo descalabrado. Bajo la batuta sanchista y la compañía de sus amistades, somos la parentela cutre que colocan junto a los lavabos en cualquier bodorrio no ya de ringorrango, sino de medio pelo. Qué éxito, su gira.
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