Perdigones de plata
Bola de fuego
Según el cosmonauta vocacional Sánchez, viajamos en un cohete que supera la velocidad de la luz
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Iniciar sesiónEl personal capta los mensajes simplones que favorecen el pensamiento perezoso, que nadie desea calentarse la cabeza en exceso. Aquel «España va bien» rezumaba sencillez optimista y ramplona que comprendía incluso el más zoquete, y tampoco sonaba a triunfo total porque destilaba filamentos de vetusto ... cuñadismo exento de arrogancia. Pero siempre progresamos, y mucho más ahora con este gobierno de puro progreso fosforescente. Así pues, primero hemos evolucionado al «España va como una moto», con el perfume algo macarra de aquellas Derbis trucadas que petardeaban por las tardes polucionando de rugido estridente la siesta veraniega en el pueblo; y luego al rumboso «España va como un cohete», breve lema del que mana cierto tufo como a conquista espacial, como a cumbre interplanetaria glosada por un Asimov de pacotilla o como un Arthur C. Clarke de quincalla.
Viajamos, según el intrépido cosmonauta vocacional Sánchez, a bordo de un cohete que supera la velocidad de la luz o cabalgando sobre una bola de fuego. A lo mejor, supongo, imagino, intuyo, ese exceso de velocidad es el que imposibilita a los jóvenes encontrar trabajos remunerados por un sueldo digno que les permita acceder a un alquiler alejado de los zulos o a la compra de una vivienda modosita, humilde, aseada. Tanta velocidad me huele que nos impide observar con hondura la inmensa riqueza que remueve las entrañas de los mecanismos patrios. Acostumbrados a nuestro ritmo tirando a normalucho, a lentorro, el relámpago volador de ese cohete llamado España nos paraliza para centrarnos en tareas básicas como alcanzar el fin de mes sin que el sudor fruto de la congoja tachone nuestra frente. Lo que todavía no sé es si montamos sobre un cohete con aspecto de falo descarriado o sobre un boloncho incandescente que se enfría poco a poco. En cualquier caso, ya que los bólidos nos adelantan rapidísimos por la izquierda, espero que no nos pasemos de frenada no sea que colisionemos contra ese asteroide de realidad que nos reduciría a mero polvo de estrellas.
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