Perdigones de plata
Agitadores
Es curioso, pero se diría que la revolución roja y la ironía más básica se repelen
Empresario
Extinción
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Iniciar sesiónManaba de ellos un no sé qué esquivo y algo ladino. Reptaban largatijos allá en los pasillos de la facultad, acaso bisbiseando conjuros revolucionarios, acaso cuchicheando los secretos de su secta. Pedían permiso al profesor, irrumpían en el aula y, entonces, nos enchufaban un sermón ... mareante, una turra plagada de grandilocuencia, pompa y grasa. Mientras discurseaban posaban como un Lenin de saldo. Y siempre con la mueca del enfado permanente dibujada sobre la faz, que es la marca del profesional del resentimiento. Los revolucionarios ochenteros de nuestras facultades mucho sentido del humor no gastaban. Creo que ahora tampoco. Es curioso, pero se diría que la revolución roja y la ironía más básica se repelen. Por algo será.
Uno de ellos, no recuerdo qué movilización aprovechó para impartir doctrina, se vino muy arriba. Sangre. Necesitaban sangre para despertar a la opinión pública, decía. La gente sólo reaccionaba ante la sangre. Y dale con la sangre, el tío. Estaba entre Peckinpah y el George A. Romero de los zombis. La Policía, explicaba, tenía que partir las cabezas de los manifestantes de la primera fila para que así la sangrienta foto, en la prensa, sacudiese las conciencias de los burgueses anestesiados. No me ilusionó mucho su demanda. Entre que soy tirando a cobardón, que mostraba de joven tendencias punkis individualistas y, además, ya me gustaba la plácida existencia de la pequeñoburguesía ilustrada por razones familiares, la integridad de mi cráneo me la estimaba bastante. Pero nada, el tipejo seguía exigiendo el peaje de la sangre. Qué sed, la suya. En esas, un compañero mayor (tendría 30 años, pero nos parecía muy mayor) que se había reenganchado al estudio, le espetó: «Pues ponte tú en la primera fila y que te abran la cabeza a ti, machote». El agitador se tornó pálido ante el zasca. No supo reaccionar y se marchó. Ahí comprobé el gran timo de los agitadores que pululan en nuestras universidades. Ahora han vuelto con lo de Gaza. La Historia siempre se repite y ellos nunca cambian.
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