tiempo recobrado
Nada es seguro
Cuanto más compleja es la sociedad, más frágil es la capa de hielo sobre la que caminamos
Yo no celebré la muerte de Franco
Annie Hall
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Iniciar sesiónLos peligros de la existencia son infinitos y, entre ellos, está la seguridad. La frase es de Goethe, que quería significar que la obsesión por evitar los riesgos es una trampa que puede paralizarnos. Vivir comporta asumir riesgos.
Damos por hecho que hay cosas que ... nunca pueden fallar, pero lo cierto es que basta que exista una mínima probabilidad de que algo se produzca para que acabe por suceder. Esta es la base de la teoría de las catástrofes. Nadie pensó que los ataques a las Torres Gemelas o el estallido de la última pandemia fueran posibles.
El pasado domingo cuatro individuos, ayudados por una grúa extensible, rompieron una ventana en el Louvre y robaron valiosas joyas en uno de los recintos más protegidos del mundo. Fue un atraco tan chapucero que los ladrones perdieron la corona de la emperatriz María Eugenia de Montijo y se olvidaron de un famoso diamante.
Teóricamente era imposible robar en el Louvre, pero en 1911 un exempleado se llevó la 'Mona Lisa', que sólo pudo ser recuperada dos años después cuando el caco intentaba vender el cuadro. 'El grito' de Munch fue sustraído en Oslo en 1944 por un ladrón que trepó por una escalera.
Todos estos casos tienen en común su absoluta simplicidad, que permitió burlar los más sofisticados sistemas de protección. Lo que demuestra que siempre hay grietas de seguridad en los museos, los bancos y las instalaciones teóricamente invulnerables.
Tampoco podía fallar nuestra red eléctrica y, hace unos meses, se produjo un apagón que dejo sin luz a la Península durante diez horas. Por cierto, todavía no sabemos quién fue el responsable. El apagón demostró la vulnerabilidad de la tecnología, pero más inquietantes han sido los fallos de las mamografías en Andalucía o de las pulseras a los maltratadores. En ambos asuntos, se ha puesto en peligro la vida de las mujeres.
Es obvio que se trata de patinazos de distinta naturaleza, pero todos comparten el rasgo común de que descartábamos que pudieran acontecer. Era inimaginable que nos pudiéramos quedar sin luz o que una negligencia burocrática pusiera en peligro la integridad física. El hecho de que pasara algo tan improbable evidencia que no estamos a salvo de catástrofes y de errores garrafales de irreparables consecuencias.
Subrayaba Heidegger que la técnica nos hace cada vez más vulnerables. Ello es una gran verdad porque, a la vez, que contribuye a mejorar nuestras vidas, acrecienta nuestra fragilidad. El fallo de un fusible de 30 centavos provocó un gran apagón que sumió a Nueva York en el caos.
A los Gobiernos les gusta transmitir la falsa seguridad de que todo está bajo control. Pero no es cierto. Estamos a merced del azar, la sinrazón y la imprevisión humana. Cuanto más compleja es la sociedad, más frágil es la capa de hielo sobre la que caminamos.
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