ANTIUTOPÍAS
La apuesta caribeña de Trump
Perder contra un dictadorzuelo tropical arruinado, supondría una humillación catastrófica para Trump
Lo visible y lo invisible
Anatomía de unas elecciones
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónSe dice de Donald Trump que es un negociante nato y que siempre intenta sacar partido de toda transacción en la que se involucra, bien sea el ajuste arancelario y las ventajas económicas que reporten para Estados Unidos, o la intervención en una guerra foránea ... y los puntos que puede obtener en su senda al Nobel de la Paz. Lo que no se dice es que también es un apostador, ni que su jugada en el Caribe se parece más a una partida de póker que a una ronda de negociaciones. Cada buque o portaaviones que Trump desplaza a las aguas internacionales es una ficha más en el tablero. Lo son también el cierre del espacio aéreo, las amenazas y el ultimátum que le lanzó hace poco a Maduro. Su pretexto es el narcotráfico, pero no es un secreto para nadie que el arsenal que tiene anclado frente a las costas venezolanas es desproporcionado para perseguir lanchas o destruir las rutas terrestres de los narcotraficantes. Águila no caza moscas. Lo que se juega en la mesa no son unas toneladas de cocaína, es un cambio de régimen y los posibles escenarios para que aquello ocurra.
Trump ha llevado la apuesta hasta el límite y Maduro no se ha echado para atrás. Lo mira de reojo, trata de engañarlo y sigue ocultando sus cartas. Maduro sabe que sabemos que no tiene una buena partida, mucho menos un as bajo la manga, pero confía en que llegado el momento de apostarlo todo la influencia de MAGA o de JD Vance, o la simple cautela o el temor a que una acción bélica se le salga de las manos, convenzan a Trump de que es mejor perder el dineral que se ha jugado en su aventura caribeña y se retire de la mesa. El problema es que un apostador siempre quiere ganar, y Trump, ataque o no, desaloje a Maduro o no, tiene que salir victorioso de esta partida. Perder contra un dictadorzuelo tropical arruinado, consumido en su propia mediocridad y detestado por el 90 por ciento de los venezolanos, supondría una humillación catastrófica. Si decide no intervenir en Venezuela, tendría entonces que inventar un nuevo relato que justifique la perpetuación del 'statu quo'. Algo así como un parte de triunfo por haber desmantelado las rutas del narcotráfico o haber bloqueado la acción del Cártel de los Soles, una historia con la cual contentar al bloque aislacionista de MAGA.
Lo que tampoco se puede descartar es que la apuesta de Trump no busque en realidad frenar el tráfico de cocaína ni democratizar Venezuela, sino demostrar que las reglas de juego han cambiado y que ahora los grandes poderes pueden hacer lo que quieran en sus zonas de influencia. En ese caso, Trump no dependería de ningún relato que justifique un ataque o una retirada. Simplemente estaría usando sus barcos para hacer una demostración de fuerza, similar a la que ya hizo en Brasil con los aranceles o en Argentina y Honduras con su favoritismo público por ciertos candidatos. Tal vez eso sea todo lo que quiere decir: que para el nuevo gendarme no hay un solo asunto americano que no le competa ni legalidad internacional ni soberanía que lo detenga.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete