tiempo recobrado

Adanismo

El PSOE y el PP han sido incapaces de llegar a pactos de Gobierno pese a que la mayoría de los españoles se declara de centro

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Llama sin cenizas (7-3-3023)

Uno de los errores más frecuentes de los dirigentes y los analistas es el llamado sesgo retrospectivo, que consiste en juzgar el pasado con la perspectiva del presente. Nuestra vida política está llena de muestras de esta actitud que a veces incurre en una ... simplificación maniquea e infantil de la historia de España.

Uno de los ejemplos más ilustrativos es la valoración de la Transición por parte de Podemos y un sector de la izquierda, que pretenden ignorar lo que fue el salto de una dictadura a una democracia parlamentaria de manera pacífica y modélica. Decir que el franquismo salió con la cara lavada de esa etapa es una estupidez, al igual que afirmar que la ley de Amnistía, promovida por el PSOE y el PCE, benefició a la derecha. Todo esto es obvio, pero es necesario recordarlo en unos tiempos en los que el adanismo se ha enseñoreado de la política.

Ni el feminismo empezó con Montero y Belarra, ni el progreso social con los Gobiernos de Sánchez. Tampoco las leyes de memoria histórica han traído la luz que necesitábamos para entender el pasado. Ni quienes protagonizaron la Transición son viejos nostálgicos incapaces de comprender lo que sucede en España.

Por el contrario, la generosidad y la tolerancia de los años posteriores a la muerte de Franco han desaparecido. Y lo que vemos es una vida política trufada de sectarismo, insultos y descalificaciones. Algunas de las declaraciones de Ángela Rodríguez, secretaria de Estado, hubieran sido sencillamente inconcebibles.

Pero lo peor de todo es la absoluta claudicación del PSOE y del PP a seguir la senda de la regeneración ética que necesita este país. Sánchez ha abdicado de todas las promesas que realizó en la moción de censura. Y ha repetido miméticamente los errores de Rajoy en este asunto. Nada se ha hecho en materia de lucha contra la corrupción, las puertas giratorias y el tráfico de influencias. Cualquier lamento de los partidos es puro fariseísmo.

La política hoy está contaminada por lo peor del pasado y por una dialéctica de confrontación que ha lastrado nuestra convivencia desde la vuelta de Fernando VII. Nada ha cambiado en esa dinámica que enfrentó históricamente a conservadores y liberales, a monárquicos y republicanos, a laicos y católicos. Seguimos instalados en la España de los buenos y los malos.

Resulta significativo que el PSOE y el PP hayan sido incapaces de llegar a pactos de Gobierno pese a que la gran mayoría de los españoles se declara de centro. Y que a estas alturas tengamos que escuchar que la derecha añora la dictadura o que Sánchez gobierna de forma ilegítima.

Quien olvida el pasado está condenado a repetirlo, decía Santayana. Este es el gran riesgo: que quienes se arrogan el monopolio de la modernidad y del progreso nos retrotraigan a un pretérito ignominioso y fratricida.

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